50 años del Cordobazo: un movimiento policlasista y multisectorial
Río Cuarto se caracteriza por el diseño de su área central, en perfecta cuadrícula, por sus veredas estrechas que le dan un toque colonial, y por el viento, una corriente continua de aire que en días fríos puede calar hasta los huesos.
Cerca del Palacio de Tribunales, en una confitería muy concurrida, junto a un ventanal, toma un café Carlos Azocar, un sanjuanino que emigró a Córdoba para estudiar en la Universidad y allí se involucró en una militancia profunda, visceral, que le corre por el cuerpo aún por estos días en que está retirado de su tarea profesional como asesor legal de sindicatos e integrante del Poder Judicial. Azocar es uno de los protagonistas del Cordobazo que guarda en su memoria los hechos, las anécdotas, las vivencias de un momento histórico singular.
El principio de la gesta
El movimiento estudiantil de Córdoba había jugado un rol destacado en la revolución de 1955 y esto había generado el recelo en el gremialismo de aquel tiempo. A comienzos de los ´60, la Universidad era llamada “una isla democrática”, ya que había elecciones, participación de los estudiantes, en un contexto de proscripción y limitaciones a la actividad política.
“Había un grupo cristiano que fue creciendo mucho, que había surgido como Cristianismo Revolucionario, no clerical, pero que había tenido en cuenta la tarea de Angelelli, uno de los predicadores de aquel tiempo. Angelelli y la gente de los Colegios Mayores iban predicando lo que era la Doctrina Social de la Iglesia. Y en eso se definía este grupo que hacía mucho trabajo gremial”, relata Azocar.
“Éramos universitarios antisistema”, define el ex juez en lo laboral en referencia a la actitud crítica hacia las estructuras de la institución. La masa estudiantil se dividía entre el grupo mencionado, la izquierda y el Reformismo. Pero tal era el clima que, terminaban las elecciones y todos acababan tomando vino en damajuana en el barrio Clínicas.
El acercamiento entre obreros y estudiantes
“El movimiento obrero peronista odiaba a los estudiantes por el recuerdo del ´55. Pero el acercamiento se empieza a dar en el plan de lucha del ’64. Alonso era secretario general de la CGT, Vandor era el de las 62 Organizaciones. Se hace una toma masiva de fábricas en el país, miles de fábricas. La Universidad, por primera vez desde el ’55 hace un acto. Nos escondimos en los edificios y, a la hora de la toma de las fábricas, salimos colgando del Rectorado una bandera de la Agrupación Integralismo en adhesión al plan de lucha de la CGT”, apunta.
Esto produjo la imitación por parte del resto de las agrupaciones universitarias. La FUC toma la Facultad de Arquitectura y Franja Morada el Pabellón Argentina en apoyo al gobierno democrático de Illia. “Los primeros encuentros fueron en charlas, en relaciones personales. En nuestras lecturas, en nuestras ideas, nos íbamos acercando a una línea nacional. Los Integralistas no queríamos ser copados por la Iglesia ni ser parte de los partidos políticos. Éramos parte del movimiento nacional, pero con independencia”, remarca Azocar.
Plantándose ante la dictadura
“El ’66 fue la bisagra histórica del movimiento estudiantil. Se terminó la “isla democrática”. Quedamos emparejados, ¡obreros y estudiantes unidos adelante! Nos cerraron los locales, nos cerraron el Comedor. El Comedor era parte nuestra. Los debates que se daban en el Comedor no sé si se daban en La Sorbona. Eran debates de horas. Entonces, ¿dónde fuimos a parar? A los sindicatos”, precisa.
Fue así que una multitudinaria asamblea general en el Gremio de la Madera decide realizar una huelga por tiempo indeterminado. Luego se hizo una huelga de hambre en Cristo Obrero, con el respaldo de los curas progresistas, que duró 30 días y tuvo un alto impacto a nivel nacional. Acciones de este tipo eran apoyadas por los padres de los estudiantes, los egresados y los sindicatos, sin distinción de pertenencia ideológica. “Los sindicatos se abrieron para los estudiantes. Encontraron un aliado social en la movilización estudiantil”, sintetiza Azocar.
En septiembre de 1966 cae ultimado Santiago Pampillión, en una acción que tuvo lugar durante la represión de una asamblea convocada en la Plaza Colón. Tras ese incidente, el movimiento estudiantil cobra un protagonismo que fue sentando las bases para la alianza social que sería protagonista del Cordobazo.
Un apretón de manos
Casi como una señal de la historia, en esa concurrida confitería del centro de Río Cuarto, se presenta una muestra viviente del espíritu que impulsó el Cordobazo. Mientras Azocar habla, se acerca a la mesa un hombre que lo saluda y estrecha su mano. Se trata de Conrado Storani, hijo del dirigente radical que integró el gobierno de Raúl Alfonsín, entre otros puestos que ocupó en la historia política del país. Con posturas políticas distintas, los dos formaron parte de los sucesos de mayo de 1969.
Conrado Storani (h) recuerda las circunstancias que se vivían en ese tiempo. “Yo era parte, en ese entonces, de la conducción del movimiento Unión Nacional Reformista – Franja Morada, en la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales de la Universidad Nacional de Córdoba. Conjuntamente con otros compañeros de la agrupación como Ernesto Aracena, Andrés Segura, Antonio Sánchez, Eduardo Simionatto, Carlos Alonso y otros más, conformábamos un grupo importante de trabajo que nos reuníamos, con algunos otros correligionarios, en el Sindicato de Luz y Fuerza”, comenta. “En aquel entonces el secretario general era Agustín Tosco. Él era un hombre muy amplio, que tenía en su secretariado gente de todas las ideas políticas. Había varios radicales, como Ramón Contreras, que luego fue senador provincial por Capital, al retorno de la Democracia. Y también había gente del Partido Comunista, del Peronismo, y de otras fuerzas políticas. El mismo Tosco, que no era peronista, era un hombre de izquierda, de ideas muy de avanzada, cobijaba a todos y era uno de los líderes del movimiento sindical de aquel entonces”, destaca.
La Revolución Argentina
“El movimiento se dio porque había habido, durante bastante tiempo, un intento fascista por parte del gobierno de Onganía, que abrevaba en las ideas de Jaime María de Mahieu, a través de un libro que se llamaba “El comunitarismo”, que planteaba la representación corporativa para reemplazar las representaciones republicanas a través de la división de poderes que plantea la Democracia. Esto hizo que muchos de nosotros estuviéramos más que motivados”, explica. El escenario se completaba con la injerencia de la potencia hegemónica del área, Estados Unidos, en el ámbito de la Guerra Fría o el esquema bipolar de división del mundo.
A la vez se promovía una expoliación económica importante a las riquezas nacionales, sobre todo de los bienes involucrados en la energía y al monopolio que se había formado para la exportación de los productos agropecuarios, las principales fuentes de riqueza de aquel entonces.
Las acciones del 29 de mayo
“Nosotros habíamos hecho un montón de movilizaciones previas, pero se había decidido hacer un paro activo, a partir del 29 de mayo”, cuenta Storani. Aquel día hubo prácticamente una toma de la ciudad, con un apoyo muy grande de los sectores populares, pero también de las clases medias que se habían hartado de la dictadura, del atropello y de la conculcación de las libertades. La Policía fue derrotada por la manifestación popular y se tuvo que replegar hasta la tarde del otro día. Se planteó el toque de queda, una serie de medidas e intervención de militares que hicieron avanzar a las tropas del 3° Cuerpo de Ejército para “restablecer el orden”.
Storani define al Cordobazo como “un movimiento político multisectorial y policlasista, porque ahí hubo de todas las clases sociales, sobre todo de la clase media y proletaria. Realmente fue un movimiento policlasista de hartazgo con la dictadura militar fascista que presidía en aquel entonces el general Juan Carlos Onganía. Eso estaba en un contexto que, reitero, la ciudadanía argentina había entendido que este tipo de dictaduras no desembocaban en un futuro mejor para la aspiración de vida que tenía la sociedad argentina en aquel momento… ”.
Un lugar para la memoria
En el Sindicato de Luz y Fuerza de Córdoba funciona el Centro de Documentación Histórica. Allí se puede acceder a la Biblioteca del Movimiento Obrero, la Biblioteca de Folclore “Pedro Gamboa”, la Biblioteca del Ajedréz. En el patrimonio resguardo se pueden encontrar documentos, fotografías, filmaciones, afiches y audios que ayudan a reconstruir la historia de los movimientos sociales y sindicales. Parte del material fotográfico de esta publicación fue cedido a La Nueva Mañana para ilustrar este trabajo periodístico.
Fuente: La Mañana. La Mañana