Desconectados digitales: ¿El fin de la sociedad de las cabezas gachas?
El fenómeno no es nuevo: al mismo tiempo que se democratiza la tecnología surge un movimiento de gente que tiende a utilizarla lo justo (y los más extremistas, nada).
Hace unos años se publicó un libro en Australia, ‘The Winter of our Disconnect’, que trata sobre la experiencia de tres jóvenes que vivieron seis meses sin tecnología. De hecho, en EE.UU. se celebra a principios de marzo el National Day of Unplugging, un día para desconectarse. Cada edición gana más adeptos.
Pero… ¿hablamos de unos pocos que pretenden llamar la atención o hay un creciente enganche al entorno 2.0 (smartphones, tablets, etc.) que provoca que el usuario acabe diciendo basta?
A tenor de las solicitudes de terapias para tratar la adicción a redes sociales y de lo gratificante que es la experiencia de los que prueban a desconectarse, se diría que lo segundo.
Sea por el motivo que sea, no convertirse esclavo del teléfono o intentar que no controlen tus movimientos con información que proporcionas gratuitamente, hay gente que ha decidido darle la espalda a esta sobredosis de intercomunicación o que nunca le ha visto el interés.
Realidad virtual o virtualidad real
Es cierto que, en términos generales, son cada vez más aquellos que privilegian las relaciones por medio de las redes sociales o los servicios de mensajería instantánea antes que un encuentro personal o llamado telefónico. Sin embargo, un creciente fenómeno de desintoxicación digital busca que la gente se desconecte de los aparatos para volver a conectarse con la sociedad y la vida real.
Especialistas en comunicación admiten que son cada vez más las personas que deciden practicar una desconexión voluntaria de las redes sociales. “Cada vez hay más gente que se da cuenta de que internet no es la solución a sus problemas, sino que en muchos casos es un problema más” asegura Enric Puig, profesor de filosofía de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC).
Puig es el autor del libro La gran adicción. Cómo sobrevivir sin Internet y no aislarse del mundo, y considera que “las redes sociales no son herramientas neutras, sino una plataforma cargada ideológicamente y que genera adicción”.
El profesional es de los que cree que estas redes tienen más desventajas que ventajas, y afirma que mucha gente se está dando cuenta de todo lo negativo, y es por ello que decide apartarse: “Pérdida de tiempo, falta de concentración o el estrés de estar siempre disponible es lo que hace que muchas personas tengan una crisis existencial y quieran recuperar el tiempo y volver a poner barreras entre la esfera pública y la privada”.