Un largo camino hacia Octubre
Todos sabemos que, en las elecciones de medio término, todos participan con un ojo puesto en ellas y otro ojo puesto dos años en el futuro, en las próximas elecciones generales. Para los partidos, y especialmente el que está en el poder, son un diagnóstico de cómo viene la cosa y de qué cabe esperar cuando vuelva a elegirse presidente. Y todos sabemos que no es necesariamente así, porque las cosas en dos años pueden cambiar mucho.
Sin embargo, a veces la anticipación es más importante que el hecho en sí (pregúntenle a su psicoanalista de confianza). Nos tienta la posibilidad de asomarnos en el futuro (a los políticos más todavía) y por eso se tiende a dar tanta importancia a las elecciones de medio término frente a las presidenciales. Para duplicar esta neurosis de la política argentina aparecieron las PASO. Ahora no sólo tenemos la anticipación de las presidenciales: tenemos la anticipación de la anticipación de la anticipación…
Ojo: no estoy diciendo que no sean importantes. Lo son, pero no debemos malinterpretar su importancia. Las elecciones son más que simples encuestas a gran escala. Y desde luego, ninguna es una bola de cristal para ver el futuro. Los resultados que tengamos el domingo por la noche podrán confirmarse en octubre; otros pueden cambiar. Además, incluso un resultado contundente en la mano significa poco si no se sabe construir a partir de él.
Aun de recuperar territorialidad, el peronismo y neoperonismo deberá buscar un nuevo liderazgo para consolidarse; en caso contrario, la batalla de egos lo llevará a la disgregación sin importar el resultado electoral. Más feroz será la lucha que deberá librar Cristina, si su intención es la total resurrección política. La casi segura victoria del domingo puede ser una victoria envenenada, si se confirma que los líderes del conurbano la usaron poco más que como caballo de Troya para ganar esta elección y planean descartarla ni bien el resultado se ratifique en octubre.
Lo lamentable, por sobre todo, es que un gobierno nacido en la Capital, con todo lo que ello implica, lleve de las narices a los históricos y los “más vivos”.
Córdoba es un caso particular, en que se verifica lo que decía anteriormente. El resultado de mañana no será, estoy seguro, que se repetirá en octubre. Muchos de los que libremente estimulan el apoyo a candidatos menores o de la misma interna volverán a las fuentes; de manera que los cordobeses tendrán la chance de volver a las urnas para definir la elección.
Cambiemos, no está de más recordarlo, perdió en Córdoba hace dos años. Los resultados de las elecciones presidenciales son un tanto engañosos, ya que para cuando Macri se impuso en la provincia ya todo estaba decidido. Ya habían sido elegidos el gobernador y el vicegobernador, y fueron los propios triunfadores los que le dejaron la cancha abierta a Macri para su lucimiento. Pero el presidente desconoce a la provincia si cree que estos resultados fueron obra suya, y más aún, si piensa poder repetirlos en cualquier momento.
Es inevitable que estas PASO sean, en alguna manera, un termómetro de lo que está ocurriendo y de lo que puede llegar a ocurrir. Pero no olvidemos que, tratándose de una instancia legislativa, los cordobeses no van a ir a las urnas (o no deberían) nada más que para ratificar su apoyo a un gobierno nacional. Lo que van a hacer es elegir a quienes mejor representan a su provincia frente a un gobierno nacional. Por ello es esperable que estas elecciones marquen un camino de continuidad o renovación, especialmente en los liderazgos locales.
Honestamente, pienso que si no vemos las elecciones de esta manera, estaremos perdiendo el tiempo al ir a votar. Hagámoslo por nuestra ideas, valores y prioridades, pero que no nos lleven de las narices.
(*) Magister en Comunicación y Marketing político Universidad del Salvador. Postgraduate Business and Management. Universidad de California Ext. Berkeley, EEUU. Dirección y Realización Televisiva. Buenos Aires Comunicación BAC. www.eduardoreina.com