Pensamiento alineado a lo negativo ¿Este país no tiene arreglo?
El otro día pasé por el cajero automático para sacar dinero. Situación normal, podría decirse, pero que nos suele generar todo tipo de pensamientos, sensaciones y ansiedades. ¿Tendré dinero? ¿Me habrán depositado? ¿Habrá plata en el cajero? ¿Será seguro ir a esta hora? Nuestras vidas están repletas de expectativas. Pero de todas maneras, casi siempre la realidad nos sorprende. Es lo que me pasó a mí, cuando fui al cajero con todas estas preocupaciones en mente, y en cambio me encontré con que no iba a poder sacar plata… porque los cajeros estaban vandalizados.
“Este país no tiene arreglo”, pensé. “Siempre lo mismo”. Las frases normales en un momento de frustración como ese. Al menos, esas fueron las más suaves. No debe haber argentino que no las haya pronunciado en algún momento de su vida… o hasta en algún momento del último mes. Cuando volvía a mi casa, y a medida que se me pasaba de a poco la frustración, iba pensando en eso. Son frases normales. Comunes. Hábitos. El hecho de que todos las usemos muestra hasta qué punto estamos entrenados y condicionados para pensar de una determinada manera.
Me encontré con un inconveniente menor y enseguida pasé a dramatizar y generalizar. Peor aún: la frase que pensé ni siquiera era mía. Es una frase que se nos ha ido implantando a fuerza de repetir y de afianzarnos en la negatividad. Nuestra mente es increíble, y organiza nuestras percepciones y experiencias de acuerdo a las ideas que tenemos de antemano. Vemos lo que queremos ver, e incluso vemos lo que estamos acostumbrados a ver. Cuanto más nos repetimos esas letanías negativistas, más fácil es que veamos todo en clave negativa.
Parte del encanto que Cambiemos generó en la sociedad y en las urnas, a pesar de las dificultades económicas, viene de su acierto a la hora de cambiar estas estructuras mentales. Si la gente pensaba que “los corruptos nunca van presos”, las recientes detenciones y juicios mostraron lo contrario. Si pensaba que “siempre termina todo igual”, la cumbre de gobernadores de esta semana mostró que también desde la política se pueden generar acuerdos y consenso. Esos son los pequeños cambios que, de a poco, llegan a modificar hasta la cultura de un país.
Quizás el mayor problema es que la sociedad no haya sido una auténtica protagonista de este cambio. Lo vimos más que nada como espectadores pasivos, por la televisión. ¿Qué hubiera pasado si Macri terminaba su gobierno sin que ningún ex funcionario kirchnerista fuera detenido? Probablemente, nada. Nos habríamos visto confirmados en el axioma de siempre, en nuestro esquema mental, y acostumbrados a que las cosas siempre sean así, no hubiésemos hecho nada para cambiarlas.
No siempre somos conscientes de cómo la forma en que pensamos nuestra realidad construye nuestra realidad. No se trata de ser ilusos ni de mantener un optimismo tonto. Por ejemplo, encontrarme sin cajeros fue un problema, ¿pero había verdaderamente razón para que eso me arruinara el día? A fin de cuentas, podía ir en otro momento a retirar dinero. Y más aún, el mundo estaba lleno de un montón de cosas buenas y positivas. Pero el esquema que se activó en mi mente estaba enfocándose solo en lo negativo y no me dejaba ver nada más. Esto, si lo imaginamos multiplicado por miles y miles de personas que pasan por situaciones similares, produce una negatividad masiva. Y nos da una idea del cambio enorme que podría lograrse sólo cambiando un poco nuestras formas de pensar, o dejando de repetir ciertas frases gastadas.
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