A cinco años de la inundación, licitaron obras hídricas para Freyre
A fines de 2012, Freyre sufrió una grave inundación provocada por la caída de 480 milímetros en menos de una semana. Ante semejante precipitación debieron ser evacuadas 200 personas, que fueron alojadas en distintas entidades de la comunidad. Ese evento climatológico fue el primer llamado de atención respecto a las falencias del sistema de canales para la circulación de las aguas en la llanura cordobesa.
Fue el anticipo de la catástrofe de Sierras Chicas y los padecimientos de los pobladores del sudeste y sur del territorio cordobés que aún continúan. La confluencia de factores como lluvias muy abundantes en un lapso de tiempo muy corto y falencias en las obras que permitieran la evacuación de ese volumen de agua, ocasionaron una grave inundación que demandó la presencia de las autoridades provinciales y nacionales para atender a los damnificados por este hecho.
En aquella oportunidad, el gobernador José Manuel de la Sota arribó al lugar con una delegación de funcionarios y medios de comunicación que se abocaron a relatar lo que luego sería una historia repetida: pueblos y ciudades anegadas, daños en la producción primaria e infraestructura urbana y vial, problemas de salubridad y el reclamo por obras no realizadas.
Pedido de obras
En febrero de 2014, la Municipalidad de Freyre declaró el estado de alerta por la situación derivada por las abundantes lluvias caídas en la región.
En aquel momento, el intendente Rubén Morero se reunió con el ministro de Agua, Ambiente y Servicios Públicos, Fabián López, para ponerlo al tanto de la situación y reclamarle la realización de obras de canalización que permitieran evacuar las aguas provenientes de los campos del centro y norte del departamento San Justo.
El planteo apuntaba a un redimensionamiento de la red de cloacas y la apertura de canales perimetrales, particularmente en la zona oeste.
Para tomar dimensión del problema en ese momento, desde octubre de 2013 a febrero de 2014, cayeron en Freyre alrededor de 1.200 mm, concentrándose en el segundo mes del año precipitaciones de más de 300 milímetros.
Para remediar la situación
A mediados de 2015, el intendente electo, Augusto Pastore, encaró el desarrollo del Plan Director de Desagües. La tarea fue encomendada a un equipo técnico especializado y el objetivo buscado fue resolver los problemas en el desagote de las aguas pluviales en la jurisdicción municipal.
Más adelante se presentó un proyecto ante el Ministerio de Agua, Ambiente y Servicios Públicos para la realización de obras en el sector oeste de la localidad, a través de la Comunidad Regional del Departamento San Justo.
El proceso de licitación está en marcha y una vez cumplidos los trámites administrativos y de asignación de los recursos, la empresa seleccionada iniciará los trabajos que tienen un plazo de ejecución de un año.
La infraestructura como política inclusiva
La concreción de las obras tiene una relevancia fundamental para lograr el desarrollo equilibrado de la localidad. En tal sentido, el intendente Pastore afirmó: “la inclusión no es solo dar cultura, espectáculos, alimentación o educación. La inclusión en materia de infraestructura es fundamental. Hay un sector que estuvo postergado, al que no llegaban las obras de infraestructura y que obviamente era un sector que estaba excluido”.
El sector beneficiado por la obra licitada padeció sucesivas inundaciones, en 2012, 2014 y 2017. Con recursos municipales se realizó un canal perimetral de protección y conductos subsidiarios que orientan la salida de las aguas hacia el norte.
“Es una obra muy importante porque se ha dividido el oeste en 9 subcuencas. Cada una lleva un canal periurbano, que contribuyen a que esa zona, que era un plato sopero, pueda evacuar los excedentes hídricos”, indicó Pastore, satisfecho por el logro que demandó más de dos años de gestiones.
“Una vez que esta obra de desagües se ejecute completamente, sin dudas que va a haber un antes y un después en el desarrollo de ese sector, que no solo le va a permitir crecer de manera ordenada, sino que no van a sufrir las consecuencias de las inundaciones y van a recuperar la autoestima”, destacó el jefe comunal.
Un llamado de atención
Si bien las inundaciones se producían periódicamente en distintos puntos de la provincia, hay algunos hechos que se transformaron en hitos, marcando el destino de los pueblos y las acciones de un gobierno. La inusitada cantidad de agua caída en Freyre fue una luz de alarma que fue atendida a medias desde la gestión del Estado provincial.
Desde ese momento se empezó a hablar de los consorcios canaleros, creados por ley un par de años antes y que no terminaban de constituirse.
Salvo situaciones muy puntuales, parecía que no se terminaba de comprender la magnitud de lo que se avecinaba. La inundación de Villa María y el desastre de Sierras Chicas provocaron que la provincia sintiera que realmente naufragaba en medio de los temporales de lluvias.
Fue recién ahí que impulsaron obras de canalización y se empezó a gestionar el acuerdo con la provincia de Santa Fe sobre el manejo de las cuencas y la derivación de los excedentes hídricos. Pero esto último, vale remarcarlo, fue un hecho que se esperaba desde los inicios de la década del ’80. Y los resultados de esa instancia de diálogo aún no se materializaron plenamente, como sucede con la problemática de la cuenca de la Laguna La Picasa y el persistente anegamiento en los departamentos del sur y sureste de Córdoba.
Recién en los dos últimos años se intensificó el tratamiento de cuestiones como la protección del patrimonio ambiental, el cambio del sistema de producción agrícola y la utilización de sistemas de regulación en las distintas cuencas hídricas de la provincia para prevenir las inundaciones.
Nunca es tarde para hacer lo que corresponde, pero la tardanza tiene un costo que a veces es difícil de justificar.
Fuente: La Mañana. La Mañana