Se extiende la sequía y el verano viene con menos lluvias y más calor
A corto plazo, lo ocurrido el último fin de semana no ayudó a reponer el estado de estrés hídrico que ya están sufriendo numerosos lotes de maíz.
En la zona núcleo, “en vez de las lluvias generalizadas que se esperaban el viernes 8 y sábado 9 de diciembre, se registró un pulso de calor que superó los 35°C”, advirtió la Guía Estratégica para el Agro (GEA) de la Bolsa de Comercio de Rosario.
Del mismo modo, la Oficina de Riesgo Agropecuario (ORA) de la Nación indicó que, en la mayor parte de la región pampeana, los registros de precipitaciones fueron inferiores a 10 milímetros.
Más áreas secas
Como consecuencia, “en la zona núcleo maicera los almacenajes actuales se clasifican como escasos, apareciendo recientemente áreas ocupadas por reservas deficitarias”, reportó la ORA.
Y agregó: “Se observa una disminución generalizada en el contenido de agua en el suelo debido a las escasas precipitaciones de la semana, la alta demanda atmosférica por altas temperaturas y del cultivo por su estado de desarrollo”.
En concreto, la ORA detectó un aumento del área con almacenajes clasificados como escasos (menos del 20% de agua útil) en la zona núcleo pampeana y algunas áreas que aparecen con déficit y sequía, por ejemplo, en el centro-sur de Córdoba.
“Al norte de la zona núcleo se observan varias zonas que muestran niveles de almacenaje deficitario para lotes de maíz en un periodo importante para la definición de los rindes”, completó la ORA.
Mediano plazo
Bajo este panorama, la ORA admitió que “la mayor parte de las localidades de seguimiento se evaluaron con riesgo de déficit alto o muy alto en los próximos 15 días. Esto significa que, aún con lluvias normales en las próximas dos semanas, no se revertirían los niveles deficitarios actuales de humedad en el suelo”.
Sin embargo, el climatólogo de la GEA, José Luis Aiello, pronosticó que el aporte de agua seguirá siendo escaso: “En los próximos quince días las lluvias estarán por debajo de lo normal en la franja central”.
Largo plazo
Pensando en los próximos meses, la ORA ratificó que se espera que se mantenga el enfriamiento del Océano Pacífico Ecuatorial, con un 73 por ciento de chances de que se desarrolle una fase La Niña; que traería precipitaciones normales o inferiores a lo normal en el centro-este del país; y temperaturas superiores a lo normal sobre Cuyo, sur de Córdoba y oeste de Buenos Aires; y normales o superiores a lo normal en el NOA, norte y este de Córdoba, sur de Santa Fe, centro – este de Buenos Aires y Patagonia.
Es decir: “Se evalúa, en promedio, para los meses de verano, que la probabilidad de lluvias inferiores a las normales sea del 40 por ciento. A la vez, la temperatura media se ubicaría por encima de la normal también con un 40 por ciento de probabilidad. La conjunción de estos dos factores hace prever que, si bien pueden darse eventos aislados de precipitación abundante, el contexto general para lo que resta de la campaña estaría probablemente condicionado por una oferta de humedad escasa y un nivel de consumo hídrico superior al normal”, alertó la ORA.
Según la GEA, en la región núcleo aún restan por sembrarse 700 mil hectáreas: 50 por ciento de los maíces tardíos, 40 por ciento de la soja de segunda y 2 por ciento de la soja de primera.
“La mayor preocupación está puesta en los maíces tempranos. Están a escasos días de comenzar su etapa más sensible a la falta de agua, que es la floración. La última evaluación hecha el jueves 7 de diciembre revelaba más de 100 mil hectáreas en condiciones regulares a malas”, indicó la GEA.
¿Sequía por varios años?
Paralelamente, la Bolsa de Cereales de Buenos Aires difundió su informe climático estacional en el que el climatólogo Eduardo Sierra confirma su previsión de que el efecto más duro de La Niña no se vería en la actual campaña, sino más bien a partir del ciclo 2018/19.
Si bien reconoce que ya hay campos en la zona núcleo que dan muestras de escasez de humedad, lo que dificulta la siembra y el arranque de los cultivos estivales, Sierra señala que la existencia de reservas hídricas altas, dejadas por las últimas campañas lluviosas, “compensará en buena medida la reducción de las precipitaciones, mitigando los posibles daños en los cultivos”.
“No obstante, se debe prever el riesgo de que la campaña siguiente, 2018/2019, comience con escasas reservas hídricas a lo que podrían sumarse precipitaciones escasas, determinando un escenario sumamente limitante”, prende una luz amarilla el experto.
Para Sierra, Sudamérica está ante un cambio de fase positiva en materia de precipitaciones a un período negativo, que podría extenderse durante varias campañas, lo que obligará a repensar las estrategias productivas y, por ejemplo, centrarse en siembras tardías que aprovechen los meses más húmedos del verano.
Fuente: Universal Medios. Universal Medios