“Nadie se atreva a tocar a mi vieja”
Cantaba Pappo, en uno de sus temas más famosos. “Es de la boca de un viejo / ande salen las verdades” les explicaba Martín Fierro a sus hijos. Y por supuesto, en una de las escenas más célebres del cine nacional, el mítico Sandrini gritaba a viva voz su alegría porque “la vieja ve los colores”. Cualquier observador externo diría que en la cultura argentina los padres, y los mayores en general, tienen un lugar privilegiado. Pero los argentinos sabemos mejor que nadie que no es así.
Quizás se trata de que nuestra cultura habla más de nuestros ideales, de lo que nos gustaría ser y no de lo que somos. Porque aunque todos, individualmente, digamos que somos o que éramos capaces de dar la vida por nuestros viejos, parece que como sociedad nos cuesta enormemente emprender acciones que reflejen estos valores. Nos quedamos en las palabras lindas, pero a fin de cuentas no hay nadie que no se atreva a tocar a la vieja.
No es que sea un problema exclusivo de este gobierno. De los años 90 nos quedó la imagen de Norma Pla trepando vallas y enfrentándose a la policía. También haciendo llorar lágrimas dudosas al entonces Ministro Cavallo. Con el gobierno radical de De la Rúa llegó el infame recorte del 13% a los jubilados, que encabezó Patricia Bullrich, como Ministra de Trabajo y Seguridad Social. Ni que hablar de la década kirchnerista y las largas idas y venidas por el 82% móvil, que nunca llegó a concretarse.
En fin, no es este un problema propio de Cambiemos, sino un problema de nuestra sociedad. Pero eso no quita que, hoy por hoy, el gobierno sea el principal responsable de enfrentarlo. Deberíamos preguntarnos por qué, siempre que hay que realizar un ajuste, se empieza desde abajo, cortando el hilo por lo más delgado. Pensemos que una cifra que para otros sectores puede ser despreciable, digamos mil o dos mil pesos, para un jubilado es la diferencia entre llegar a fin de mes o no hacerlo, entre pagar el gas o pasar el invierno con frío.
Tampoco me cierra por qué, si todos los gobernadores (con excepción de Rodríguez Saa) firmaron este recorte, hoy la discusión es tan encarnizada, y los restantes bloques acusan al gobierno de insensibilidad social. ¿Será una puesta en escena, más que otra cosa? ¿Otra expresión de los valores que nos gustaría tener, y no de los que realmente tenemos?.
No podemos olvidar que los que ahora son viejos son los que en otro tiempo construyeron este país. Nosotros no les estamos pagando la jubilación, ellos mismos se la pagaron con su trabajo y con sus aportes. No pagarles lo que les corresponde no es ahorrar ni recortar gastos; es sacarles algo que es de ellos, que siempre lo fue.
De la misma manera, esperamos que los aportes que nosotros hacemos hoy vuelvan a nosotros con el tiempo, y no que que algún gobierno de dentro de diez o de veinte o treinta años los use para cualquier otra cosa. Más que insistir en que “nadie se atreva a tocar a mi vieja”, deberíamos empezar a preocuparnos porque nadie se atreva a tocar lo que es de todos.
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