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La distancia entre lo que da y lo que cobra el municipio

Todas las mañanas, Viviana saca el auto de su casa en Argüello con mucha precaución. Sabe de otros vecinos que sufrieron asaltos mientras salían. Además, entre su cochera y la calle de tierra de su cuadra suele existir un corte profundo.

En esa cuadra, hay cuatro lámparas. Funcionan dos, porque las hicieron reparar los vecinos. “Conseguí el teléfono de un empleado de Alumbrado Público y él nos instaló la lámpara. Pagamos 700 pesos hace más de un año; ahora piden más de mil”, cuenta.

Su nena de 4 años va a un colegio que está a siete cuadras, en barrio Quisquisacate. Pero salen al menos 20 minutos antes de la hora de ingreso.

“Voy con tiempo, por los pozos. Las calles están en muy mal estado y también reniego para poder estacionar, porque toda la zona de la escuela está llena de barro”, cuenta la vecina de calle Huaina.

La hija más grande y el marido de Viviana usan el colectivo, pero igual reniegan.

Viven a una cuadra y media de la Recta Martinoli, pero ese pequeño trayecto por calles de tierra es un dolor de cabeza todo el año. En la zona, no hay veredas. “Algunos vecinos van en ojotas hasta la Recta y ahí se cambian el calzado”, sostiene.

Deben hacer la carga de Red Bus en el Centro: en el barrio, hay un quiosco a cinco cuadras, pero muchas veces se queda sin saldo para cargar.

El cambio en los recorridos tras la implementación del nuevo sistema de transporte no los benefició. Antes, podían llegar al Centro por la avenida Cárcano o Rafael Núñez. Ahora, sólo por esa vía.

Viviana asegura que hace tiempo que el camión de la basura dejó de pasar los sábados; es decir, tienen cinco días de recolección en lugar de seis.

“El gran problema son los fines de semana largos. Si cae lunes un feriado, el martes no completan el recorrido y recién pasan por acá el miércoles, desde el viernes anterior”.

La mujer asegura que el reclamo por el asfalto en el barrio es muy viejo. “El año pasado, antes de las elecciones, la Municipalidad empezó a asfaltar el sector. Pero hizo dos cuadras y abandonó la obra. En algunas calles hizo sólo el cordón cuneta, lo que fue peor: cada vez que llueve, el agua va socavando los costados y los vecinos tienen que rellenar con piedras y tierra”, dice.

En ese sector al noroeste de la ciudad, no hay cloacas y los pozos negros tienen poca profundidad, por las características del lugar.

Desagotarlos cuesta unos dos mil pesos. Tampoco hay cartelería en muchas calles y la sensación de que el municipio está ausente es mayor a cada paso.

Cada casa un mundo
El caso de Viviana es uno entre las más de 500 mil cuentas de inmuebles de la ciudad de Córdoba. Este año, ella le pagará a la Municipalidad 3.408 pesos en concepto de Contribución sobre los Inmuebles.

En su barrio, según una base de datos elaborada por el tributarista Daniel Montes para el concejal Esteban Dómina, la suba en una casa de 145 metros cuadrados alcanzó el 532,3 por ciento desde 2012, es decir, en el quinquenio que lleva la administración de Ramón Mestre.

El aumento promedio en ese período, según el relevamiento de 30 inmuebles en distintos puntos de la ciudad, es del 442,6 por ciento, mucho más que la actualización del salario, de los precios en los supermercados e incluso del metro cuadrado de construcción.

Este año, los vecinos relevados pagarán al municipio entre 1.211 pesos, en el caso del que vive en barrio Talleres Sur, y 13.716,78 pesos, si se toma como ejemplo una vivienda en barrio Villa Belgrano.

Siempre más
La suba de impuestos fue incesante desde 2012.

El incremento más fuerte ocurrió no bien asumió Ramón Mestre: promedió el 68 por ciento –fue del 50 al 85 por ciento–, con eliminación del descuento del 30 por ciento.

En simultáneo, se creó una nueva tasa para hacer cloacas, que encareció un 10 por ciento la factura de Aguas Cordobesas.

La promesa, en ese momento y en los años siguientes, fue que todos esos fondos extras no irían a los sueldos de los municipales, sino a recomponer el estado de la ciudad.

En 2013, segundo año de Mestre, la suba también fue muy superior a la inflación: promedió el 44 por ciento. En 2014, se aplicó un aumento promedio de 29 por ciento (entre el 25,5 y el 32,5 por ciento).

En 2015, el incremento llegó a una media de 36 por ciento. Desde enero de este año, en tanto, se aplicó otro aumento de 28 por ciento.

El acumulado es más del 442,6 por ciento promedio, pero hay sectores de la ciudad en los que supera el 600 por ciento.

Semejante suba, reiteran desde el municipio, refleja también el atraso de años en la actualización de las valuaciones durante la gestión de Luis Juez y de Daniel Giacomino, quien realizó en 2009 un revalúo muy fuerte, que recién terminó de aplicarse en la gestión Mestre.

Para los vecinos, el cálculo es mucho más simple: los aumentos se sucedieron en los últimos cinco años y, en la mayoría de los barrios, las mejoras concretas aún se hacen esperar. En otros, algunas prestaciones empeoraron.

Las mejoras también existieron, en especial en materia de desagües o pavimentación de nuevas cuadras, pero la cuenta general indica que lo que dio el municipio es mucho menos de lo que exigió.

Fuente: La Voz del Interior. http://www.lavoz.com.ar/ciudadanos/la-distancia-entre-lo-que-da-y-lo-que-cobra-el-municipio?cx_level=principal

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