Un sanfrancisqueño entre los 17.000 voluntarios que trabajan en el Mundial
Tiempo atrás, en nuestra sección especial «Sanfrancisqueños por el Mundo», contábamos las peripecias viajeras de Juan Dalmasso, un joven ingeniero en sistemas oriundo de nuestra ciudad que, desde hace dos años, vive junto a su novia en Nueva Zelanda.
Seis meses después de aquel relato, Juan está viviendo una experiencia de la que cualquier futbolero quisiera ser parte. Es que, de los 17.000 voluntarios que la FIFA seleccionó para que trabajaran en la organización del Mundial en Rusia, él es el único argentino, ¡y además es nuestro!
Su trabajo como parte del equipo de voluntarios consiste, fundamentalmente, en asegurar el correcto funcionamiento de las redes de internet en los estadios, de las impresoras, y todo aquello relacionado con el área de sistemas.
«Siempre quise estar en una copa del mundo, desde chiquito. Nunca me imaginé, siendo sincero, que podría estar como voluntario o como parte de la organización. Pero cuando vi una noticia informando que se habían abierto cupos para extranjeros, sentí que era una puerta de entrada. En ese momento estaba muy lejos de tener acceso al mundial como espectador, entonces decidí inscribirme y con el tiempo fui pasando las entrevistas, y empecé a verlo como algo posible, hasta que me dieron las buenas noticias», explica.
Juan está trabajando en Ekaterimburg, urbe donde se jugarán cuatro partidos, y en tres de ellos participarán los equipos de México, Uruguay y Perú. Vive junto a otros voluntarios en una residencia Universitaria, con habitaciones compartidas. Como en esa localidad no jugará la Selección argentina, por el momento no se cruzó con ningún coterraneo, pero entre los compañeros con los que vive en la residencia hay mexicanos, peruanos, chilenos, guatemaltecos, salvadoreños y ecuatorianos. «Con ellos pasamos la mayor parte del tiempo y realizamos juntos diferentes actividades fuera del horario de nuestro trabajo».
Cada uno tiene una aplicación en su teléfono celular, desde donde gestionan todo lo relativo a sus cronogramas de actividades. Además, cuentan con un calendario donde se les informa qué días tienen que estar presentes, en qué lugar, y entre qué horarios. Todo está perfectamente diagramado.
Su trabajo durará cuatro semanas, durante el mes de junio, período que coincide con la primera ronda del mundial, por eso junto a su novia decidieron quedarse por dos semanas más en Rusia, y comprar tickets para ver algunos partidos de la segunda ronda y , ¿por qué no?, al equipo de su país. «Conseguí entradas para ver a Argentina en octavos y cuartos de final, si pasamos», cuenta.
«Los turnos en general comienzan a la mañana, así que me levanto temprano, desayuno algo liviano en la habitación, me pongo el uniforme y camino dos cuadras hasta la parada del tranvía. Como voluntarios, tenemos acceso al transporte público gratuito. El tranvía tarda aproximadamente 40 minutos hasta llegar al estadio. Una vez que llegamos, hacemos check in con la aplicación del celular, y nos encontramos con todos los miembros de nuestro equipo. Yo trabajo en el centro de medios, así que luego me dirijo ahí donde tenemos nuestra pequeña oficina. En el almuerzo tenemos un voucher, que también obtenemos con la aplicación del celular, y almorzamos todos juntos en el comedor. La comida aquí es muy rica y abundante, siempre nos dan una sopa de entrada, un plato principal con guarnición, fruta, ensalada y postre», describe el joven.
Pero en su estadía en Ekaterimburg, cuarta ciudad más grande de Rusia y capital de la Región de Los Urales, Juan está aprovechando sus días libres, y no pierde oportunidad para conocer la ciudad y sus museos históricos. «Es una ciudad con mucha historia, y muy hermosa. Al no ser una metrópoli, como Moscu o St. Peter, todavía conserva muchas cosas de la ex Unión Soviética, tales como autos y edificios viejos, que la hacen muy pintoresca. Aquí hay mucha conciencia cultural de mantener en buen estado a los edificios antiguos e históricos. Y la gente te cuenta orgullosa la historia de cada lugar al que vas, demostrando que están muy conscientes de su historia y su pasado», relata.
Curiosidades
Lo que más llama la atención a Juan, es que en Ekaterinburg sólo es de noche desde las 22 horas hasta las 4 de la madrugada; el tiempo restante es de día, aunque al estar nublado casi constantemente, no se vea el sol. A pesar de que es verano, hasta ahora sólo un día las temperaturas superaron los 20 grados centígrados. Los vientos y el frío son una constante. «La gente aquí está preocupada, ya que debería hacer un tiempo agradable a esta altura, pero todavía tienen fe de que cuando empiece a rodar la pelota va a cambiar el clima y va a salir el sol», finaliza.
Por Julieta Balari.-