Beatriz Regal: «El violento es muy astuto, no se da a conocer como tal»
Beatriz Regal tiene 72 años, y encontró el modo de transformar el dolor en resiliencia. Desde hace años recorre el país visitando diversas instituciones, en particular a aquellas vinculadas a las juventudes, como escuelas y universidades, con el objetivo de concientizar sobre la violencia de género.
En su paso por San Francisco, uno de los colegios secundarios que visitó fue el Bailón Sosa, donde además funciona la sede del Centro Universitario San Francisco. En su presentación allí, comenzó saludando “a todas y a todos” y aclaró que desde hace un tiempo utiliza el lenguaje inclusivo. “Sé que acá no se usa, a mí también me costó mucho incorporarlo pero en Paraná, charlando sobre identidad de género, aprendí que para ser inclusivos tenemos que usar el todes”, dijo frente a un atento alumnado.
La charla siguió con el relato de la odisea judicial que debió atravesar junto a su familia desde aquel febrero del 2010, cuando su hija Wanda falleció después de once días de agonía, a causa de las infecciones y los irreversibles daños en sus vías respiratorias provocados por quemaduras en el 70 por ciento de su cuerpo. Su esposo, Eduardo Vázquez, quien en ese entonces era el baterista de Callejeros, la había rociado con alcohol para luego prenderla fuego con un encendedor.
“Hablamos de violencia de género porque hay un alto porcentaje de mujeres y mujeres trans que mueren por eso, por ser mujeres y por ser trans, y hace mucho se usaban términos como crimen pasional, incluso a partir del juicio de mi hija se empezó a poner de moda que los jueces digan que se trató de emoción violenta” explicó. Es que, en el 2012, Vázquez había sido condenado solamente a 18 años de prisión porque los jueces consideraban que existía un atenuante de “emoción violenta” por el trauma vivido luego del incendio en Cromañón. Al respecto, Beatriz dijo que “en la justicia tenemos insertados hombres que vienen del patriarcado cerrado y por más pruebas que uno presente no son suficientes”.
La lucha de la familia y la presión social derivaron, un año después, en la revisión de la sentencia por parte de la Cámara de Casación, y finalmente dictaron la prisión perpetua para el femicida Eduardo Vázquez, es decir, una condena de 35 años de cárcel que, según Beatriz “sentó un precedente importante en la Argentina”. Se había determinado que no existió tal emoción violenta, sino que hubo intencionalidad.
Beatriz reconoció que siempre fue feminista, pero que tomó real conciencia de lo que significa la violencia de género a partir de lo que le sucedió a su hija Wanda. “Yo era mal vista porque trabajaba y me pagaba mis estudios, y porque me preocupaba por los problemas de las mujeres, luché desde joven por cuestiones como el parto humanizado”, indicó, y recalcó la importancia de trabajar desde una perspectiva en la que no se coloque a los hombres como enemigos. “No estamos en contra de los hombres, absolutamente no, este trabajo lo hacemos juntos, hombres y mujeres”, sostuvo.
Además, aconsejó a los jóvenes para que puedan detectar las señales que aparecen ante una relación insana. “Nosotros empezamos nuestras primeras relaciones y noviazgos normalmente en el secundario y es importante tener claro que, por ejemplo, a una persona no la quieren más por decirle que no vaya sola al supermercado con un pantalón ajustado”, fue una de las frases que dijo a los estudiantes.
Otra de las advertencias que hizo a los presentes fue que, cuando una persona realiza una denuncia, normalmente no es ante la primera señal de violencia y sentenció: “El violento es muy astuto, no se da a conocer como tal, sino como alguien que ama mucho y cuida mucho a su pareja, eso son los primeros síntomas. Por eso yo siempre digo que si suben al ascensor de la violencia, bájense antes del último piso porque es la muerte, y hay varias instancias previas donde uno puede darse cuenta”.
Afirmó que la historia mundial está repleta de logros femeninos y que las mujeres tienen “una historia de luchadoras que muchas veces olvidan”. Contó que en ocasiones estuvo frente a víctimas de violencia de género “diciendo que solas no podrían salir adelante” y prosiguió: “Yo les digo que las mujeres nos multiplicamos, cuando hay situaciones de crisis periódicamente como en nuestro país, las mujeres salen a trabajar más horas, y hay casos en los que cuando llegan a su casa ‘el proveedor’ las golpea y las maltrata, en época de crisis aumenta la violencia porque estamos en una sociedad patriarcal donde se cree que el hombre es el que provee”.
En varias ocasiones mencionó a su esposo, quien también se unió a su trabajo de concientización y enseña cocina en jardines de infantes haciendo participar tanto a las niñas como a los varones. “Cada uno corta sus fideítos y se lleva su bolsita a la casa, para demostrar que hombres y mujeres podemos cocinar, que sí podemos compartir las tareas del hogar”. Tal vez por esa razón es una ferviente defensora de que para desterrar el machismo, es necesario incluir a los hombres, y no apartarlos.
Por último, agradeció a los jóvenes la atenta escucha y los instó a aprovechar las herramientas con las que cuentan. “Ustedes tienen una escuela que sí tiene perspectiva de género, tienen muchas herramientas como el Consejo Municipal de la mujer, y no en todo el país pasa lo mismo”, expresó.
Un antes y un después
En diálogo con DIARIO SAN FRANCISCO, Beatriz contó que desde la muerte de Wanda en manos de Vázquez, su vida dio un giro completo: “Asumir una muerte no es fácil, la muerte de un hijo no se supera nunca, y cada año que pasa es terrible, pero al poder comunicarme socialmente ese sufrimiento se calma, porque uno recibe mucho amor y cariño donde va”, explicó.
Dijo que lo que más le importa es demostrar a sus nietos – los hijos que Wanda tuvo con una pareja anterior a Vázquez- que no tengan odio ni rencor “porque sus abuelos se ocuparon a través de la justicia de conseguir lo que se necesitaba, que era la prisión perpetua por lo que le hicieron a su mamá”. Hoy, los nietos de Beatriz son adolescentes, y tienen una relación muy cercana con su abuela, que encuentra el momento entre cada viaje para ayudarlos con las materias de la escuela.
“Yo también me tuve que poner una máscara, un caparazón siempre me caractericé por ser una mujer fuerte. Yo te puedo contar minuto a minuto todo lo que pasó en la casa de Wanda y todo lo que dijo mientras estuvo internada, y los médicos hicieron ‘silencio hospitalario’, pero igual me enteré y lo supe absolutamente todo porque hice un trabajo investigativo, visité 1400 departamentos buscando a una enfermera y a todas las personas que estuvieron internadas en el shoc kroom, o familiares de quienes estuvieron internados también ahí y fallecieron”, contó.
Aseguró que atravesar por una situación así la convirtió en “una persona que se propone campañas fuertes”. De hecho, comentó que llevó adelante la Campaña Naranja lanzada por la ONU, y mencionó que en la vecina localidad de Las Varillas vive una compañera de su lucha, Claudia Maldonado “que fue víctima de una terrible violencia durante muchos años, y que viviendo en un lugar muy humilde recibía a mujeres lastimadas de todo el país, sacaba a sus hijos de la cama para que pudieran dormir ellas, y hoy ya tiene un lugar físico que le dio el intendente que tienen ahora y una funcionaria de Córdoba se lo equipó completo”.
Recalcó que para ella, la provincia de Córdoba siempre “marcó historia, desde el Cordobazo en adelante” y completó: “Yo cuando falto muchos días de casa, siempre le pregunto a mi marido qué pasó en Córdoba, porque es un punto donde los cambios sociales se dan, porque los cambios se consiguen de abajo hacia arriba, tenemos que conseguirlo luchando desde abajo”.
Sobre los movimientos feministas que se vienen desarrollando a escala mundial, y particularmente en América Latina, dijo: “Yo soy feminista desde que tengo uso de razón, pero me parece que hay grupos extra feministas que están destruyendo el trabajo de construcción que están haciendo los hombres y las mujeres juntos”.
Por Julieta Balari.-