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Los remedios subieron 66,5% en 2018 y muchos cortan los tratamientos

Los medicamentos subieron en 2018 un 66,5 por ciento en relación con 2017. Esto es un 20 por ciento por encima del índice de inflación general. Ante esta situación, el Colegio de Farmacéuticos de la Provincia de Córdoba alertó que cada vez más personas interrumpen sus tratamientos porque no pueden costear los remedios prescriptos por el médico.

A la hora de contar los billetes y decidir qué llevar, los comportamientos son diferentes. Los adultos mayores deciden comprar algunas drogas y otras no. En cambio, los jóvenes piden fraccionado. En ambos casos, hay una afectación de la calidad de vida.

“Hace tiempo venimos advirtiendo que la crisis está impactando en la conducta de los pacientes en las farmacias. Dos años atrás, dijimos que consultaban precios y se llevaban el más barato. Pero ahora, en cambio, están cortando los tratamientos”, indicó Georgina Giraldi, vicepresidenta del Colegio de Farmacéuticos.

La entidad emitió el alerta ante la escalada de precios en los medicamentos. Según un relevamiento realizado por el Observatorio de la Confederación Farmacéutica Argentina –sobre la base de los informes de ventas–, el incremento promedio fue de 66,5 por ciento, en relación con 2017.

De acuerdo al informe del organismo, al que tuvo acceso este diario, las subas van de 8 a 173 por ciento. Por citar sólo un ejemplo, el Reliveran (antiemético) del laboratorio Gador pasó de 61,58 pesos en diciembre de 2017 a 163,12 pesos en enero de este año. El incremento fue de 164,89 por ciento.

“Lo que más nos preocupa es que muchos discontinúan o alargan los tiempos de toma entre un comprimido y otro. En el mostrador, manifiestan que el dinero no les alcanza”, indicó Giraldi.

Tratamientos para el colesterol, paliativos del dolor, suplementos vitamínicos, antiinflamatorios y productos para facilitar la circulación figuran en la lista de lo que más se corta. En cambio, medicamentos contra la hipertensión o diabetes no se discontinúan porque “son de vida o muerte”.

“Cortar un remedio contra la gastritis puede provocar una úlcera –alertó Giraldi–. Si no se corrige una intoxicación hepática, se puede producir una mala absorción de vitaminas y minerales. Y, por consiguiente, una desnutrición. Un producto que se abandone para la osteoporosis puede provocar quebraduras. En cualquier caso, disminuye la calidad de vida”.

La entidad afirmó que la crisis en el sector es alarmante. El aumento de precios del año pasado no se vio reflejado en la facturación de las farmacias (que subió un 30 por ciento, por debajo de la inflación) ni en las ventas (bajaron un 5,1 por ciento).

Este combo hizo que, por mes, cerraran en promedio seis farmacias en Córdoba, según datos de la entidad. La mayoría estaban ubicadas en barrios alejados del Centro y en localidades pequeñas.

Más vulnerables

Los adultos mayores están en mayor riesgo porque son los que consumen más medicamentos. Los jóvenes piden fraccionado y, en lugar de dos comprimidos por día, toman uno. O sólo lo hacen cuando aparece el dolor.

Carlos Presman, especialista en Medicina Interna y Terapia Intensiva, destacó que el internado del Hospital Nacional de Clínicas está hoy lleno a causa de pacientes con enfermedades crónicas que se descompensan por motivos sociales y económicos. Gran parte son adultos mayores con Pami.

“Las condiciones de vida favorecen la enfermedad. No sólo porque los pacientes no pueden acceder a los medicamentos; también porque se genera un cambio de ánimo en el que disminuyen los parámetros de autocuidado y se abandona el tratamiento”, dijo Presman.

¿Por qué cuesta tanto comprar remedios en épocas de crisis? Iván Ase, médico magíster en Administración Pública, explicó que mientras que los insumos médicos están atados al dólar, los salarios corren por detrás de la inflación.

“Los insumos de los remedios, las patentes y la tecnología médica están dolarizados. En momentos de devaluación de nuestra moneda, el traslado a precios es casi absoluto. Por eso, en períodos de crisis e inflación, se generan problemas muy serios para acceder a medicamentos”, indicó.

Las tres principales fuentes de acceso a los remedios se ven resentidas en épocas de crisis. Por un lado, los aportes de las obras sociales y prepagas, ya que crecen al ritmo de los salarios (y por debajo de la inflación). En segundo lugar, el Estado, que comienza a recortar los programas de distribución gratuita. Y finalmente, también tiene un menor poder adquisitivo quien decide comprar los medicamentos de su bolsillo.

“Lo que queda es el pago particular, que también depende de los salarios devaluados. Ahí, los remedios compiten con los servicios como la luz, el gas y el agua”, agregó el especialista.

Hoy los precios se ajustan por el libre juego de la oferta y la demanda. La excepción es la obra social de los jubilados, Pami, que realizó un acuerdo de precios con tope de 47 por ciento. De todas maneras, los viejitos siguen estando en apuros para comprar medicamentos, a raíz de la quita de los subsidios del ciento por ciento. Y, además, porque las jubilaciones corrieron por detrás de la inflación.

Ase advirtió que, al descentralizar la salud y dejarla en manos de las provincias, la Nación está discontinuando programas como el Remediar, que nació en épocas de crisis, garantizó el acceso gratuito a los medicamentos y sirvió para regular el mercado.

Por su parte, Presman calificó de “tragedia sanitaria” la realidad actual. Y agregó: “Es una conjunción dramática en la que las condiciones de vida generan más enfermedad y el Estado se retira de la asistencia. Los pacientes no pueden pagar los medicamentos que antes conseguían gratis”.

Con aumentos de hasta 173%, algunos medicamentos se tornaron inaccesibles

El principio activo enalapril (contra la hipertensión) subió entre 21 y 63%, dependiendo del laboratorio.

La droga rosuvastatina (para el colesterol) aumentó 43% en Lazar, 47% en Montpellier y 52% en laboratorio Baliarda.

La amoxicilina de Montpellier se incrementó 62%; la de Fabra, 38,7%; la de Bagó, 34% y la de Nova Argentina, 8,66%.

La gamaglobulina antitetánica de Gador pasó de $ 832 en diciembre de 2017 a $ 1.982 en enero de 2019. Aumentó 138%.

La levotiroxina (hormona para tiroides) se encareció 124% en el laboratorio Fabra, 150% en Phoenix y 58% en Montpellier.

La ranitidina 30 comprimidos (antiulceroso) de Elea-Phoenix pasó de $ 84,60 en abril del 2015 a $ 257,59 en 2019.

La insulina humana (hipoglucemiante) de Sanofi -Aventis aumentó 73%, pasando de $ 1.151 a $ 2.001 en un año.

El ibuprofeno de la marca Vent 3 subió 58%. El de Fecofar, 63% de octubre de 2017 a febrero de 2019.

Fuente: La Voz del Interior. La Voz del Interior