LocalesSociales

El Obispo Buenanueva habló de las renuncias de sacerdotes

Las renuncias de los padres Raúl Martini y Héctor Combina han causado sorpresa e inquietud, ante todo, en la comunidad católica, pero también en la sociedad, especialmente de la ciudad de San Francisco. Han despertado el legítimo interés informativo de los medios.

Forma parte de la dinámica de estas situaciones que, tanto en la calle como en las redes, circulen versiones, comentarios, suposiciones. Algunos expresan preocupación; otros, una mirada más crítica y severa sobre la Iglesia y sus pastores.

Como saben, he asumido desde mi llegada a la diócesis, el criterio de responder siempre a sus requerimientos, incluso si se trata de temas difíciles, en la medida de mis posibilidades. Los sacerdotes somos personas públicas: nuestras personas, palabras y conducta están expuestas a la opinión pública. Queremos vivir nuestro ministerio con verdad, sin temor a reconocer nuestros yerros y rectificar nuestra conducta. La principal autoridad de un pastor es moral y espiritual.

El tema que nos ocupa es delicado. Genera mucho dolor en todos: obispo, comunidades, sacerdotes, laicos. No es cómodo abordarlo. Pero lo hacemos, tratando de ser lo más transparentes que podamos, resguardando también el derecho a la intimidad y a la buena fama de las personas involucradas. Existe siempre -mucho más hoy- el riesgo cierto de cruzar el límite de la difamación. Es decir: el derecho a la verdad y a la información es también relativo, y este límite tiene que ver con la dignidad de las personas.

Una aclaración importante: los Padres Raúl Martini y Héctor Combina no han dejado el sacerdocio. Por pedido del obispo, han renunciado a los oficios que la Iglesia les había encomendado. En el caso del Padre Combina, además, el obispo le ha pedido no ejercer el ministerio de forma pública, al menos por un tiempo.

Cuando el obispo le pide a un sacerdote que renuncie a los oficios encomendados puede ser porque le va a encomendar otra tarea; o, porque ha habido una evaluación de su desempeño que ha constatado circunstancias que provocan esta decisión. Este último supuesto es lo que ha acontecido aquí. Obviamente, en ambos casos, de dicha evaluación he concluido que no estaban en condiciones de seguir en sus oficios de párrocos.

Por eso, ambos sacerdotes, después de un diálogo franco conmigo y con comprensible dolor, han aceptado hacer un camino personal de revisión de vida que los ayude a superar las dificultades constatadas.

Sobre la naturaleza de estas circunstancias y dificultades -distintas en ambas situaciones- no me voy a explayar. Tienen que ver con el ámbito privado. Prevalece el respeto por las personas. Sabemos que hay muchos comentarios, pero no podemos hacernos eco de ellos. Así se lo hemos explicado también a los consejos de pastoral de las parroquias implicadas.

En el caso particular del Padre Héctor Combina, el obispo, después de escuchar el testimonio de algunos fieles, resolvió abrir una investigación más amplia. Se ha escuchado a muchas personas, arribando a la conclusión antes señalada de que no era conveniente que el Padre siguiera como párroco, capellán del Hospital y asesor del Movimiento de Cursillos. También a raíz de esa investigación he tomado la decisión de que, al menos por un tiempo, el Padre no ejerza públicamente el ministerio sacerdotal.

En estos días, algunas informaciones han dado cuenta de que se existiría una denuncia ante la Justicia contra el Padre Combina por un delito de instancia privada. Es una cuestión delicada. De ser verosímil, el obispo tendría que abrir una investigación canónica. He tomado conocimiento de esta presunta denuncia después de la investigación y el pedido de renuncia.

Ni estas renuncias ni los cambios a que han dado lugar estaban programados. Desde el Obispado pensábamos que, dentro de dos años, cuando se cumpliera el período para el que fueron nombrados varios párrocos, íbamos a hacer una serie de cambios pastorales. Ahora estamos obligados a revisar la atención pastoral, no sólo de las parroquias de la ciudad, sino de toda la diócesis.

Seguramente, algunas comunidades quedarán sin la presencia permanente de un pastor (como San José Obrero y Santa Rita ahora). Pedimos paciencia y disposición para que todos, obispo, sacerdotes y consejos pastorales podamos hacer juntos un discernimiento de los pasos a dar en adelante.