10 mil hogares, complicados por los créditos UVA
El 4 de abril de 2016, el Banco Central de la República Argentina (BCRA) dispuso la implementación de una nueva modalidad de ahorro y de préstamos “con el potencial de cambiar radicalmente el acceso a la vivienda para las familias” en el país: los créditos UVA.
El instrumento nació con el propósito de “captar el ahorro de personas físicas y jurídicas o de titularidad del sector público para destinarlos a la financiación de largo plazo en la adquisición, la construcción o la ampliación de viviendas”.
El presidente Mauricio Macri se encargó de explicar que la innovación financiera denominada en unidades de valor adquisitivo (UVA) “permitiría disminuir rápidamente el déficit habitacional estructural y promovería el crecimiento económico y el empleo genuino, a través de una fuerte inversión en viviendas”, se entusiasmó el mandatario.
Las UVA, vale precisar, equivalen a la milésima parte del costo promedio de construcción de un metro cuadrado de vivienda. El valor se actualiza a diario, en función de la variación del coeficiente de estabilización de referencia (CER), que se basa en el índice de precios al consumidor (IPC).
El anuncio, replicado de manera vertiginosa y masiva, infundió ánimo y esperanza en quienes alimentaban el sueño de la casa propia y veían la posibilidad de empezar a consumarlo de una vez por todas. Otros, más precavidos, sostenían que, en un escenario de fragilidad económica, sonaba a un “canto de sirena”.
El argumento oficial para presagiar el éxito del plan se asentaba en la certeza de que la estrategia diseñada para “erradicar la inflación con políticas fiscales y monetarias racionales” no podía fallar. Así, según el razonamiento del entonces titular del BCRA, Federico Sturzenegger, el descenso paulatino de los precios de la economía promovería el ahorro, “que es la materia prima de las entidades financieras, sentando las bases para desplegar el crecimiento crediticio a través del alargamiento de los plazos”, según infirió.
En aquel momento, la invitación a tomar un crédito UVA era muy tentadora: la cuota inicial era realmente baja, equivalente a menos de la mitad de la de un préstamo tradicional, y mucho menor que el alquiler de una vivienda.
Pero pasaron cosas.
Con el agua al cuello
“Todo fue un engaño”, asegura de modo tajante la abogada Julia Irazoqui, referente en Córdoba del grupo Hipotecados UVA Autoconvocados. Este grupo se presenta en Facebook como constituido por “familias hipotecadas con créditos UVA”. Sus integrantes aseguran que están “sobreendeudados y desesperados”.
Por esa razón, se juntaron con el propósito de hacer visible la problemática que los desvela. “Exigimos una solución seria y responsable del Gobierno”, pregonan a coro e izan como bandera el hashtag: #ViviendaSiNegocioNo.
Se ilusionan con la sanción de una ley que anule el sistema de UVA para la actualización de los créditos y prohíba las ejecuciones de viviendas cuando se demuestre la imposibilidad de pago. Hay varios proyectos en consideración de los parlamentarios que esperan turno para ser debatidos en el Congreso Nacional. “Están todos cajoneados y no existe voluntad política para tratarlos, menos en un año electoral”, interpreta Irazoqui.
Matías López (33) es uno de los poco más de 10 mil cordobeses que obtuvieron un crédito UVA. Su situación ayuda a entender lo que les sucede a muchos hipotecados en circunstancias similares.
En marzo de 2018, este empleado metalúrgico sacó un crédito UVA de 1,8 millones de pesos, a 20 años de plazo, para comprar una casa en barrio Crisol Norte. Hoy, la deuda con el banco privado que lo otorgó –asegura– es de 2,8 millones. “La cuota que venció en junio fue de 26 mil pesos, 10 mil pesos más que la primera que pagué del préstamo”, precisa. “Hoy la cuota representa el 37 por ciento de mis ingresos, cuando al comienzo era del 25 por ciento”, ilustra.
Matías está casado con Daniela, una médica que trabaja en el Hospital de Niños de la Santísima Trinidad; tienen un hijo de 2 años. “No pido que me regalen nada. Quiero pagar lo que el banco me prestó para comprar mi casa y por eso me parece que lo más justo es que la variación de las cuotas se realice teniendo en cuenta la actualización del salario porque, como viene sucediendo hasta ahora, cada vez se nos hace más cuesta arriba pagarlas”, comenta con aflicción. “Si esto no cambia, va a llegar un momento en que no vamos a poder pagar más”, razona el joven papá.
Lo que le sucede a Matías se explica en la variación de la unidad de referencia. El 31 de marzo de 2016 (cuando se lanzó el sistema), el valor UVA era de 14,05 puntos. Ayer alcanzó los 37,13. Es decir que desde que arrancó el sistema subió 164,3 por ciento.
Otro dato ilustrativo: el 6 de junio del año pasado, la UVA era de 23,87 puntos, es decir, tuvo un incremento interanual de 55,6 por ciento al día de hoy.
Mientras, el Índice de Salarios que publica el Indec indica que de marzo de 2018 a marzo de 2019 el incremento fue del 37,3 por ciento, 18,3 puntos por debajo de la evolución de las UVA. Este es el “pecado” del sistema: en un contexto de alta inflación como el actual, las cuotas crecen por encima de lo que lo hacen los salarios, por lo que terminan quedándose con una porción cada vez más significativa de los ingresos de una familia.
En el podio
Según la información que brindó el jefe de Gabinete, Marcos Peña, a los diputados de la Nación en su visita al Congreso en abril último, desde mayo de 2016 hasta enero de este año se otorgaron 100.969 créditos UVA a personas físicas.
De ese total, 10.208 aplicaron en Córdoba (el 10,1 por ciento). Nuestra provincia ocupa el tercer lugar del podio, detrás de la provincia de Buenos Aires, que lo encabeza con 40.317 (39,9 por ciento), y la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, con 23.993 hipotecas (23,8).
Irazoqui está convencida de que la mayoría de los tomadores de créditos UVA no fueron asesorados correctamente por los bancos que adhieren al nuevo sistema. “No le dijeron a nadie que el sistema con UVA es una indexación encubierta; tampoco que se irían cambiando las condiciones de la ley que dio origen al instrumento financiero mediante decretos de necesidad y urgencia, y dictámenes internos del Banco Central”, cuestiona.
“Los tomadores de créditos cayeron en una trampa de la que les resulta difícil zafar. La inmensa mayoría de ellos se encuentra hoy en situación de ahorcamiento”, concluye.
Fuente: La Voz del Interior.La Voz del Interior