Las redes, el big data y la soberbia electoral
En las redes sociales no hay veda que valga. Durante las 48 horas previas a cada elección, los argentinos no podemos asistir a reuniones, participar en espectáculos públicos, comprar alcohol, ni -muchos menos- realizar actos de proselitismo.
Restricciones pensadas para proteger a la democracia argentina, en tiempos en que las elecciones podían terminar en grandes batallas campales. Lo que no está prohibido es hablar de política, al menos en el ámbito privado. Pero las redes sociales forman esa peculiar esfera en que incluso lo individual es público, y puede llegar a tener un alcance masivo.
Ocupan la zona de gris de una legislación que no siempre es respetada. Las fronteras entre la simple opinión y el proselitismo no siempre están claras. Y sostener la veda es imposible cuando hay una tribuna popular abierta las 24 horas.
Las redes sociales van convirtiéndose poco a poco en una ventana importantísima a los pensamientos y sentimientos de la gente. Son un muestrario masivo de opiniones, y también un termómetro de lo que está ocurriendo.
Los titulares y las notas que se publican en medios masivos están realizadas, a fin de cuenta, por individuos, o por pequeños grupos de personas. Las redes son como una gran nota multitudinaria que nunca se termina de escribir.
La pregunta es, ¿cómo tenemos que leerlas? Es tentador pensar que los algoritmos podrán, en algún momento, decirnos el resultado de una elección horas, o incluso días, antes del recuento de votos.
En la realidad todavía estamos lejos de ese futuro a lo Black Mirror. Pero sí podemos leer tendencias, y en particular lo que dicen los formadores de opinión, es decir los influencers.
Las redes sociales, como toda red, tienen nodos particularmente activos y cuya acción repercute con más fuerza en el conjunto. Se estima que un 20% de los usuarios de Twitter produce el 80% de sus contenidos, siguiendo la distribución de Pareto.
También hay grupos demográficos más activos que otros, y la participación varía según género, edad y clases sociales. Todos estos son datos fundamentales para realizar una lectura seria de lo que ocurre en las redes.
¿Entonces cómo se vería un análisis electoral de las redes sociales? Tomemos Twitter como modelo. Entre los parámetros que podemos tomar para seguir el curso de la elección, está la cantidad de menciones de cada fuerza política, la distribución de dichas menciones a lo largo del tiempo, y el sentimiento (positivo, negativo o neutral) asociado a cada una de ellas. Estos son los parámetros que fueron tomados en cuenta por GlobalNews para realizar un informe de lo ocurrido en la red social mientras se realizaban las PASO.
En los números, que dan cuenta de las tres principales fuerzas políticas del país, se puede apreciar que en el transcurso de la elección fue Juntos por el Cambio quien recibió más menciones totales (157 mil), pero con más negativas (30,4%) que positivas (17,7%). Dentro de esta lógica polarizada, el Frente de Todos obtuvo menos menciones (110 mil), con casi tantas negativas (19,7%) como positivas (17,4%).
El primer dato de interés es que se impuso la cautela: las menciones neutras del FdT llegaron a más del 60%. En el caso de la tercera fuerza, Consenso Federal, también ganó la neutralidad (71%), con más paridad en los sentimientos extremos (13% positivos, 14% negativos). La distribución en el tiempo indica en cada caso una caída de las menciones llegadas las 18 horas, con el cierre de los comicios.
La caída es más abrupta en el caso de Juntos por el Cambio, que venía sosteniendo hasta ese momento un mayor grado de optimismo. Las redes, que es el espacio donde el partido oficialista siempre se plantó mejor que sus adversarios, lo daban ganador en los números brutos.
Sin embargo, lo que finalmente ocurrió indica que lo que se diga en las redes no es un reflejo de lo que ocurre en la elección. Más bien es, hasta ahora, un reflejo de la inversión que se ha realizado en redes.
Lo ocurrido es una trompada a la soberbia de una estrategia electoral que creyó tener la elección resuelta solo gracias a su presencia online. Un bot no equivale a un voto.
Nota publicada también: Perfil.com