Preocupa la deserción de universitarios en primer año
¿Por qué un número considerable de universitarios abandonan sus estudios antes de finalizar primer año? ¿Qué causas o qué circunstancias les impiden continuar con la carrera?
Aunque el problema de la deserción no es nuevo, cada vez es más notorio. Al parecer, está vinculado a cuestiones personales, pero también a que las nuevas generaciones constituyen un alumnado muy diferente al del pasado.
Las expectativas de los jóvenes, su modo de presentarse ante el mundo y sus intereses son distintos a los de una década o más atrás.
Para conocer el problema y pensar estrategias para mejorar la retención de estudiantes en primer año, la Facultad de Arquitectura y Diseño Industrial (Faud) y la de Psicología, ambas de la UNC, trabajan desde hace cuatro años en un programa interfacultades para abordar el desgranamiento en los estudios universitarios.
Aunque la Faud no cuenta con datos oficiales sobre cuántos jóvenes dejan las carreras en primer año, se estima que uno de cada 10 inscriptos deja la carrera pocos meses después del ingreso.
El abandono en los primeros años de las universidades no es exclusivo de esta unidad académica ni de la gestión estatal.
Según el último Anuario Estadístico de la UNC (2017), la retención de alumnos de primero a segundo año de todas las carreras es en promedio del 66 por ciento. Es decir, que el 34 por ciento abandona. El Programa de Tutorías (desde 2008) de la Faud contribuye a abordar distintas problemáticas de los estudiantes, pero no es suficiente para evitar la deserción. Desde hace unos años trabajan junto con la cátedra de Entrevistas Psicológicas de la Facultad de Psicología en el proyecto “Entrevistas Diagnósticas y Desgranamiento en estudios universitarios: caracterización del perfil de ingresantes y estudiantes del primer año universitario Faud”.
En este marco, alumnos de cuarto año de Psicología entrevistaron a 200 estudiantes de Arquitectura y Diseño Industrial, lo que les permitió elaborar una especie de radiografía de los ingresantes. Con los resultados, se realizaron jornadas con docentes de la Faud y se planifican futuras acciones.
“Es una experiencia riquísima aprovechar los recursos de las distintas unidades académicas en la Universidad. A veces, estamos muy cerrados, cada uno en lo suyo, y no vemos la posibilidad de inter-acción que nos da herramientas para trabajar con los alumnos”, plantea Diana Cohen, directora del programa de tutorías.
Posibles causas
Los parciales de julio y las vacaciones de invierno son un momento clave donde se detecta el abandono. Este año ingresaron 1.268 estudiantes a Arquitectura y 447 a Diseño industrial.
“Es muy notable la cantidad de alumnos que desertan”, sostiene Cohen. Este año, se observan más casos, quizá –opina– vinculados con el contexto socioeconómico.
La secretaria de Asuntos Estudiantiles de la Faud, Romina Tártara, explica que el primer filtro es tener todas las materias del secundario aprobadas antes del 30 de abril. Después, surge lo vocacional y la certeza de si esa es la carrera que realmente quieren.
“Hay que profundizar las causas de la deserción. A veces, tiene que ver con el contexto. Pero también observamos que el que llega a primer año es un adolescente distinto al de 20 años atrás. Hay herramientas que les faltan para poder apegarse o implicarse en una carrera como Arquitectura que demanda exigencia, organización del tiempo. Hay cuestiones simbólicas que a veces no entienden, intolerancia a la frustración, cuando no les salen determinadas cosas se quiebran y dicen: ‘Esto no es para mí’”, explica Virginia González, profesora asistente de Entrevistas Psicológicas.
“Hoy, los adolescentes no llegan tan armados a la universidad. Ocurre en todas las carreras”, agrega.
Criterios de evaluación
En las entrevistas, los alumnos de primer año manifiestan dudas respecto de las consignas. “Presentan una posición dependiente que no es la que se espera en un imaginario, que no es el real, de un primer año de la universidad”, apunta Mónica Soave, titular de la cátedra Entrevistas Psicológicas.
Algunos estudiantes, incluso, asocian la evaluación al gusto del profesor y no a algo más objetivo.
“Si el alumno cree que el trabajo tiene que gustar o no gustar al docente, queda en evidencia la necesidad de transparentar los criterios de evaluación. Son cuestiones de enseñanza que los docentes pueden hacer sin perder calidad ni exigencia y facilitando procesos de aprendizaje”, remarca María Allende Posse, asesora pedagógica de la Faud.
En este sentido, Soave plantea que es necesario apuntalar a los docentes para que ayuden en la cohesión de los alumnos.
González agrega que cuando el alumno percibe que no aprueba porque el trabajo no fue del agrado del profesor, siente, en ocasiones, que se trata de una afrenta personal. “Se van derrumbando. No pueden diferenciar que el profesor habla del trabajo y no a él personalmente. Se observa poca tolerancia a la frustración. Más allá de que muchos tienen cada vez más comodidades para estudiar, les cuesta organizarse en cuestiones simples como el tiempo”, remarca.
Cohen advierte que los adolescentes no suelen estar acostumbrados a las exigencias que requiere una carrera universitaria, estudio y autogestión. “El salto de la secundaria a la universidad resulta enorme, no lo pueden manejar. También hay alumnos que no tienen problema, que se adaptan rápidamente”, sostiene Cohen.
A esto hay que sumar la masividad y las tareas colectivas. “Trabajar en grupo implica relacionarse con otro, lo que exige tener herramientas. Es una dificultad que se les plantea. En las entrevistas, se observa que muchas veces la deserción tiene que ver con no haber llegado con los tiempos y las exigencias de los trabajos y se caen de la carrera o de algunas materias”, apunta González.
Fuente: La Voz del Interior. La Voz del Interior