Reperfilando el 2019: Ni Ganadores ni Vencidos
A pesar de las revueltas populares instaladas en varios países de América Latina y algunos que otros en el viejo continente y asiático, donde la institucionalidad del sistema democrático es la vedette que emerge en el epicentro de la discusión social, nuestro país sorteó todos los vaivenes de determinadas variables macroeconómicas no permitiendo ni siquiera denunciar la rutina de nuestra Democracia y al contrario funcionó como un reloj suizo todo el proceso electoral vivido, y que si lo circunscribimos a nuestra ciudad, hay algunos hechos que nos llaman a la revisión.
En este sentido, y haciendo foco específicamente en los resultados electorales locales, inmediatamente nos abre un signo de interrogación sin respuesta aparente, cuestiones como: en mayo elegimos gobernador e intendente y ganó Unión por Córdoba con holgura pero en agosto hubo PASO para Presidente y ganó Macri con amplísima ventaja, y en Octubre en las elecciones generales para Presidente, Macri obtuvo más votos que en Agosto … ¿cómo puede ser? ¿Acaso se renovó el padrón electoral sanfrancisqueño? ¿Hay un voto ideológico todavía o solo es estratégico? ¿La razón o la pasión pesaron más en estas elecciones?
Lo cierto es que las personas actúan de acuerdo a sus preferencias, en otras palabras de acuerdo a su propio interés. Es más, como diría Hindmoor, “la gente acepta sin dificultad que algunas personas actúan basadas en su propio interés todo el tiempo y que todos actuamos basados en nuestro interés propio en algunas ocasiones. Sin embargo, la mayoría de nosotros nos rehusamos a decir que todo el mundo actúa basado en su interés propio todo el tiempo”.
De hecho, el promedio electoral de votos recibidos por la primera minoría en cualquiera de los momentos cívicos rondó los 114 votos/mesa. Esto significa que en cada acto eleccionario tuvo un fuerte impacto el interés propio ante cada estímulo, que seguramente lo fundamentará en la proximidad hacia lo elegido o la distancia a lo no seleccionado; desterrando en gran parte la otrora teoría del voto ideológico, entendida como la regularidad in eternum del voto a partir solo de la cercanía con aspectos emotivos, sensacionales, viscerales y de status quo.
Es más, si apelamos a la ayuda de la teoría del votante mediano, nos permitiremos comprender aún más que ocurrió; ya que esta herramienta nos indica que la oferta electoral no debe alejarse con su propuesta del votante mediano, esto es en aquel votante que divide en dos partes a toda la población objetivo, que funciona como un pivote de la lógica política.
En nuestro caso, si el orden de preferencia de nuestro votante mediano es la garantía de la institucionalidad de la democracia, independientemente si está más bañada por justicia, libertad o igualdad, esto conducirá su comportamiento electoral sobre ello y no sobre los extremos conceptuales de la cuestión pública.
De esta manera, uno podría argüir que el votante mediano, en definitiva plantea abiertamente el punto de inflexión del status quo social de una sociedad. Exactamente; y en la medida que lo robustezca, cualquiera que sea la oferta electoral, será la agraciada por el consentimiento general de interés propio.
El año 2019 reperfila a un nuevo votante en lo local, que no genera ni ganadores ni vencidos.
(*) Licenciado en Ciencia Política. Doctorando en Política y Gobierno. Consultor Político