María Laura Ferreyra volvió a despertar un mes después de estar en estado vegetativo
El pasado 25 de octubre, María Laura Ferreyra de 42 años fue víctima de la inseguridad. Iba en moto por las calles de de nuestra ciudad cuando un ladrón intentó arrebatarle la cartera. Debido a la brutalidad, cayó y golpeó su cabeza contra el suelo.
Fue trasladada en grave estado al hospital local y luego derivada a Córdoba al Sanatorio Allende. Sufrió traumatismo de cráneo, fisura en el oídio y sangrado en el cerebro. Fue operada inmediatamente, pero su cuerpo rechazó los medicamentos y le produjo hipertensión cerebral y un nuevo coágulo dejándola en estado vegetativo.
“Dios iba a hacer un milagro por ella”
Estuvo al borde de la muerte. Pero un mes después, un milagro le devolvió la vida. María Laura despertó del coma: empezó a mover los brazos, abrió sus ojos y comenzó a tener respuestas neurológicas.
Los médicos no encuentran explicación para su recuperación. En un principio, se dirigieron a la familia para realizar una posible donación de órganos. También había posibilidades de que entrara en muerte cerebral, ya que el daño era irreversible. «Esas palabras fueron durísimas», expresó su marido Martín Delgado.
Él se negó completamente a la donación de órganos y prefirió esperar. Tenía fe, estaba seguro que su mujer y madre de sus dos hijas iba a despertar. «Si hay un Dios que te da vida, hay un Dios que te la quita. Yo no era quién para decidirlo», manifestó. «Dios iba a hacer un milagro por ella», indicó.
Delgado confesó que el domingo vivió el día más feliz de su vida junto con el nacimiento de sus hijos porque fue testigo de una escena emocionante y maravillosa. Su hija más pequeña fue a visitarla al sanatorio, se sentó en la cama, la miró y le hizo el ruido que hacía cada vez que pedía la teta. Fue instantáneo: su mamá levantó su bata y la puso sobre su pecho.
«Fue mágico, único. Llorábamos todos. Ver cómo se abrazaban, ese institnto de madre, fue único», recordó con lágrimas en sus ojos Martín Delgado.
Fuente: El Doce. El Doce