A un año del sueño de «Tucho»… y va por más
Un 22 de diciembre de 2018, Rodrigo Paviatto inauguró su propio local de indumentaria masculina en pleno centro de la ciudad. DIARIO SAN FRANCISCO volvió a pocos días de cumplir un año de su existencia.
«Estoy muy feliz, muy emocionado» comienza diciendo «Tucho. «Todavía se me cruzan diferentes sensaciones y no creo que todo esto (por el local) sea mío».
A lo que agrega «es una sensación gigante de poder ver cómo la gente me brinda su confianza comprando todo lo que vendo. Claramente superé los objetivos. Es impresionante lo que hice en todo este año».
Ante la consulta sobre el acompañamiento de sus clientes «fieles» dijo «los que tenía en la calle vinieron inmediatamente al local. Varios estaban acostumbrados en que vaya a la casa y no les gusta venir al centro a comprar pero me puso feliz que vinieran lo mismo». Además añadió «también multipliqué la clientela en este lugar».
Vivió toda su infancia en el antiguo tribunales, edificio que fue demolido años atrás para la construcción del Centro Cultural. Allí se educó, con su madre y sus cuatro hermanos. A los 16 salió a “patear” la calle en busca de progresar. Eligió medias, era lo más barato para comprar y su capital inicial era muy escueto.
No le aflojó nunca, se animó a más. Se subió a un colectivo rumbo a Buenos Aires, con todos los miedos a cuesta; le fue bien, mal, muy mal llegando a perder todo. Le prestaron dinero sin pedirle ningún papel, redobló el esfuerzo y salió a flote.
Hoy cumple un año al frente de su local y apuesta a seguir creciendo. «Siempre cuando uno cumple no hay que conformarse e ir por más. El objetivo ahora es poder expandirme y llegar algún día a un local en Bv. 25 de Mayo».
El local se encuentra en Mitre 149
El impacto de la crisis y cómo superarlo
El impacto económico en los últimos meses lo sintió pero no se achicó y continuó con sus metas. «Claramente que impactó. Se sintió la baja en ventas y me plantié cosas por si estaba haciendo bien o mal mi tarea». Asimismo comentó «hablando con colegas, a todos les sucede lo mismo. Bajó la venta pero nunca se detuvo; los clientes venían y se llevaban tres prendas como una remera, un pantalón y una campera. Ahora vienen y llevan sólo una prenda como una remera. Confío en la ropa que vendo por eso bajó la venta pero nunca se detuvo».
Por último agradeció a su contadora Alfonsina Martelotto: «hasta el día de hoy me lleva los papeles pero no quiere cobrar a pesar de que le insisto. También agradecer en especial a los clientes y a toda mi familia que son mi sostén como mi novia».