«En las villas el temor y el cuidado están, pero la realidad más grande es el hambre»
Cuando habla del hambre se compromete, cuando habla del peronismo se intelectualiza, cuando habla de la gente se desvive y vive buscando optimizar todos los detalles de la campaña «Seamos Uno» que se puesto al hombro como un gran desafío.
Jesuita, doctor en Ciencia Política (Universidad de California, Berkeley) y Post Doc (Universidad de Notre Dame), filósofo, y fundamentalmente cura, con gran llegada los curas villeros y los movimientos sociales en el conurbano bonaerense, Rodrigo Zarazaga tiene una perspectiva única y privilegiada del momento en que se encuentra el país.
— ¿El sindicalismo es representativo de las bases peronistas?
—El peronismo no llega con los sindicatos a abarcar la base de los trabajadores, en general llega solo a atender una parte. Después de los 90, se cristaliza el desempleo, que desemboca en la crisis del 2001 con muchos actores sociales: cartoneros, informales.
Ahí el peronismo desarrolla otra pata más de centro izquierda que busca espacio en las estructuras de organizaciones de bases, punteros. No llega a ser un partido laborista. Tiene una pata sindical y una base que llega por otros canales. Ahí hay una grieta en el interior del peronismo. Ejemplo: el taxista que maneja un taxi se encuentra un piquete y se pelea con el piquetero. Seguramente son los dos peronistas.
Ahí queda graficada una grieta de clases que no se reconocen. Esa fórmula electoral fue unida por arriba y no necesariamente por abajo. Grabois es un fenómeno muy interesante. A veces se trata de estigmatizar a cualquier referente de organizaciones populares; ahora, en lo personal, noto una legitimidad, si no ellos no tendrían ninguna representación.
Nadie puede atribuirse la hegemonía de los pobres; ni Grabois, ni la Iglesia, ni nadie porque la realidad está más fragmentada. Nadie tiene el monopolio de los pobres, ni un discurso que los contemple a todos.
Hablamos de los que viven de la asistencia estatal de changas rebusques… Está fragmentada esa base tradicional del peronismo. A veces he escuchado los discursos más gorila y mas de derecha en las villas.
— ¿Cómo se ve la situación con el coronavirus en los barrios?
— Como ves la realidad de Conurbano hoy hay un temor que es el coronavirus. No es verdad que al habitante de la villa no le importe. Ellos saben que es peligroso y se cuidan. Nadie es tonto, no quieren contagiarse. Hay condicionamientos estructurales que lo hacen más vulnerables.
Fijate que lo que más me piden son barbijos. El temor y el cuidado dentro de las limitaciones están, pero la realidad más grande es el hambre.
Yo veo hambre, por eso lanzamos «Seamos Uno» que consiste en llevarle alimentos a un millón de hogares.
— ¿Cómo va la iniciativa?
— Va muy bien. «Seamos Uno» busca responder a esta urgencia, porque el hambre puede llevarnos a la desesperación, y de ahí al abismo hay un paso. Por eso es un aporte muy puntual con una caja inédita en cuanto a contenido y a cooperación. Se ha logrado una capilaridad importante a través de Caritas, los movimientos sociales, los curas villeros, los jesuitas, los pastores evangelistas, bancos de alimentos, y viene dada por la eficiencia en la logística.
En eso quiero agradecer a Faetyl y Cedol que se han puesto al hombro esa distribución, y pusieron a disposición de la solidaridad su know how.
— El mundo empresario se siente partícipe desde arriba para abajo, ¿cómo es visto de abajo para arriba?
— Hay una resistencia del ciudadano común hacia el empresario. En algunos casos está bien ganada, pero en otros casos no. Este proyecto demuestra que hay una gran cantidad de empresarios que quiere acercarse a la necesidad y ayudar a quitar las trabas para el desarrollo del país. Este proyecto no sería posible sin la ayuda de los empresarios que han comprendido que estamos todos en el mismo barco.
— ¿Cómo se seleccionan los productos de las cajas?
— Fue un trabajo en conjunto con el Gobierno de la Provincia de Buenos Aires y de la Ciudad de Buenos Aires. Juntos a ellos se seleccionaron los productos y nos pusimos firmes en la decisión de que esos productos estén. Un ejemplo fue la lata de durazno, que hicimos presión para que esté porque la gente la pedía y cuando llegó los vecinos de la Matanza no paraban de agradecernos por eso.
— ¿La foto con Alberto te suma o te resta para generar fondos?
— Estoy convencido de que es un momento para que seamos uno, como el nombre lo indica. No es momento para las divisiones. Apunto a que todos los sectores relevantes, empezando por el presidente, estén sumados en esto.
— ¿Cómo es la relación del grupo con Francisco?
— Recibimos una nota de apoyo del Papa, la hicimos pública. Nos apoya, nos felicita por la iniciativa y nos pide que sigamos adelante. Además, si bien ya nos hemos reunido con la comunidad judía, con pastores evangelistas, siempre fue con motivos ecuménicos de oración. Esta es la primera vez que estamos trabajando juntos, es algo inédito.
La combinación de los credos y de lo privado con lo público es esencial en este proyecto que planea darle alimentos al 10% de la población argentina.
— ¿Por qué parte vamos de ese 10%?
— Hoy terminamos de distribuir las primeras 150 mil cajas. Y tenemos juntada mercadería para otras 500 mil, toda almacenada con una logística increíble. Tenemos que seguir juntando fondos paras las 500 mil que nos faltan. Pensamos que el proyecto iba a durar dos meses, pero hoy creemos que tal vez la crisis se estire, y que tengamos alargarlo por más tiempo.
Es importante entender que están recibiendo alimentos en una caja, no en una bolsa que se rompe todo. De todos modos, yo no quiero un país que tengan que agradecer por recibir alimentos. No es el país que quiero, es un hecho lamentable que tengamos que estar dando cajas de comida.
La gente tiene que colaborar con lo que pueda. Lo que tenga al alcance. Con mil pesos nosotros estamos armando una caja que en el mercado del barrio cuesta 3 o 4 veces más.
Cada caja tiene 56 raciones, una familia tipo de 4 personas tiene para 10 15 días.
— ¿Cómo ves el futuro después de esta pandemia que nos tira para abajo? ¿Cómo lo percibís vos y cómo lo percibe la gente?
— La realidad es muy compleja y hay temor por los que pueda llegar a pasar. Hay una realidad que es la falta de fuentes de ingreso, no hay changas, los trabajos más típicos como puede ser peluquería, carpintería, los monotributistas, emprendedores, están parados.
La realidad es el hambre, la gente está sufriendo, es una situación crítica, en la que los argentinos debemos entender que estamos todos en el mismo barco.
Hay una responsabilidad tanto del estado, como de los privados y de tercer sector por contener esta situación y que los argentinos no caigamos en la desesperación.
— ¿Vos pensás que hoy la Iglesia puede hacer más de lo que está haciendo?
— Esta acción de alimentos y elementos de higiene es algo chico, pero acá se ve claro el rol de la iglesia, no solo de la católica. Tiene un poder de convocación y de unión para ayudar muy grande. Pero no debemos olvidar la responsabilidad del estado, los empresarios y del sindicalismo.
Vienen meses muy duros, estamos todos en el mismo barco, algunos viajan en primera y otros en bodega. Cada uno vive la pandemia de manera distinta y debemos entenderlo.
Lo único que espero es que cuando todo esto termine nos quede en la memoria y no se nos borre como nos ha pasado tantas veces. Porque tener gente viviendo en la bodega, hacinada y sin comida, es un riesgo para todos.
Tenemos que grabarnos estas cosas en el colectivo de este país en construcción, que se tiene que hacer cargo de lo que la pandemia deja al descubierto.
Necesitamos un estado contundente y eficiente, no el estado gaseoso que tenemos que llega a todos lados pero sin fuerza. Esta es la tarea de varios, la iglesia tiene que aportar, pero no tienen que ser los únicos.
Hay que liderar con los evangelistas, con la comunidad judía. Hay que fomentar un liderazgo que recoja lo mejor de cada uno de los actores.
— ¿Deben volver las misas?
— Creo que nos tenemos que cuidar y evitar todas las aglomeraciones de gente. No hay que apurarnos con eso. Ni con que vuelva el fútbol, el cine. De esa manera, los curas no debemos presionar porque vuelvan las misas presenciales.
Mientras tanto, son muchos los sacerdotes que ofrecen misas online. Yo también lo sufro, y extraño horrores dar misa en la villa 31, pero lo responsable es evitar las reuniones.
— ¿Un mensaje final?
— Frente a esto los argentinos descubrimos el país que tenemos. La verdad no podemos estar satisfechos por el país que hemos construido juntos. Que el día después de esto no se nos borre la memoria de las falencias que tenemos. Tenemos que construir juntos la Argentina y el Estado, que sea honesto, eficiente y le dé un piso de igualdad a todos los argentinos.
Entrevista publicada también en: Perfil.com
(*) Consultor especializado en Comunicación Institucional y Política, Asuntos Públicos y Gubernamentales, Manejo de crisis y Relaciones con los Medios. Magister en Comunicación y Marketing Político en la Universidad del Salvador (USAL). Postgraduate Business and Management por la Universidad de California Ext. Berkeley, EEUU. Es docente universitario en UCA y USAL. Columnista de Diario San Francisco, Perfil.com y FM Milenium entre otros medios del país y del mundo.