La agenda política en medio de la pandemia
Es más fácil imaginar el fin del mundo que imaginar el fin de la política. Aun en medio de la pandemia, los muchachos de uno y otro lado se empiezan a movilizar pensando ya en las elecciones legislativa del año próximo.
Ni siquiera la cuarentena es un freno para la maquinaria electoral argentina. Por el contrario, puede ser que incluso la crisis actual haya favorecido a los políticos. Aquellos en cargos ejecutivos han recibido un shot de popularidad (en general; hay algunas excepciones, como la del gobernador de la Provincia de Buenos Aires que la va llevando entre dudas y contradicciones).
La gente busca un liderazgo firme, más calmo, por eso crecen los que pueden ofrecérselo. Una población con miedo e incertidumbre es más receptiva al mensaje de políticos que, en tiempos normales, tienen que luchar por hacerse oír.
Cada uno busca distintos enfoques para tratar de gestionar la crisis. En las provincias del interior, los gobernadores están muy preocupados por atender la situación generada por el virus, el tema les «quema en las manos y en su conciencia», temen quedar escrachados como aquellos que no supieron gerenciar la crisis pandémica .
En el peronismo, crece la convicción de que es el momento de liderar la unidad. El propio presidente hoy cree que no le sirve generar un polo albertista, por varias razones, sus amigos no estuvieron a la altura de sobresalir en los puestos que le fueron otorgados, y se los critica de ser «capitalinos».
Por eso decididamente consensuó y reforzó los vínculos con Cristina y con ello otorgó el liderazgo del armado al Instituto Patria y La Cámpora. Alberto sabe que para “quedarse en casa” (o sea, en su caso, la Rosada), tiene que defender la iniciativa de la cuarentena, y por ello va endurecimiento el discurso, simultáneamente cediendo poder para tener respaldo de la mano que se acerca al de la organización liderada por Máximo Kirchner.
La Cámpora, mediante el Instituto Patria, se moviliza por todo el país buscando desencantados y progresistas que puedan sumarse al proyecto de un movimiento peronista unificado. Ahora bien, quien queda un poco al margen, en esta eventualidad, es Sergio Massa, que había planeado ocupar un lugar expectante en la relación con el camporismo por las dudas fuera necesario una oxigenación de candidatos.
Por ello su gran protagonismo mediático que en el congreso de la nación bautizaron Massapalooza por el despliegue de cámaras y comunicaciones a distancia que mostró por todos los medios.
La oposición no se queda atrás. Algunos construyen desde la crítica a Alberto y el hartazgo de la gente con la cuarentena. Ahí están los Libertarios, Demócratas y liberales de la UCD (si la Unión de Centro Democrática para algún desprevenido), que buscan un consenso generalizado, aunque les perturba seriamente el problema de personalismos.
Cada gran (o pequeño) nombre está convencido de que es el líder natural del movimiento, y eso lleva a que no se puedan sentar con humildad a negociar.¨Todos quieren ser, nadie se quiere bajar¨ dicen…
Mientras tanto, Patricia Bullrich hace lo mismo, tratando de rearmar las bases del PRO y unir a quienes quedaron en el camino tras un nuevo proyecto político que aún no se sabe quién va a encabezar. Lousteau, Massot, Monzó y Frigerio también están recorriendo con amigos para tratar de generar otro espacio.
Este sector de la oposición entiende que hoy es muy difícil hacerle frente a Alberto, pero que se podrá abrir una ventana en el futuro, si su manejo de la crisis no termina dando buenos resultados. Se trata de esperar el momento para dar el zarpazo, y capitalizar las elecciones legislativas del año que viene.
La pandemia cambió muchas cosas. Fue un palo en la rueda para el oficialismo, que había llegado al poder apenas unos meses antes con un plan muy concreto para el país; y también para la oposición, que esperaba asimismo un escenario diferente.
Hoy todo es distinto. Los proyectos de uno y otro lado se quedaron en la nada, y la pandemia ha impuesto nuevas prioridades. Lo único que no pudo cambiar es la política. Esa rueda siempre sigue girando.
«El camino hacia el poder está pavimentado con hipocresía y víctimas, nunca con arrepentimiento», Frank Underwood (House of card).
Nota publicada también en: Perfil.com
(*) Consultor especializado en Comunicación Institucional y Política, Asuntos Públicos y Gubernamentales, Manejo de crisis y Relaciones con los Medios. Magister en Comunicación y Marketing Político en la Universidad del Salvador (USAL). Postgraduate Business and Management por la Universidad de California Ext. Berkeley, EEUU. Es docente universitario en UCA y USAL. Columnista de Diario San Francisco, Perfil.com y FM Milenium entre otros medios del país y del mundo.