Piden la reformulación de contenidos educativos en colegios Fasta de Córdoba
El Ministerio de Educación de la Provincia –a través de su Dirección General de Enseñanza Privada– solicitó a las escuelas pertenecientes a la Fraternidad de Agrupaciones Santo Tomás de Aquino (Fasta) el material con el que trabajan el abordaje de la Educación Sexual Integral (ESI), para analizarlo y poder contrastarlo con los cinco ejes conceptuales de la temática.
“En los materiales que utilizan se observa que hay ejes que requieren ser abordados con la perspectiva de equidad de género y prevención de la violencia de género”, se indicó desde la cartera educativa. Y se aclaró que a través de la Dipe se va a pedir que se adecuen los materiales y, luego de que se retomen las clases, se prevé un trabajo interdisciplinario con las instituciones.
La medida surgió por las repercusiones que tuvo un informe del diario Página 12, de Buenos Aires, en el que la periodista Mariana Carbajal mostró distintos materiales de uso obligatorio en los colegios Fasta de todo el país. Se trata de una red de colegios católicos que cuenta con 23 dependencias en 11 provincias, más universidades, grupos juveniles y casas de retiros espirituales. En Córdoba Capital hay dos colegios; en San Francisco, tres; y en Marcos Juárez, uno.
En el informe se detalla el contenido de esos materiales –que en su mayoría pertenecen a la editorial propia que tiene Fasta–, como por ejemplo el libro Nueva evangelización y cultura, de Juan Carlos Bilyk. Allí se habla sobre la homosexualidad como una enfermedad y se desacredita como familia a las uniones convivenciales y a las compuestas por parejas del mismo sexo. Otros títulos también condenan el divorcio y el movimiento feminista y se cita al lesbianismo como una “depravación de la naturaleza humana”.
“Poner en el mismo nivel la familia con la convivencia temporal de dos personas de distinto sexo, o incluso el mismo sexo, es cometer una grave injusticia, pues no son realidades en sí mismas equiparables o comparables. Ciertas corrientes culturales intentan cambiar subrepticiamente los contenidos semánticos de las palabras y hacer pasar bajo el digno nombre de familia lo que puede ser muchas veces una manifestación de caprichos individuales que quieren convertirse en derechos reconocidos socialmente”, dice el cura Mariano Fazio Fernández en su libro “De la persona a la aldea global”, usado como material de estudio en dependencias de Fasta.
En el caso de Córdoba, uno de los materiales que analizó el Ministerio de Educación se titula “Aprender a amar”, de la editorial Lagos, aunque no se especificó cuáles son los contenidos por revisar.
El Instituto Nacional contra la Discriminación, la Xenofobia y el Racismo (Inadi) radicó –días después del informe de Página 12–, una denuncia penal contra los directivos de Fasta. Además, sigue recibiendo presentaciones de exalumnos y exprofesores en sus dependencias de Córdoba, Buenos Aires y Tucumán. Desde la institución educativa, se negó cualquier tipo de discriminación o acción contraria a la ley.
Repercusión social
Además de los materiales de estudio, la repercusión social se dio por el surgimiento de numerosos testimonios de exalumnos e incluso exprofesores de Fasta, que comenzaron a tener eco en los medios y en las redes sociales. En Córdoba, la cuenta “Testimonios Fasta Cba” recopila distintas experiencias de discriminación que habrían ocurrido a lo largo de los años y en las distintas dependencias. Además, se relata cómo esas posturas ideológicas plasmadas en los libros eran supuestamente llevadas al aula y fomentadas en los alumnos.
Algunos de estos testimonios fueron presentados en la sede local del Inadi, que, vale aclarar, es un organismo administrativo que interviene en casos concretos para revertir situaciones de discriminación, pero que a partir de algunas denuncias allí presentadas puede llegar a la Justicia.
En este caso, el Inadi nacional –a través de su interventora, Victoria Donda– presentó una denuncia penal contra las autoridades de Fasta argumentando que en esa institución ocurrieron hechos que pueden incitar al odio y a la discriminación de personas a causa de su sexo, género, orientación sexual y el ejercicio igualitario de los derechos y garantías reconocidos en la Constitución, en leyes nacionales y en tratados internacionales de derechos humanos.
Mayca Balaguer es abogada de Fundeps y miembro de Cuerpo de Abogadas Feministas, y asesora a quien administra la cuenta de Instagram “Testimonios Fasta Cba”. La profesional advirtió que con base en la “sistematicidad de las violaciones a derechos y de las discriminaciones en los colegios Fasta Córdoba” que surgen de los testimonios y de los materiales de estudio, van a impulsar una presentación general en los organismos que tienen competencia, como el Ministerio de Educación, el Ministerio de la Mujer, el Inadi y la Defensoría de Niños, Niñas y Adolescentes.
“Queremos que los organismos competentes se pronuncien y tomen intervención en estas situaciones en las cuales los colegios, alegando su ‘ideario institucional’, muchas veces terminan teniendo prácticas discriminatorias y hasta a veces violentas”, afirmó la profesional.
Por otra parte, la diputada nacional Mara Brawer (del Frente de Todos) presentó un proyecto de resolución con firmas de legisladores de distintos partidos para intervenir los colegios Fasta. En el proyecto, citan las leyes nacionales que considera que se estarían violando en estas instituciones: la de Matrimonio Igualitario, la de Identidad de Género, la de Salud Sexual y Procreación Responsable, la de Educación Sexual Integral, la de Protección Integral de los Derechos de Niñas, Niños y Adolescentes, y la ley Antidiscriminatoria.
Qué dicen desde Fasta
Ante la consulta de La Voz, desde el colegio Fasta Villa Eucarística se negaron los hechos y se explicó: “Como todos los colegios de la red, Fasta Villa Eucarística opera en el más estricto cumplimiento de la ley, también en lo referente a la currícula de educación sexual. Tal como está previsto por la legislación actual, y en concordancia con la libertad de enseñanza, damos una visión integral de la persona –incluyendo su dimensión sexual–, conforme al ideario cristiano de nuestra institución”.
Fuentes de la institución consultadas por este diario, agregaron: “La discriminación hacia cualquier persona no es admisible ni compatible con la visión cristiana que Fasta busca promover en sus colegios y sus otras iniciativas”.
Y aclararon que antes de las publicaciones en redes sociales, uno de los materiales citados por los testimonios (no especificaron cuál de ellos) ya había sido retirado, “por considerar que las expresiones del autor no se correspondían con el tono institucional”.
También negaron que ese libro –cuyo título no aclararon– haya sido una bibliografía utilizada en el marco de la Educación Sexual Integral (ESI).
A nivel nacional, luego de la publicación en el medio porteño, la red Fasta emitió un comunicado general en el que expresaron: “Rechazamos categóricamente que en Fasta se fomenten conductas o contenidos contrarios a la dignidad de la persona humana ni de tono discriminatorio”.
Los colegios Fasta en la provincia de Córdoba
En Córdoba Capital hay dos dependencias: Fasta Santo Domingo de Guzmán, de 1985, y Fasta Villa Eucarística, comprado a las hermanas Adoratrices en 1991. Existen además dos grupos de jóvenes: Ruca Champaquí (en barrio Poeta Lugones), Ruca Chapelco (que funciona en el Santo Domingo de Guzmán) y Ruca Carahué (en Villa Eucarística). En Marcos Juárez, funciona el Fasta Sagrado Corazón; y en San Francisco hay tres: Inmaculada Concepción, Jesús de la Misericordia y Santa Teresita del Niño Jesús. En estas dos ciudades, también funcionan dependencias de la Universidad.
En total suman en el país 23 colegios, más numerosas dependencias universitarias y casas de retiros espirituales. También tienen presencia en España.
Testimonios, en primera persona
El material de estudio es sólo una de las dos aristas de lo afirmado en las últimas semanas respecto de Fasta. Cientos de testimonios de exalumnos, e incluso exprofesores, ratifican que las ideas expresadas en esos manuales son impartidas e impuestas a nivel ideológico en distintas dependencias, ya sean los colegios o los grupos juveniles.
Francisco de la Vega, hoy de 33 años, se refiere a su experiencia en el Ruca Champaquí, grupo de jóvenes que funciona en barrio Poeta Lugones, como algo que lo marcó para siempre por la discriminación que sufrió allí.
“El peor episodio se dio cuando era muy chico; tenía unos 12 años. En medio de una formación para izar la bandera, uno de los dirigentes me humilló delante de todos los jóvenes –unas 100 personas– con un cántico en el que se insinuaba que yo le debía practicar sexo oral a todos. Todo vino a raíz de un apodo que me decían en mi casa. Yo había sido abusado sexualmente un año antes; imaginate lo que significó ese cántico para mí en ese momento, siendo tan chico”, contó en diálogo con La Voz, hecho que también fue descrito en su denuncia ante el Inadi.
Francisco recuerda con dolor haber sentido que estaba “podrido por dentro” cada vez que mencionaba en el Ruca que la homosexualidad estaba mal, que era una enfermedad. “Un día no aguanté más y le conté a un amigo, que era mi jefe, acerca de mis gustos y mi orientación sexual. Él se lo contó a L. (el profesor involucrado), que vino a darme un discurso moralista. El mismo que otras veces me había dicho ‘putito’ y ‘carita de nena’”, explicó Francisco en diálogo con este diario.
Y confesó que transitó una gran depresión a raíz de la discriminación sufrida por esos años.
Cecilia, exalumna de una promoción más reciente de un colegio Fasta de la ciudad de Córdoba presentó una queja ante las autoridades del colegio aduciendo que el profesor antes mencionado “hacía desfilar a las chicas cuando iban a buscar su examen corregido”.
Del mismo hecho dijo haber sido testigo Verónica, que iba a otro curso, pero que coincide en que la práctica era común. “A las chicas les cantaba para que desfilaran en el pasillo, pero cuando los varones iban a buscar la prueba no hacía lo mismo. Por suerte, yo nunca me presté para eso”, dijo Verónica.
El profesor –de quien no se difunde la identidad por no estar resueltas las acusaciones en su contra– fue consultado por este diario respecto de los testimonios que lo vinculan con hechos de discriminación, e indicó: “ Nunca discriminé a nadie ni a un sector social; menos aún a una mujer. Respeto las distintas posturas, pero mis convicciones no pueden dar motivo a ningún tipo de escrache”. Y dijo que las repercusiones en redes sociales dañaron su reputación y que se vio afectado en lo personal y familiar.
Más allá de casos particulares, los testimonios, sobre distintas instituciones de la misma fraternidad, coinciden en que se educaba con un “modus operandi muy manipulador” y de características “milicianas”. María (35), quien era estudiante del Santo Domingo de Guzmán y asistía a los Ruca, dijo: “En los Ruca se cantaban marchas militares y se hablaba de la ‘amistad miliciana’, que significa que un amigo Fasta de cualquier lugar del país era más amigo que alguien que no perteneciera a la congregación. Uno sentía que todo lo que estuviera fuera de Fasta estaba mal”.
“Te hacen sentir como un lugar de pertenencia, lo que es muy fuerte en la adolescencia, pero la modalidad era muy persecutoria. Si faltabas un día, te indagaban, iban a buscarte a tu casa”, agregó María, quien recuerda la gran presión que sentía en el lugar y que “supuestamente era con un fin recreativo, pero terminaba siendo parte de una estructura de poder muy marcada y con responsabilidades desde chica, por estar a cargo de otros compañeros”.
Docencia
Otro testimonio da cuenta de lo que ocurría, desde la docencia: “Muchos creen que todo el cuerpo docente es parte de esa ideología y no es así. Yo la pasé muy mal; me revisaban cada contenido que daba. Todo el tiempo me marcaban cuál era la postura ideológica ante distintos temas, porque en el fondo sabían que yo no pensaba igual”, explicó Valeria, que ejerció como profesora unos cinco años en uno de los Fasta de Córdoba Capital.
Tanto María, como Francisco y Valeria, coincidieron en la condena que había hacia el divorcio, ley que fue aprobada en Argentina en la década de 1980. “A una nena le dijeron que sus padres no iban a ir al cielo porque estaban separados y ella se había puesto muy mal”, afirma Valeria. La anécdota data de hace cuatro años.
Valeria (quien prefirió no dar a conocer su verdadera identidad y otros detalles para no ser identificada) daba una materia del área humanística y no se olvida del día en que la entrevistaron para ingresar al colegio. Asegura que le preguntaron si estaba casada, de novia y qué pensaba de la homosexualidad. Al contenido adecuado para esa materia, sólo se lo limitaron a obras clásicas.
Recuerda que algunos preceptores, al día siguiente de una marcha del colectivo Ni Una Menos, iban a las aulas y al tomar lista preguntaban si alguno de los alumnos o alumnas había ido y les recordaban que estaba mal.
“Las que van a esas marchas son lesbianas”, recordó en la voz de otro profesor. Años después, Valeria renunció por la enorme presión que sufrió en el colegio y que ya había comenzado a afectarle su salud.
“Un día nos dijo que si una chica le daba un beso a un chico que no fuera su novio, era una puta”, agregó Cecilia resaltando el insulto usado por uno de los profesores señalados en las denuncias. A ese docente le abrieron un sumario en el colegio, pero no hubo sanciones, según indicó Cecilia.
Fuente: La Voz del Interior. La Voz del Interior