«Don’t stop believin»: O la crónica de una reacción exacerbada
Vamos de nuevo… Año 1981, la banda americana Journey, lanza el sencillo que quizás sea conocido como su canción insignia, “Don´t Stop Believin´” (No dejes de creer, en castellano), parte de su álbum “Escape” la cual trepó rápidamente a las 10 canciones más populares del Billboard Hot 100, con su letra inspiradora y sus sintetizadores ochentosos.
Ahora bien, lo que nos dejó el 2020, como comunidad internacional, como raza humana ha sido como mínimo atípico, sino terrible, y se puede resumir en un término que hemos escuchado hasta el hartazgo: pandemia.
Por primera vez en el último siglo, y prácticamente de manera uniforme y global, la salud ha pasado a ser “él” tema de discusión y sobre el cual se han basado gran parte de las decisiones macro en este año, si bien podemos rastrear sus orígenes a la última parte del 2019 con los primeros casos en el continente asiático.
No hay estado, empresa, organización, etc. que no se haya visto afectada de una u otra manera por este fenómeno, logrando paralizar prácticamente de manera total a grandes grupos humanos, por períodos relativamente prolongados y llegando, en este fin de año, a la dolorosa cifra de más de 1,7 millones de fallecidos y casi 80 millones de infectados en todo el mundo.
La carrera por la concreción de una solución duradera y efectiva, a través del desarrollo de las vacunas de distintas farmacéuticas, parecía traer algo de tranquilidad a este convulsionado año, pero los rebrotes en distintos países del globo, y la implementación de nuevas medidas de aislamiento, hacen que los últimos días del 2020 se hayan nublado de incertidumbre.
Los manifestantes dentro del Capitolio
Esta situación ha hecho que nuestras vidas, de un momento para el otro cambien radicalmente, en casi todo aspecto de nuestra cotidianeidad. Aislamiento obligatorio, “home office”, barbijos, alcohol, saludar con el codo, entre otras nuevas costumbres, nos dejan un año atípico, por decir poco. ¿Podemos hablar entonces de que vivimos una época de la historia en donde el mundo ha dejado de ser lo que era? ¿o sólo estamos transitando una situación “inusual” que tendrá principio y fin?
No obstante, y más allá de este debate, este año ha sido devastador a escala global en términos sociales, económicos, y obviamente de salud. Lo preocupante en este sentido, es perdurando, de acuerdo a muchos especialistas, sus efectos en el próximo decenio.
En este contexto, y teñido por la pandemia del COVID-19, Estados Unidos, una de las potencias globales, tuvo una de las elecciones más atípicas de su historia, con los ojos del mundo puesta en este acto cívico, con la victoria del candidato demócrata Joseph “Joe” Biden, al imponerse sobre el polémico presidente Donald Trump. Hablamos de atípica por varias razones, no sólo por lo ajustado de los resultados, por la utilización masiva de los votos por correo, sino, también por la negativa del actual presidente de EEUU en aceptar la derrota argumentando fraude electoral a escala casi “masiva” (obviamente en aquellos estados en donde su partido no resultó victorioso).
Un nuevo capítulo de este culebrón se está gestando en este momento en donde el mismo presidente, por medio de las redes sociales (específicamente Twitter, el canal más utilizado por él) llamó a sus seguidores a reunirse frente al Capitolio, donde se están validando las elecciones de noviembre pasado, sesión dirigida nada más y nada menos por su vicepresidente Mike Pence, a quien Trump de tildar de no “tener el coraje” para frenar lo que considera una mentira y que “nunca concederemos”.
La presión ejercida por los convocados ha hecho que la sesión se suspenda y se desaloje el edificio, ya que los manifestantes tomaron parte de este emblemático inmueble norteamericano, tirando abajo el vallado armado por las fuerzas de seguridad, convirtiendo un mero acto formal previo a la asunción de las nuevas autoridades en un foco de atención pública y en una afrenta a la institucionalidad.
La manifestaciones también se dieron fuera del Capitolio
Estas imágenes son altamente inusuales en la capital de Estados Unidos, más allá que los últimos años, las distintas marchas por la violación de derechos civiles, principalmente hacia ciudadanos afroamericanos, han sido casi una constante en el país del norte crispando los ánimos sociales de su población.
La entrada al edificio sede del poder legislativo, por la fuerza, es claramente una cuestión grave para las instituciones de cualquier país del mundo, y son muchas veces imágenes vistas en democracias menos consolidadas del mundo y demuestra una vez más el manejo de la cosa pública que ha tenido Trump en los últimos años, forzando cada una de sus jugadas hasta casi el límite.
Entonces, ¿podemos hablar de un último intento por parte de Trump para empañar su derrota electoral? Teniendo en cuenta que cada una de las denuncias de fraude han sido evaluadas y se las ha desechado, ¿la pretendida estrategia de Trump de generar presión al Congreso y a la opinión pública se ha ido de las manos?, ¿la “teoría del loco” finalmente llevó a la comisión de una verdadera locura en una de las democracias supuestamente más consolidadas del mundo?
Las imágenes de los choques entre los manifestantes y las fuerzas de seguridad, y la llegada de alguno de los manifestantes pro-Trump a la silla del presidente la cámara, es realmente dantesca y preocupante.
Incluso el líder de los representantes del senado más “duros” del partido republicano, Mitch McConnell, ha reprochado la actitud del actual presidente de los Estados Unidos, y sus seguidores, argumentando que ir en contra de una elección que ha pasado todos los procesos de validación sería una fuerte afrenta contra la democracia de este país.
Queda claro que este lamentable hecho no suma a un proceso electoral ya atípico desde el principio. Mucho menos los posteos del presidente Trump en Twitter contribuyen a generar un clima de mayor calma, por más de que solicite una sus seguidores colaborar con las fuerzas de seguridad, luego de haber alentado esta revuelta. Esperemos que este lamentable hecho termine sin rápidamente y en la forma más pacífica posible.
En resumidas palabras, 2021 sigue viendo a Trump siendo Trump.
(*) Licenciado en Relaciones Internacionales. Contador Público. Master en Economía Internacional