El Covid-19 destruyó 255 millones de empleos en un año
El impacto negativo del Covid-19 en el mundo laboral ha sido y sigue siendo tremendo.
Estimaciones del Observatorio de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), actualizadas a febrero último, ponen de manifiesto que la mayoría de los mercados de trabajo de todo el planeta se vio afectada de manera negativa en 2020 en una magnitud sin precedentes en la historia.
Según el organismo especializado de las Naciones Unidas (ONU) en asuntos relativos al trabajo y las relaciones laborales, el año pasado se perdió el 8,8 por ciento de las horas de trabajo a nivel mundial, en comparación con el cuarto trimestre de 2019. Esa proporción equivale a 255 millones de empleos a tiempo completo, utilizando como base de cálculo una semana laboral de 48 horas.
Latinoamérica y el Caribe, Europa y Asia meridionales son las regiones que acusaron más el perjuicio, destaca el informe global.
Los efectos de la tromba virósica sin precedentes semejantes no sólo se manifiestan en la destrucción de fuentes de empleo -formales e informales-, sino también en otros aspectos centrales de la problemática.
“Para todos los trabajadores, la amenaza que plantea el Covid-19 va más allá de contagiarse el virus”, advierte Guy Ryder, director general de la OIT.
Ryder comparte las consideraciones a través de un video que difunde en estos días de manera abierta. Lo hace a través de las redes sociales para invitar a participar a quien quiera en el seminario virtual mundial sobre “Seguridad y salud en el trabajo para responder a las emergencias y a la crisis”, relacionadas con el coronavirus.
La actividad se desarrollará el miércoles 28 de abril desde las 13.30, hora de Ginebra, Suiza (8.30, hora argentina); se enmarca en el Día Mundial de la Seguridad y la Salud en el Trabajo, que se conmemora este 28 de abril.
La fecha fue instituida por la ONU con el propósito de promover la prevención de los accidentes de trabajo y las enfermedades profesionales, instando a los actores principales y a los gobiernos a bregar por una cultura de seguridad y salud que ayude a reducir el número de muertes y lesiones vinculadas con el trabajo, sensibilizando acerca de la magnitud del problema.
REACCIÓN CONJUNTA
“Desde el inicio de la pandemia, gobiernos, empresas y trabajadores reaccionaron con rapidez ante la crisis; lo hicieron con medidas para abordar la infección en el trabajo y otros riesgos”, valora Ryder.
No obstante, reconoce que “algunas medidas tomadas para detener la pandemia han generado riesgos nuevos”.
“Ha habido un aumento en problemas de salud mental y psicosociales, en peligros ergonómicos y químicos, y en demoras en tratamientos para otras condiciones graves de salud”, lamenta el titular de la OIT.
El director general sostiene que, pese a todo, “los estándares laborales internacionales brindaron una guía importante para proteger a los trabajadores y salvaguardar el trabajo digno”. En línea con esa certeza, considera que “no puede haber una demostración más clara de la importancia para todos de un entorno de seguridad y salud laboral fuerte y resiliente, apoyado por una cooperación multilateral”.
Sobre ese supuesto, Ryder plantea que este 28 de abril “nos recuerda por qué debemos tener sistemas fuertes de seguridad y salud laboral, y por qué debe haber respuestas internacionales a las crisis debidamente integradas”.
Su conclusión es que “estos sistemas han sido la base de nuestra respuesta a la pandemia”. Y en función de ello, sugiere con convicción: “invertir en ellos será esencial si queremos estar preparados para futuras crisis”.
ARTÍFICES DEL DESTINO PROPIO
Para Cynthia Benzion, presidenta de la Asociación de Abogados y Abogadas Laboralistas de la Argentina (AAL), “la crisis que vivimos desde hace años en nuestro país se agravó con la pandemia. Miles de puestos de trabajo se perdieron a pesar de las medidas adoptadas para proteger el empleo y se estima que se perderán muchos más”, avizora y lamenta.
La primera mujer en llegar a la conducción de la institución profesional de referencia, advierte que “los indicadores ya muestran un significativo aumento de la pobreza y la exclusión sin que nada indique que esto podrá revertirse” en el corto y mediano plazo.
“La normativa de emergencia no alcanzó para mitigar los efectos devastadores que la pandemia causó en los más débiles del sistema, trabajadores y trabajadoras que en muchos casos fueron declarados esenciales y debieron continuar trabajando para que la economía siguiera produciendo, sin la necesaria protección de su salud y, en muchos casos, con reducción de sus salarios”, considera y cuestiona.
“El sistema de cobertura de riesgos del trabajo que rige actualmente no impidió los contagios masivos y fueron los propios trabajadores los que debieron participar activamente en la elaboración de protocolos y controlar su implementación en los lugares donde realizan sus labores”, reconoce Benzion.
Al respecto, el jurista y docente de la UNC, César Arese, destaca que “desde el comienzo de la pandemia, la cobertura del sistema de riesgos de trabajo fue sólo parcial y las comisiones médicas que resuelven sobre esa atención, actuaron de manera muy limitada”.
El también excamarista del foro cordobés, estima que “en la actualidad se tramitan unas cuatro mil denuncias administrativas por afecciones de coronavirus laborales”.
Arese considera que “el cumplimiento de reglas de seguridad laboral exige planes de actividades e inversiones que la crisis económica y sanitaria acota sustancialmente”, por razones obvias.
Por su parte, Benzion cree que, en el devenir inmediato, “es fundamental el rol de los sindicatos y la implementación en todos los lugares de trabajo de comités mixtos de seguridad e higiene en los que las trabajadoras, los trabajadores y sus organizaciones sean parte de las decisiones en materia de la protección de su salud psicofísica”.
Fuente: La Voz del Interior. La Voz del Interior