Inmunidad de rebaño: cuatro razones por las que parece imposible de alcanzar
A esta altura de la pandemia, la inmunidad de rebaño se parece a una utopía. Se trata de una meta deseada pero difícil, sino imposible, de alcanzar aseguran los expertos.
Las razones son la propia naturaleza del virus, el diseño de las vacunas que se aplican actualmente, la campaña de inmunización y el comportamiento de las personas.
¿Que es? La inmunidad de rebaño se logra cuando una determinada proporción de población está inmunizada de tal manera que la epidemia cesa en una determinada región. Estas defensas se alcanzan por acción de las vacunas o porque la persona se contagió y generó anticuerpos como para impedir una reinfección.
1) LA NATURALEZA DEL VIRUS
La “versión Wuhan” del Sars-Cov-2 tenía un R0 de 2 a 3, por lo que la población inmunizada debería ser de cerca del 70 por ciento para lograr inmunidad colectiva. Pero la variante Delta tiene un R0 más alto, entre 5 a 8. En este caso, se necesitaría que alrededor del 90 por ciento de la población estuviera protegida.
“Las estimaciones de R0 son también propias de diferentes lugares geográficos, según la estructura de los contactos sociales y los aspectos demográficos y climáticos”, explica Zulma Cucunubá, experta en epidemiología del Imperial College de Londres, en una columna al diario El Tiempo, de Colombia.
Y agregó: “El efecto rebaño no se puede lograr con todas las enfermedades. Se puede conseguir con la vacuna del sarampión. Pero con los virus respiratorios, como el Sars-Cov-2, no podemos tener efecto rebaño aunque vacunemos a toda la población. La vacuna no previene el 100 por ciento de los contagios”.
2) LAS VACUNAS NO PREVIENEN LA TRANSMISIÓN
Algunos estudios detectaron que las vacunas reducen la carga viral en los fluidos nasales y orales desde donde la persona puede propagar el virus. Pero otros análisis con personas vacunadas muestran que una parte se puede contagiar y transmitir el virus.
Todo esto significa que un porcentaje importante de la población vacunada puede infectar y seguir transmitiendo el virus.
“Las vacunas funcionan y están bajando la circulación del virus en lugares con altas tasas de inmunización como Europa y EE.UU. donde incluso ya hay eventos multitudinarios. Y están previniendo hospitalizaciones y muertes. Y también funcionan contra las variantes”, asegura el investigador.
3) LA VACUNACIÓN ES DESIGUAL
Existen importantes grupos de la población sin vacunar dentro de cada país y a nivel global. En Argentina cerca de un tercio de la población no tiene posibilidades de inmunizarse por ser menores de edad, ya que no hay vacunas autorizadas para niños y adolescentes.
También hay sectores de la población que no saben o no pueden vacunarse, con los que el estado deberá hace un esfuerzo extra para inmunizarlos. Y hay grupos que dudan si vacunarse o directamente rechazan las vacunas.
A nivel global, el panorama aún más complejo y desigual. Más del 54 por ciento de los europeos recibió al menos un dosis de la vacuna, mientras que en África ese porcentaje es del menos del 3 por ciento.
Los expertos reiteran una temida frase: mientras haya un sector importante de la población mundial sin vacunarse, el Sars-Cov-2 tendrá la posibilidad de mutar, para escapar completamente de las respuesta generada por las vacunas y convertirse en una nueva pandemia.
4) LAS VACUNAS CAMBIAN NUESTRO COMPORTAMIENTO
El R0 de un patógeno puede variar por nuestro comportamiento y podemos disminuir su valor con otras estrategias que no sean las vacunas. Por ejemplo, el barbijo disminuye la probabilidad de contagio a pesar del contacto entre personas.
“La reducción del número promedio de contactos, la ventilación y la distancia física generan una reducción de R0 y, por lo tanto, del valor teórico de la inmunidad colectiva. Por ello es necesario mantener estas medidas mientras se alcanzan altos niveles de inmunidad poblacional”, explica Cucunubá.
Pero con el avance de la vacunación ocurre justamente lo contrario. La gente comienza relajar los comportamientos preventivos e incluso las autoridades sanitarias flexibilizan las medidas. Por ejemplo, varios países decidieron eliminar el uso del barbijo al aire libre entre las personas vacunadas.
“El Sars-Cov-2 sólo se puede suprimir con acción social. No con vacunas. Pueden ayudar, pero nada más. En los países que opten por convivir con el Covid-19, la enfermedad será endémica por mucho tiempo o una enfermedad infantil”, Roberto Etchenique, investigador del Conicet y la Universidad de Buenos Aires.
Fuente: La Voz del Interior.