«Fútbol o Muerte»: Oscar Parrilli y Cristina Kirchner, como si el mundo se hubiera quedado congelado en 2015
Oscar Parrilli debería presentarse en el programa “Fútbol o Muerte” con sus propuestas más recientes. El programa periodístico más picante del fútbol argentino, como lo presenta su locutora (“la piba”), conducido por Héctor Di Payaso, secundado por «Feo» Larramendi y el Tano Capresse «un equipo que lo deja todo, sin pelos en la lengua, analizan todo sobre la selección y el país». Este segmento que presenta Sebastián Wainraich en su programa “Vuelta y media” por Urbana Play es una parodia de programas deportivos en la que se emiten las más variadas opiniones sin ningún criterio lógico sobre todos los temas pero siempre poniendo al fútbol como lo más importante. La propuesta reciente del actual senador nacional por Neuquén por el Frente de Todos de reflotar parcialmente el Fútbol Para Todos es digna de un programa tan delirante como el imaginado por el equipo de Wainraich. Una propuesta que ignora los problemas del país e imagina como legado político que vuelva el Fútbol Para Todos.
El proyecto del histórico secretario de Cristina propone que se transmitan por la TV Pública cuatro partidos por fecha y el senador sostiene que no significaría ninguna erogación para las arcas del Estado. Según afirmó no se trata de la reinstauración del Fútbol Para Todos porque esto se estaría haciendo a partir de la puesta en vigencia de artículo 77 de la Ley de Medios.
Sería ingenuo pensar que este hombre ligado íntimamente a Cristina Kirchner, actúa por cuenta propia. De la vicepresidenta sabemos que, salvo casos de enojos extremos en que se expresa por redes sociales, guarda un prudente silencio. Pero eso no significa que se quede callada porque, como todos en el mundo político, personajes como Parrilli son la voz de la ex-presidenta cuando actúa desde el silencio. El país está en crisis y ella no puede negar su parte como vicepresidenta. Sin embargo Cristina se propone volver a la vieja política como si nada hubiera sucedido y como si el mundo se hubiera quedado congelado en diciembre del 2015 cuando ella a las 00:00 hs del día 10 “se convirtió en calabaza”. Su creatividad se agota en la rosca con vicios del pasado que solamente se esfuerzan en correr el foco de las principales preocupaciones de todos los argentinos y tratar de ganar más notoriedad que las otras partes de la coalición del Frente de Todos. La inflación, la pobreza y la seguridad que no sirven para disputar poder al interior de la alianza, porque todos están igualmente mal parados se obvian y se tratan de tapar con un nuevo truco cada semana. El que nos toca en esta ocasión es el truco de la galera del que sacan una vez más “el fútbol”.
El fútbol, pasión y la política son inseparables desde hace muchos años no solo en la Argentina, donde la parte relacionada con las barras fue investigada largamente, sino también en América Latina en general.
Mauricio Macri, por ejemplo, viene del fútbol donde idea y construye los inicios de su carrera política. De igual forma en Chile Sebastián Piñera fue dueño del club Colo Colo ante de llegar a la presidencia del país. Tabaré Vázquez también fue presidente del Club Atlético El Progreso y muchas veces candidato a presidente de la Asociación Uruguaya de Fútbol antes de ser intendente de Montevideo y finalmente presidente. Horacio Cartés fue presidente del club Libertad antes de serlo del Paraguay.
En la actualidad también hay muchos dirigentes del fútbol que intentan un salto a la política. Así Matías Lammens dejó la presidencia en San Lorenzo para ser primero candidato a jefe de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires y finalmente recalar en la cartera de Deporte y Turismo. Por su parte Rodolfo D’Onofrio, ex-presidente de River, tiene hace tiempo la intención de pegar el salto a la política nacional aunque solamente en el último tiempo lo admitió abiertamente.
Tinelli, en el mismo camino de construir una carrera en la política se internó en la presidencia del club que siempre lo identificó en la tele bajo el impulso de la figura del ya mencionado Lammens. Sin embargo parece tener poco éxito en las roscas políticas, luego del imposible empate del 2015 en la AFA, su posterior renuncia en 2017 a la secretaría de selecciones y su vuelta a San Lorenzo en 2019, su carrera parece haberse pinchado por completo. En este derrotero se nota que no tiene un rumbo, no tiene convicción y no tiene planificado su futuro.
Podríamos hacer una innumerable lista de los dirigentes que intentaron y no pudieron y de los que lograron llegar a la política con mayúsculas luego de la administración deportiva.
Porque saben que el fútbol, además de ser arte, como decía Fontanarrosa en un célebre cuento, es un evento que despierta pasiones y nos hace olvidar por un momento de nuestros problemas mientras atrás del evento se tejen los intereses de la política. Por eso hoy Cristina Kirchner, a través de las diversas máscaras de sus voceros, decretó el fin de la pandemia para poder dedicar sus energías al nuevo enemigo público: el FMI. Pese a que sabe que es urgente y necesario un acuerdo racional con el fondo, pone todas las trabas posibles para que el acuerdo no se firme, porque firmarlo supondría aceptar la responsabilidad de los 55.000 millones de dólares de deuda que ella había agregado para el final de su mandato. No solo no quiere hacerse cargo del ajuste que se va perfilando como necesario sino que además en sus fantasías planea quedar por fuera del control del FMI para poder seguir implementando recetas económicas que no se aplican en otro lugar más que en la Argentina.
Un plan que podría presentarse fuera de una parodia delirante como la ofrecida por Wainraich, sería un plan que podría acordarse sin problemas con los expertos del FMI. Sería más lógico un programa que pudiera presentarse de cara al empresariado, al pueblo argentino y al mundo, sin necesidad de viejos trucos ya conocidos de circo y a veces tal vez polenta con ínfulas de asado. Para esto basta con sentarse a pensar seriamente un país ordenado, previsible y que se esfuerce por un sistema que dé a quienes se merecen lo que se hayan ganado sin querer repartir más de lo que se produjo.
Pero la vicepresidenta y sus voceros son especialistas en dar consejos a la oposición, a los organismos internacionales y a las potencias del primer mundo, olvidándose de que lo primero que uno debe hacer es arreglar su propia casa antes de dar consejo de cómo arreglar la ajena.
Por un lado, con el 50,9 % de inflación general que marcó el INDEC en su último relevamiento como marco, las proyecciones inflacionarias para el 2022 no parecen muy alentadoras dado que ya se anunciaron para los primeros meses del año aumentos en prepagas, en cuotas escolares, en tarifas, en alquileres y en peajes.
Por otro lado, respecto de la política, la coalición gobernante está absolutamente dividida y el mundo lo percibe. Cada uno de los sectores se disputan cada vez más abiertamente el poder y los funcionarios que un día eran aclamados por todos los sectores, de golpe son ninguneados y se pone en duda su continuidad.
Del mismo Alberto Fernández se sabe cada día menos y como desde el primer día, nunca se sabe si actuará con firmeza o seguirá con la tibieza que lo vimos hasta hoy.
El primero de los casos resonantes de ministros que de estrella pasaron a ninguneados fue el de Guzmán; pero ahora eso parece haber quedado en el pasado porque es un acuerdo muy difundido el hecho de que debe quedarse hasta resolver el tema de la deuda.
Todos saben que no es posible un cambio hoy si no hay una resolución favorable con el Fondo. Lo que necesita hoy más que nunca el país es un plan económico porque el caos parece estar a la vuelta de la esquina y porque cada uno de los que vivimos en este país estamos buscando una señal que nos saque de la incertidumbre y nos dé una esperanza en un futuro que, aunque sea lejano, sea un futuro. El Fútbol Para Todos puede parecer que sirve para distraernos pero lo cierto es que no es así, los políticos argentinos se confunden porque creen que mientras el pueblo mira el show de magia se distrae, pero en realidad conoce todos los hilos de los viejos trucos pero es paciente y aguanta. Es verdad, el pueblo argentino es resiliente, es paciente; eso lo saben hasta los políticos, lo que a veces parecen olvidar es que no es tonto y cuando se cansa dice basta y a otra cosa.
Nota publicada en Perfil