Las diferencias entre «Chacho» Álvarez y Máximo Kirchner
En los albores de la crisis del 2001, se produjo la renuncia del entonces vicepresidente Carlos “Chacho” Álvarez. “Voy a seguir peleando por los mismos ideales que peleé en mi vida; lo voy a hacer desde el llano, con la misma voluntad, con la misma vocación, y la misma firmeza y el mismo compromiso que tuve en mi larga vida militante”, dijo Chacho Álvarez en su momento.
En la cara de Chacho Álvarez se veía una enorme decepción por no haber podido cambiar la historia política argentina que caía una vez más en los escándalos de la corrupción y en la incertidumbre económica. Aún así, el renunciante, deprimido y marginado políticamente, eligió el apoyo silencioso al gobierno del que formó parte antes que sacar un rédito personal por su renuncia.
Máximo Kirchner hace unas pocas horas renunció a la presidencia del bloque pero no a su banca, afirma que así lo hace “[…] para facilitar la tarea del Presidente y su entorno. Es mejor dar un paso al costado para que, de esa manera, él pueda elegir a alguien que crea en este programa”. El aferrarse a su banca y el resto de la carta nos hacen ver que está lejos del paso al costado que dio el vicepresidente de De la Rúa, y, como él mismo dice, “mirando más allá del 10 de diciembre del 2023”. Las miras están puestas en la disputa de la interna del Frente de Todos para las presidenciales. Quien cree mirar más allá del 10 diciembre del 2023 no es solamente Máximo sino que, como todos sabemos, si él habla es porque cuenta con la venia de Cristina Kirchner de quien seguramente tengamos noticias en breve. Estas diferencias se dan porque Chacho era un político de raza, inteligente y estudioso y Máximo es un político en la cumbre de la escena política porque es hijo de Cristina y de Néstor.
La grave ruptura es el principio del fin de la alianza. Aunque la van a querer maquillar mientras intentan atarla con alambre el quiebre es irreparable. Este es el inicio de la campaña política para disputar la interna de cara al 2023, pero más que convertirse en el armador o el candidato de la interna del Frente de Todos, los pasos dados por Cristina y sus voceros, parecen dejarlo a Máximo más cerca de ser el jefe de campaña de Juntos por el Cambio que del Frente de Todos.
Mientras tanto, la ruptura que tensiona el kirchnerismo más acérrimo pareciera que, como lo hizo hasta ahora, no va a encontrar en Alberto Fernández otra reacción que no sea el querer calmar las aguas. Parte del círculo albertista lo incita a aprovechar la ocasión para reaccionar aceptando lo inevitable de la ruptura porque entiende que el kirchnerismo no tiene el mismo apoyo popular que en 2019.
Pero más allá de que no está en la genética de Alberto la ruptura porque es naturalmente conciliador y porque se siente en deuda con Cristina por haberlo hecho llegar a la presidencia, también es cierto que esta renuncia deja en una situación delicada al gobierno. El presidente entiende que un gobierno implica que muchos de los ministros, secretarios, y otros agentes decisores de poder, sean militantes de La Cámpora y de sectores afines a Cristina y teme que una ruptura lo deje con un vacío de poder. Si es verdad que se producirán nuevamente renuncias en masa, deberá reestructurar gran parte de su gabinete en un momento delicado y en caso que así no fuera y se quedaran ¿responderían a las ordenes de Alberto? Como mínimo correría el riesgo de que pongan más palos en la rueda que los habituales.
Massa, como siempre con la mirada puesta más allá de todo en su propia carrera, juega a ser el intermediario amoroso. Ni bien se conoció la carta de Máximo, circuló en los WhatsApp del Frente Renovador un mensaje de Malena Galmarini instando al más estricto silencio a todos los militantes hasta que Sergio Massa diera las indicaciones correspondientes. En linea con este mensaje y este alejamiento de lo más álgido de la interna, Massa juega callado con un grupo de empresarios afines que desde hace un tiempo financian a Martín Redrado y a un equipo de economistas para idear un plan económico alternativo para hacerse con el ministerio cuando el plan de Guzmán se agote. Por el momento Redrado no quiere ser ministro en estas condiciones porque no admite hacerse cargo de un ministerio tan fragmentado como el actual y sueña con la suma del poder para implementar el plan económico que pacientemente diseñan en el massismo.
Por lo pronto el presidente aparece en la tele explicando lo inexplicable ¨la alianza de gobierno no está rota porque lo de Máximo es un tema de incomodidades» y explicando que la decisión que tomó no solo le fue anunciada a él sino que fue en contra de las recomendaciones de Cristina que no quería que renunciara. Tal vez finge tranquilidad porque sabe que Cristina hoy mismo será la presidenta nuevamente cuando él emprenda el viaje a Rusia y China. Imagino las caras de Putin y de Xi Jinping recibiendo a un presidente boicoteado por sus mismos socios cuando hasta hace días le pedían a la oposición apoyo para sostener el gobierno. Cuando el presidente necesita decir «el presidente soy yo» algo anda mal en el gobierno.
“El fin es mi principio” “Cuando el presente no me interesa, yo tengo un gran refugio: la historia. Es que si no comprendes la historia, no comprendes la actualidad.”
Tiziano Terzan.
Nota publicada en Perfil