La fabuladora oficial
OPINIÓN: Por Eduardo Reina – Twitter: @ossoreina
La fábula es un relato breve que se crea con diferentes intencionalidades, para educa, para plantear una moraleja o para realizar un relato que desfocalice la realidad. Si están bien contadas pueden ser muy ingeniosas y de mucha creatividad. Pero su finalidad primordial es didáctico moralizante.
Hubo un gran vocero presidencial y que se convirtió en un ejemplo que se debería seguir, José Ignacio López, portavoz de Alfonsín, periodista de prestigio, capaz, idóneo, inteligente y con una formación política sólida.
Representar a la investidura del Presidente y del Estado, implica negociar con los distintos actores políticos y medios, de modo que su intervención en las coyunturas críticas fuera adecuada, lo más certera, respetuosa y convincente posible para restablecer acuerdos y vínculos de confianza.
Qué ocurre cuando un vocero no es vocero y quiere ser un respondedor de excusas sin información. La respuesta resulta obvia: más que informar desinforma. Esto sucede con Gabriela Cerutti.
Hace unos meses se tomó el tiempo de responder a una columnas desmintiendo lo que habíamos mencionado acerca de su desinformación y sigue teniendo vigencia .
En la nota aludida, aseguramos en dialogo con Jorge Fontevecchia que la periodista no tenía llegada a las principales fuentes de Casa de Gobierno.
En aquel texto se exponía que “las relaciones entre los pisos donde está Cerruti, están absolutamente rotas”, a lo que la Vocera Presidencial manifestó “No entendí lo de los pisos. Yo estoy en planta baja, pero paso buena parte del día en la planta alta porque allí está el despacho del Presidente”.
También en esa columna, Reina agregó que sobre la relación entre los miembros del frente “hay una ruptura de hecho y que esta fisura se va seguir profundizando”. Por su parte, Cerruti, objetó: “Tengo una excelente relación con Máximo y Cristina, como con Massa.
Algo se veía venir, la desconexión de la Vocera con el poder era difícil y hoy con la desorganización del frente y de la Portavoz misma se hace imposible una comunicación fluida e unívoca.
La vocería no debe ser una defensa política al estilo militante, debe ser clarificadora para despejar dudas y misterios. Lo mejor que puede hacer un vocero es no hablar si carece de información.
Al comienzo de esta columna, se planteaba que los relatos debían ser claros y creíbles y que si la Vocera no tenía certezas lo mejor que podía hacer, era callar, pues en ocasiones resulta más creíble decir no sé, que inventar un relato que luego quedará por el piso.
“Los políticos son iguales en todas partes. Prometen construir un puente incluso donde no hay río”. Nikita Kruschev, dirigente de la Unión Soviética entre 1958 y 1964.