Marcos Juárez, la (des)ilusión de Todos
El pasado domingo, la ciudad de Marcos Juarez se convirtió en la vidriera de la democracia que ofrecía premios y castigos para un lado y para el otro de la grieta política argentina. No obstante, permitámonos deshojar esta margarita de pocos pétalos. OPINIÓN: Por Lic. Jorge Borgognoni (*)
Para ello, pongámonos en situación de contexto: Marcos Juarez es una ciudad del interior de la provincia de Córdoba, con aproximadamente 30.000 habitantes, con un padrón de electores de 24.500 habilitados, y que por su Carta Orgánica, instrumento constitucional de ordenamiento jurídico local, ofrece la elección de sus autoridades locales en un calendario distinto al provincial o nacional.
Vamos a considerar que normalmente participan de su elección entre un 67% y 70% de su electorado, representando a no más de 16.000 voluntades en las urnas, por lo que en un escrutinio como el vivido, la primera minoría no supera los 8.700 votos, que representan al 56% de los preferencias de sus ciudadanos. Estimado Lector, no se asombre, estamos hablando de esos números fríos pero reales.
Ahora bien, ¿Por qué es tan importante la elección de Marcos Juarez? O mejor dicho ¿es importante la elección de Marcos Juarez? ¿cuánto peso político puede representar en el esquema provincial dicha elección? ¿y en el nacional? Y he aquí la primera hojita: la espectacularidad mediática teñida de una sobreestimación del efecto del resultado electoral a los egos y mezquindades de otros dirigentes, donde más de uno, reconoció que existe una localidad en el sudeste provincial que se llama Marcos Juarez, y que solo funciona básicamente con una base de sensacionalismo agudo que no traslada absolutamente nada más que un desfile de dirigentes provinciales y nacionales sinsentido.
En términos de nombres: para todo el arco opositor, todo el abanico de precandidatos a gobernador: Juez, De Loredo, Rodriguez Machado, Sukaria, Dellarrosa, Carasso o nacionales: Rodriguez Larreta, Bullrich, y cuanto otro estaba con un espacio en su agenda visitó y tuvo su acto, su micrófono, en otras palabras su minuto de fama.
Por otro lado de la grieta, la presencia de Schiaretti fue fuerte por su propio peso, pero no en la incumbencia de campaña electoral y menos aún en un proyecto electoral. Es más algún que otro atrevido y malintencionado pergeñaba un relanzamiento de un gobierno provincial que tiene muchos problemas en su agenda. En otras palabras, la hipótesis absurda era: si se ganaba Marcos Juarez, Schiaretti remontaba su gobierno y es presidenciable.
Sepan disculparme pero acaso Ud cree que un proyecto presidencial se consolida con una elección municipal aislada? Ud cree que un gobierno provincial neutraliza todos los embates de una agenda pública con un resultado electoral aislado? Simplemente permítame afirmar que NO, porque en todas las elecciones anteriores el frente opositor siempre ganó la intendencia, y el candidato apoyado por el oficialismo provincial perdió pero siempre que hubo elecciones provinciales ganó Unión por Córdoba o Hacemos. Entonces la pregunta es: qué perdió Schiaretti? Nada, si nunca lo tuvo.
La tesis del kilómetro cero para el arco opositor al gobierno provincial siempre fue cero y si alguna vez se convirtió en kilómetro uno fue por la decisión estratégica del gobernador de no participar ni intervenir en una elección nacional. Entonces la pregunta es: qué gano el PRO en Marcos Juarez? Nada, la intendencia. Lo más distintivo es que la ciudadanía eligió sostener al oficialismo municipal con otro candidato pero con una sombra de liderazgo sobresaliente de quién deja la intendencia.
Un capítulo aparte merece el tratamiento de las ansiedades y viejas, y no por menos falsas estrategias de comunicación que entienden en el camino más aplazado la teoría de la espiral del silencio o de la aguja hipodérmica, sosteniendo falazmente que publicando datos de un estudio preelectoral, el comportamiento general se va a ver influenciado y condicionado taxativamente. Un horror de la praxis política de otro siglo.
En otras palabras, la elección de Marcos Juarez lo único que siga refrendando es un NO a la propuesta oficialista nacional, sea anclando su decisión en un candidato del PRO o de Hacemos. Las diferencias sustanciales no son tal, solo de forma.