Del gobierno de científicos al manotazo de ahogado
La renuncia de los ministros del fin de semana parece una nueva señal de debilidad de un gobierno que todos empiezan a abandonar, pero en realidad es una decisión de Alberto Fernández. Por Eduardo Reina.
La renuncia de los ministros del fin de semana parece una nueva señal de debilidad de un gobierno que todos empiezan a abandonar, pero en realidad es una decisión de Alberto Fernández. Se ve que mientras empezaba a probar las guitarras que había traído de EEUU recordó aquella balada de Pablo Milanés que hablaba del paso de los años y empezó a sentir que su tiempo de presidente se estaba acabando. Habrá querido experimentar una vez más el poder presidencial antes de perderlo o saber qué se sentía tomar decisiones sin consultar a nadie porque, de buenas a primeras, se propuso concretar cambios en los ministerios tan largamente demorados.
Este asunto se viene gestando desde hace un tiempo, en primer lugar porque Juanchi Zabaleta, encabezando el plan de retorno a las intendencias, volvió a Hurlingham para recuperar su bastión en el que viene ganándole posiciones La Cámpora.
Por su parte, el ex ministro de Trabajo, Claudio Moroni, amigo íntimo y compañero de facultad de Alberto Fernández, hace tiempo estaba bastante harto de tener que aguantar críticas sobre la situación laboral y económica que eran más materia de los desaciertos en la cartera de Economía que propios.
La única renuncia que parece un poco más genuina fue la de la ministra de la Mujer, pero que, dado lo inútil que resultó esa cartera para resolver cualquier asunto y ya que terminó resultando solamente en prebendas y subsidios para conseguir votos de un sector de la población; parece haber sido propiciada por un Presidente que se arrepiente de ese invento y busca disolverlo de a poco.
Parece que, al calor de algunas encuestas, el Presidente, empezó a pensar que puede hacer un gobierno lejos de la vigilancia de Cristina y los suyos. (por eso no se hablan y está aislado del Patria ) Con esto está jugando su última carta para salvarse de ser un “pato rengo”. Aunque usted no lo crea, el Presidente con este movimiento, que parece una retirada de todos antes del fracaso, anda buscando consolidar una candidatura de reelección para el 2023.
El Presidente ve las encuestas y descubre que él solo tiene mejor imagen que Cristina y con eso fantasea que después del Mundial, podrá reinventar el tan largamente reclamado ‘albertismo’ y remontar un destino de fracaso que ya parece sellado. Calculó que si pone a sus leales puede aprovechar la imagen negativa de CFK para lograr apoyos suficientes para armar una candidatura competitiva porque tomó muy en serio a Sergio Massa cuando dijo que su objetivo no era ser candidato en la elección de 2023 sino en la de 2027.
Alberto cree que si muestra alineación alrededor suyo, puede ganarse el favor del PJ, pero parece haberse olvidado de que la única lealtad en el peronismo es al poder. Si bien puede pretender que sea un gesto de autoridad presidencial, lo cierto es que los otros socios de la alianza no se ocuparon de su trasnochada decisión porque afectaba a cajas ajenas. Ni se enteraron ni quisieron participar sino que dejaron que juegue el muñeco a ver qué hace. Además porque saben que siempre pueden contar con el solitario ariete del ministro de Desarrollo de la Comunidad bonaerense, Andrés Cuervo Larroque que, como el personaje de manual que es, salió en seguida a marcarle la cancha asegurando que «no todo el Frente de Todos» fue consultado sobre los reemplazos.
Lo cierto es que además están más preocupados por otras cosas. Massa en economía porque todas las reservas que hasta ahora entraron con el dólar soja se ven amenazadas por el turismo y entonces tiene que salir a agregar parche sobre parche inventando un nuevo dólar que viene a sumarse a la larga lista.
Cristina Kirchner, por su parte, se preocupa por conservar un lugar de poder y se aferra a la idea de la división de la oposición para mantener al menos la provincia de Buenos Aires. Desde el kirchnerismo empiezan a ver que corren el riesgo de perder también ese bastión político del peronismo. Por eso deslizan de a poco y como idea ajena la posibilidad de eliminar las PASO porque este escenario aumentaría la probabilidad de un oficialismo unido y una oposición dividida de cara a 2023.
Los nuevos ministros por su parte reciben de regalo por su lealtad una caja de Pandora. El desafío del Ministerio de Trabajo es sobre todo ponerle freno al sindicalismo y el de Desarrollo Social colaborar con el de Trabajo. Porque gracias al sindicalismo y a los planes que el país está lleno de carteles en negocios ofreciendo trabajos informales que no son buscados por nadie porque prefieren cobrar un plan.
Pero, como en el mito de Pandora, una vez abierta la caja de todos los males, nos queda en el fondo la esperanza. Esta esperanza está cifrada en el revuelo que causó Manes con sus declaraciones porque mostró que Latinoamérica necesita seguir el modelo europeo de los gobiernos de coalición. Más allá de si tiene razón o no el radical, las reacciones que generaron sus dichos muestran que la oposición, al igual que el oficialismo, es una corporación que se une para contestar las críticas en bloque sin reparar un segundo en qué cosas podría tomar para mejorar.
Mientras tanto Milei crece porque la sociedad está agotada, descreída y desinteresada, y para entender el fenómeno mundial de la confrontación política y el avance disruptivo de un candidato libertario extremo creo que nos pueden servir las ideas del filósofo español Daniel Innerarity que, a propósito de señalar que el fracaso de la izquierda actual frente a las derechas tiene que ver con el tono moralizante que toman sus críticas, esta opción termina siendo asociada con la infelicidad, mientras que la derecha se asocia con el consumo y la felicidad de la libertad extrema. En este sentido, Innerarity deja un indicio de una salida a la opción de Milei por un camino más intermedio que tiene que ver con pensar que se podría contraponer a la idea de la libertad individual extrema, la idea de que:
“Los placeres aumentan cuando se comparten de manera igualitaria. Formar parte de una sociedad justa y que aspira a que todos sus ciudadanos florezcan aprovechando su potencial al máximo es también una forma de placer inmensa¨.