Cristina Kirchner y su desconexión con la realidad
OPINION – Por Eduardo Reina – Especial para DSF
En su visión, la expresidenta considera que su relevancia trasciende las fronteras argentinas, consolidándola como un referente indispensable en la arena internacional, una autoimagen que parece estar en discordancia con la realidad.
Cristina Fernández de Kirchner, exvicepresidenta de Argentina, aún se percibe a sí misma como una figura central en la política mundial, particularmente en el ámbito de los movimientos progresistas. En su visión, su relevancia trasciende las fronteras argentinas, consolidándola como un referente indispensable en la arena internacional. No obstante, esta autoimagen parece estar en discordancia con la realidad, en la que su notoriedad ha disminuido notablemente, tanto dentro como fuera del país.
Un claro ejemplo de este declive se evidenció durante su última participación en México, en medio de la crisis venezolana. A pesar de que la prensa esperaba ansiosamente su postura, la expectativa mundial sobre su intervención fue mucho menor de lo anticipado. Su charla, transmitida en YouTube, atrajo a solo 6,000 espectadores, un número considerable, pero que dista mucho del que se esperaría para una figura que aún se considera un pilar del progresismo global.https://d-26720870803971497767.ampproject.net/2406131415000/frame.html
Es en este contexto de autoimportancia, quizás teñido de vulnerabilidad, que Cristina podría interpretar el atentado fallido en su contra como parte de un complot más complejo, orquestado por fuerzas oscuras y poderosas. En su mente, este ataque podría haber sido planeado por altas instituciones internacionales o células residuales de ideologías extremistas. Grupos anarquistas, extremistas, o incluso agencias de inteligencia extranjeras como el KGB (ahora FSB/SVR) o la CIA, con su historial de operaciones encubiertas y desestabilización política, podrían formar parte de su hipótesis sobre quiénes estarían detrás del intento de asesinarla.
Sin embargo, la triste realidad es mucho más mundana y desconcertante. El atentado fue llevado a cabo por un grupo de individuos apodados «los impresentables de los copitos», un mote que los medios les otorgaron debido a su ocupación de vender copos de azúcar en la calle. Fernando Sabag Montiel, el principal autor del ataque, junto con sus cómplices Brenda Uliarte, Nicolás Carrizo y Agustina Díaz, no son agentes de una conspiración global, sino personas marginales con motivaciones simplistas, impulsadas por discursos de odio, teorías conspirativas y una visión distorsionada de la realidad política.
El ataque del 1 de septiembre de 2022, que sacudió a Argentina, no fue producto de un entramado internacional complejo. Fue el resultado de la radicalización de un grupo guiado por ideologías extremistas y probablemente manipulado por sectores más radicales, pero que no representa una amenaza estructurada ni organizada a nivel global. La justicia sigue investigando el caso para desentrañar todos los detalles y conexiones detrás del atentado, pero hasta ahora, las evidencias apuntan a un acto de violencia más impulsivo que estratégico.
Así, Cristina Kirchner se enfrenta a una cruda verdad: los enemigos que imagina en las sombras del poder mundial no fueron los responsables de este atentado. En cambio, fue un grupo de personas que, lejos de ser agentes sofisticados, son producto de un contexto de polarización, marginalidad y radicalización dentro de su propio país.
¿Qué imagina Cristina como su final? Seguramente, una reflexión sobre su vida debería llevarla a una autocrítica de sus decisiones, cuestionando por qué figuras como Amado Boudou, Daniel Scioli, Carlos Zannini, Alberto Fernández, y Sergio Massa, por mencionar algunos, jugaron roles tan significativos en su proyecto político, con consecuencias que aún resuenan de forma negativa en la nación. Un análisis retrospectivo le permitiría comprender los porqués y, quizás, asegurar un lugar más digno en la historia argentina.
¿La ciudadanía y el pueblo kirchnerista comienzan a despedir el liderazgo de Cristina?