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Acuerdos de precios y dólar: qué puede pasar con la inflación en 2020

El dólar minorista se convirtió en la nueva referencia para la fijación de precios, a partir de la entrada en vigencia del impuesto del 30 por ciento que lo llevó a cotizar por encima de los 81,9 pesos. Aunque todo dependerá de la efectividad del acuerdo multisectorial que impulsa el Gobierno para establecer un ancla inflacionaria, por lo menos, hasta el segundo semestre del año próximo.

Esta nueva amenaza se instaló como consecuencia inevitable de las necesidades urgentes: los esfuerzos para frenar la carrera de los precios quedaron relegados en la lista de prioridades que redactó el presidente Alberto Fernández para abrir una ventana de tiempo y de espacio que le permita sentarse a negociar con los acreedores de deuda, principalmente con el FMI.

La misión es evitar el default y por ello el Presidente profundizó el ajuste, desactivando compromisos que jaqueaban a las cuentas públicas (la desindexación de las jubilaciones fue un paso clave en ese sentido) y con el refuerzo de la presión impositiva. Y para desalentar cualquier grito de malestar, recurrió a un argumento indiscutible: la obligación moral es salir al rescate de los sectores que más padecen la profunda crisis que atraviesa el país.

“La lógica ante la falta de dólares y el cierre de los mercados es que el Estado se autofinancie con sus recursos y la recaudación de impuestos”, justificó el titular del Banco Central, Miguel Pesce, quien reconoció que cualquier intento para lograr una baja significativa de la inflación quedará postergado, por lo menos, hasta mediados de 2021.

Ahorro

Los primeros cálculos privados indicaron que, con la Ley de Emergencia, la administración nacional podría garantizarse un ahorro fiscal de entre 1 y 1,9 por ciento del Producto Bruto Interno (PBI), pero todo dependerá del esquema con el que se vayan actualizando las jubilaciones.

El mercado reaccionó con beneplácito ante el nuevo plan. Más allá de la recuperación que registraron bonos y acciones, la muestra más clara de la expectativa en el sistema financiero fue la caída del Riesgo País (que mide la desconfianza sobre la capacidad de pago) porque apenas se conocieron los detalles de la megaley para declarar la emergencia pública, adoptó un acelerado ritmo descendente y en menos de dos semanas perdió 376 unidades y cayó hasta los 1.738 puntos básicos.

Pero, esa decisión de restringir aún más el acceso a los dólares para resguardar las pocas divisas disponibles para el pago de la deuda y no afectar el flujo de importaciones necesario para encender la economía también representa una apuesta de alto riesgo para el Gobierno. Es que el nuevo faro para la economía doméstica es un dólar minorista que, por ahora, se mueve cerca de los 82, muy por encima del resto de las cotizaciones legales e incluso las del mercado negro.

“La cotización más alta es una referencia en la fijación de precios”, reconoció ante la consulta de este medio Eduardo Fracchia, director de Economía del IAE Business School, Universidad Austral. Incluso, un reciente informe del área que conduce planteó que “la inflación puede transformarse un problema mayúsculo”.

El propio Fernández habló de los peligros asociados con el ya popularmente conocido como dólar solidario: “Efectivamente cuando aparecen estas bandas, ese es el riesgo. Obviamente que estamos cuidando eso y también le mostramos a los formadores de precios que la experiencia de fijar precios a partir del dólar más alto de la banda, lo que determinó es una caída del consumo sideral”.

Por lo pronto, el fortalecido cepo cambiario y el congelamiento de las tarifas de los servicios públicos forman parte del paquete de medidas con las que la Casa Rosada tratará de moderar los ánimos de quienes definen los aumentos. Y, sobre todo, la expectativa está puesta en el acuerdo con empresarios y sindicalistas para replicar el pacto que le permitió a Chile en los ’90 ponerle fin a la problemática de la inflación.

El viernes pasado, el Presidente dio un primer paso exitoso. Encabezó una cumbre con alrededor de 60 empresarios, sindicalistas y referentes sociales, quienes se comprometieron a acompañar el proceso para frenar la crisis y superar el conflicto de la deuda.

“Ahora viene el pacto social y seguramente va a haber un lineamiento de tranquilizar los precios, de desindexación”, analizó Fracchia.

Créditos, con baja tasa

Como en toda negociación, la Casa Rosada tendrá que poner a disposición contraprestaciones que entusiasmen a las partes convocadas. Según supo este medio, uno de los principales pedidos con el que se sentarán a discutir los empresarios será la reducción de las tasas de interés. “La palabra mágica es crédito para la producción con tasas bajas y que lleguen a todos los sectores”, resumieron las fuentes consultadas.

“Cumplido el acuerdo social que permita un proceso de desindexación, el Banco Central va a poder bajar las tasas de interés a niveles normales y promover la política de crédito”, prometió Pesce para alimentar la vocación de diálogo.

Además, la autoridad monetaria ya inició el proceso para desinflar los rendimientos de referencia, que surgen por las subastas diarias de Letras de Liquidez (Leliq) y que con la nueva gestión pasaron del 63 al 55 por ciento.

En el mundo sindical también parece haber condiciones, aunque las ponen en evidencia los menos preocupados por mostrarse cerca de la Casa Rosada: Hugo Moyano reclama para los camioneros un aumento del 35 por ciento, pero con vencimiento en el segundo semestre del año próximo.

El director de la consultora Focus Market, Damian Di Piace, relativizó la efectividad del pacto social porque, advirtió: “Los acuerdos se hacen con las grandes cadenas que representan 2.000 puntos de venta, pero en la Argentina hay 300 mil puntos de venta”.

“Hay que ver también qué pasa con la emisión monetaria. Parecería ser que el mecanismo de financiamiento del primer semestre va a ser vía emisión, pero la emisión actúa con rezago, o sea que se verá más adelante”, agregó Di Piace.

En el informe que elaboró, Fracchia también alerta sobre los daños colaterales que podría generar la “reanudación de la emisión monetaria para reactivar el consumo, sin tener particularmente en cuenta los efectos sobre la dinámica de precios”.

La única certeza sobre eso es que el punto de partida será una inflación que cerrará este año con un avance acumulado de alrededor del 54 por ciento, según los pronósticos que maneja el BCRA. “La carrera de los precios del año que viene va a ser muy similar a la de este año, un poquito menos, en torno al 45 por ciento. Es muy difícil de pronosticarlo porque depende mucho de este pacto social, de este famoso dólar y de la política de emisión monetaria”, resumió Fracchia.

Fuente: La Voz del Interior. La Voz del Interior