Diputados «paracaidistas» y la paradoja de la abundancia
Nuestro propio laberinto argentino parece ser la “Paradoja de la abundancia” que reaparece siempre en nuevas variantes. Tal como Terry Lynn Karl la detalló, esta paradoja vincula los recursos naturales de un país con su grado de desarrollo.
Lo paradójico en este caso está en el hecho de que los países con abundantes recursos naturales logran un menor desarrollo económico y social que los que tienen menos recursos.
Esta teoría se presenta como una verdadera condena que le marca un destino de inevitable pobreza a millones de latinoamericanos. De hecho, también es conocida como “La maldición de los recursos naturales”.
Una maldición según la cual estamos destinados a una supervivencia que será mejor o peor de acuerdo al precio de las commodities pero en la que nunca podremos soñar con pedir abundancia y mucho menos estabilidad.
Si seguimos con los mismos métodos seguiremos llegando a los mismos resultados, diríamos parafraseando a Einstein, y no encontraremos la salida del laberinto por caer en los mismos errores. Si seguimos pensando solamente en los recursos, continuaremos atrapados en un país cortoplacista, desconectado del mundo y entre nosotros los argentinos.
La diputada nacional Fernanda Vallejos (Unidad Ciudadana) en cuyo discurso resuena esta maldición, expresó que la condición de Argentina como exportador de alimentos es «una maldición» y «una desgracia», por el impacto de los movimientos de los precios internacionales de esos productos en los costos del ámbito local, «o que los beneficios que el gobierno reparte entre la gente son capturados por los empresarios concentrados a través de los aumentos de precios».
El mensaje de la diputada es irresponsable por su tono fatalista y desesperanzador. Esto pone en claro que muchos políticos siempre vivieron de la política y que nunca tuvieron personal a cargo y por lo tanto nunca pagaron cargas sociales, ni lidiaron con la AFIP ni con todos los otros impuestos que paga una pyme, un emprendedor o cualquiera que decidió apostar por el país y ahora necesita afrontar además de todos estos gastos, el pago de un crédito que sacó para salvar su negocio.
Si todo esto fuera un error de formas, en realidad muestra un error más profundo. Muestra que no podemos imaginar un país sin recursos naturales, porque sería como imaginar a la Selección Argentina sin un Lionel Messi, le pedimos a Messi que haga su trabajo y el los otros 10 jugadores, y cuando falla: “Messi es un pecho frio” , “no canta el himno” , “es más Español que argentino” y así nos vamos quedando chiquitos y sin nada.
Pero el error está en no armar un equipo sin personalismos y con liderazgo, con fortaleza y con un juego lindo que todos quieran ver y jugar y que no dependa solamente de un golpe de suerte o del azar de tener a un buen jugador que pueda con todo.
La soja es nuestro Messi. El Messi de la economía kirchnerista. Durante las tres presidencias kirchneristas la soja dio sorpresas y ayudó a mantenerlas. Debutó en mayo de 2004 donde superó los 400 dólares, marca que no lograba desde 1973. En en julio de 2008 dio una nueva sorpresa con el precio subiendo a 600 dólares.
Finalmente, en mayo 2011, tocó los US$ 605. Hoy, luego de un desplome que se llevó puesto lo poco que quedaba en pie, tuvo un leve repunte pero solo alcanza los US$ 535 la tonelada.
La solución no es esperar, es tener un plan de desarrollo donde se premie a los que producen y le sumen valor agregado al producto básico. No exportar el commodity o el hidrocarburo solamente, sino aceites, harinas, azúcares elaborados, etc.
Las PyMEs, que representan el 70% del empleo privado del país, son una promesa para salir de esta encrucijada para armar un “equipo productivo”. La tecnología las ayudará a mejorar sus estándares de producción y competitividad y, si a eso le sumamos que la capacitación parece ser todavía posible si se articulan estratégicamente nuestros recursos intelectuales, podemos ver que la capacidad productiva de las PyMEs se expande más allá de sí misma y puede multiplicarse en muchas fuentes de trabajo más allá de las que ya proporcionan pese a todo.
La solución la sabemos y se nos prometió muchas veces: créditos accesibles, reducción de impuestos, articulación estratégica, etc. inversión estratégica de estos y no una reducción inteligente utilizada como premio a la producción y la innovación. Podemos pensar una y otra vez en estas ideas, pero la base de esto solo se logra con certezas y confianza.
Podemos pensar como un país grande, y olvidarnos por un momento de nuestros Messi, para pensar en qué otras cosas podemos ofrecer, cómo podemos administrar la abundancia presente para que no signifique la carestía futura.
Ser más como la hormiga de la fábula que como la cigarra; para que, cuando llegue el invierno, para cuando se lesione Messi, para cuando se acabe la soja o no alcance la carne; podamos aprovechar otros recursos.
No quedemos encerrados en nuestro laberinto consolándonos con la idea de que estamos mal a causa del capitalismo que es el culpable de todos nuestros males o que la concentración económica es un destino que nos marca a todos los latinoamericanos desde el nacimiento y no tenemos nada más que hacer que conformarnos a vivir en la incertidumbre.
“Los emprendedores son como las tortugas. Sólo avanzan si son capaces de sacar la cabeza fuera” (Dr. Bruce Levin)
Nota publicada también en: Perfil.com
(*) Consultor especializado en Comunicación Institucional y Política, Asuntos Públicos y Gubernamentales, Manejo de crisis y Relaciones con los Medios. Magister en Comunicación y Marketing Político en la Universidad del Salvador (USAL). Postgraduate Business and Management por la Universidad de California Ext. Berkeley, EEUU. Es docente universitario en UCA y USAL. Columnista de Diario San Francisco, Perfil.com y FM Milenieum, entre otros medios del país y del mundo.