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Evitar nuevos focos en geriátricos, hospitales y asentamientos, los próximos desafíos sanitarios

El Gobierno nacional decidió el viernes flexibilizar la cuarentena en la mayor parte del país, después de 50 días de aislamiento social. Especialistas coinciden en que el principal desafío será organizar “el regreso a la vida cotidiana” para que no se generen aglomeraciones. Y evitar nuevos focos en unidades cerradas, como geriátricos, hospitales, cárceles y asentamientos marginales.

“Nos tenemos que preparar para la flexibilización. No podemos llegar al punto de la explosión social, donde la gente ya no quiera respetar más el aislamiento y se largue a la calle, por necesidades económicas o por querer juntarse con sus pares”, advirtió Mirta Roses, enviada regional para Covid-19 de la Organización Mundial de la Salud.

“Necesitamos hoy, más que nunca, de atención médica, testeos y herramientas digitales para establecer una segmentación geográfica y ocupacional. Esto nos va a permitir ir reactivando nuestra vida, que no va a ser la misma. Ojalá le tengamos más respeto a la naturaleza, porque fue nuestra invasión descontrolada lo que nos puso en esta situación”, sentenció en una conferencia de la Sociedad Argentina de Infectología (Sadi).

El infectólogo Omar Sued advirtió: “En los últimos días hemos visto explosiones de infecciones en geriátricos, en trabajadores de la salud y en villas de emergencia. Eso nos pone en la disyuntiva de salir de nuestro enfoque tradicional y activar la búsqueda en esas unidades cerradas”, indicó el presidente de la Sadi.

Un foco o “zona roja” es un agrupamiento de casos relacionados con un caso índice identificado, que muestra un número más alto de diagnósticos positivos que los esperados, en un área y un período determinado, aclaró Roses.

En Córdoba, el brote en Saldán, originado en un geriátrico, aumentó en apenas 14 días los casos en un 485 por ciento (casi seis veces), al pasar de 14 a 82. El foco del hospital Italiano afectó en pocos días a 48 personas y llevó a las autoridades sanitarias a reconocer la transmisión comunitaria en la ciudad de Córdoba.

“Este no es un problema exclusivo de nuestro país. También afectó a otros. En los geriátricos, el distanciamiento social no es factible, es alta la rotación del personal, y son lugares ideales para la transmisión”, explica el infectólogo Pablo Bonvehí.

Además, esos focos, como ocurrió con los de Saldán y el Italiano, pueden diseminarse hacia la comunidad. Ahí debe estar la alerta, agregó el infectólogo Pedro Cahn.

Los expertos coinciden en que el poliempleo –más de un trabajo por agente– aumenta el riesgo, pero admiten que, por una cuestión de supervivencia, la mayoría de los profesionales de la salud debe desempeñarse en varios lugares a la vez. Sin ir más lejos, el Ministerio de Salud provincial cerró en forma temporal la terapia del hospital Pediátrico, porque muchos de sus agentes también trabajaban en el Italiano y debían mantenerse en cuarentena.

Advierten además actitudes contradictorias en la comunidad: por un lado, se aplaude a los agentes sanitarios pero, por otro, se los estigmatiza cuando se sospecha que alguno puede estar infectado. “Que un médico se haya contagiado no quiere decir que no haya hecho bien las cosas. Hace poco se sabe que el virus también puede propagarse en personas que no tienen síntomas”, advirtió Roberto Chuit, director del Instituto de Investigaciones Epidemiológicas.

La clave, destacan, es protegerlos más. “Sabemos que hay problemas con la provisión de elementos de bioseguridad, entre otras cosas, porque la producción mundial no da abasto y a veces no llegan, pero necesitamos más insumos porque nuestros profesionales deben estar protegidos”, apunta Bonvehí, al tiempo que propone estudios de prevalencia con pruebas serológicas (test rápidos) para saber si esos agentes estuvieron en contacto con el virus.

Una investigación de la Universidad de Tel Aviv, Israel, propone que los profesionales de la salud trabajen cuatro días y descansen 10 para que, si tienen síntomas, estén en sus casas.

Sabuesos y rastreadores

Otro foco puede encenderse en los asentamientos marginales, como ocurrió en la porteña Villa 31.

“En estos lugares, el aislamiento no tiene mucho sentido porque hay otro concepto de vivienda, más compartida y comunitaria. La clave ahí parece ser la atención primaria de la salud”, explica Roses.

La experta recomienda aislar barrios y no familias. Y trabajar codo a codo con los líderes comunitarios, “que conocen las dinámicas del asentamiento, donde la mayoría son jornaleros que viven del ingreso diario y no tienen chance de vivir paralizados por mucho tiempo, por razones de supervivencia”.

O donde el mensaje de lavarse las manos no sirve, porque no tienen agua corriente.

Roses destaca los Equipos Básicos de Acción Integral de Salud de Costa Rica, el trabajo casa por casa de Venezuela y la red de atención para personas con VIH de Sudáfrica. En esa línea, propone convocar a líderes comunitarios, promotores sanitarios y vecinos voluntarios, que actúen como “rastreadores” detectando pacientes con síntomas, así como embarazadas, niños y enfermos crónicos que necesiten atención.

La instalación de carpas para aislar a los pacientes sintomáticos y que “el hospital vaya al asentamiento, en lugar de esperar que el asentamiento vaya al hospital”, sería la estrategia sugerida.

La provincia de Buenos Aires y Capital Federal implementaron el operativo Detectar, con ese espíritu, en el barrio Padre Mugica, de Retiro y en La Paz, Quilmes. En la ciudad de Córdoba, la Municipalidad organizó campañas de vacunación casa por casa con Cruz Roja Argentina.

Expertos coinciden en que la clave en unidades cerradas es detectar rápido los casos, aislarlos y rastrear sus contactos estrechos: aquellos que estuvieron más de 15 minutos, a menos de un metro y medio de distancia, sin medidas de seguridad. Aunque, aclaran, no existen recetas universales.

“Este virus es un bebé que tiene como máximo seis meses de existencia en haberse contactado con un ser humano. Cuando pasemos todo el ciclo, por lo menos dos veces en el mundo, ahí recién vamos a saber cómo se comporta en invierno y en verano, en la montaña y en el llano. Mientras tanto, calma”, finalizó Roses.

El modelo de la cuarentena intermitente

Los expertos que asesoran a la Nación proponen que la flexibilización contemple “una segmentación geográfica, ocupacional y por edades”. Esto significa que en las vastas áreas donde el virus no llegó o se estancó, se pueda levantar la cuarentena “siempre que no signifique movilización de población con áreas infectadas”, explica Mirta Roses.

Lo mismo sucede con aquellos trabajos al aire libre o en locales cerrados, donde se deberá mantener el distanciamiento físico y la higiene personal.

“El talón de Aquiles será el transporte público. Porque si abrimos nuevos comercios, no podemos permitir que todos ingresen a la misma hora”, agrega el infectólogo Pedro Cahn.

La segmentación por edades contempla que los mayores de 65 años no pueden volver a trabajar ni a conglomerarse. Y que los niños puedan salir a la calle pero con medidas de protección.

Expertos alertan que, en las áreas donde la cuarentena se flexibilice, la vida ya no será la misma. Y piden a la población que no se relaje, evite aglomeraciones y mantenga los recaudos. xxx

Aunque el tránsito entre provincias continúa prohibido, la incógnita es cómo se manejará el ingreso y egreso en áreas con circulación activa del virus, como la Capital y el Gran Córdoba.

Roberto Chuit recomienda controlar el transporte: “Un albañil puede salir, siempre y cuando no viaje agolpado y respete las medidas de protección. Debemos saber que podemos volver a trabajar. Pero también que si la situación epidemiológica empeora, regresaremos a la cuarentena”, advirtió.

Algunos modelos matemáticos proponen que, en lugar ya de achatar la curva (que se conoce como estrategia de mitigación), se hagan supresiones intermitentes, es decir, reducciones drásticas de contactos, por determinados períodos de tiempo. Con un buen sistema de vigilancia, entrar y salir de la cuarentena, dependiendo de la capacidad de respuesta de los sistemas de salud a la demanda.

Zulma Cucunubá, investigadora del Centro de Análisis de Infecciones Globales de la Facultad de Medicina del Imperial College (Reino Unido), aseguró que “es una de las potenciales salidas, aunque no es la única, ni la mejor”, para evitar el colapso del sistema sanitario.

“El Covid-19 es más transmisible que una influenza, y para la gripe hay una cierta inmunidad. Estamos a merced de que la transmisión ingrese rápidamente y en pocos meses cause un daño devastador. La demanda hospitalaria puede ser tan alta que quizás sobrepase nuestras capacidades sanitarias actuales”, insistió.

La investigadora informó que el el número reproductivo básico para Covid-19 (número de casos secundarios a partir de un caso primario en una población susceptible) ronda entre el 2,5 y el 3. Esto quiere decir que cada infectado puede transmitir, en promedio, a entre 2,5 y 3 personas más. En la gripe, cada paciente infecta a 1,8.

Fuente: La Voz del Interior. La Voz del Interior