Fiebre de carnaval en la quinta luna del Festival de Cosquín
«Yo no canto por cantar ni por tener buena voz, canto porque la guitarra tiene sentido y razón». Esas estrofas, entonadas por Illapu a poco de comenzar su actuación después de varios años de ausencia en Cosquín, funcionaron como toda una declaración de principios para describir una buena parte de la quinta luna del festival, que tuvo momentos de mensajes comprometidos y urgentes, aunque también una buena dosis de fiesta que funcionó como un presagio del carnaval de febrero, primero con Los Kjarkas y en el cierre con Los Tekis.
Tanto ese manifiesto de Víctor Jara como Nuestro mensaje, el tema de Che Joven que Roberto Márquez dedicó al pueblo mapuche (con las fotos en las pantallas de Santiago Maldonado, Rafael Nahuel y Matías Catrileo, tres jóvenes muertos en operativos militares), fueron dos de los instantes de la presentación del legendario grupo chileno que estremecieron a una plaza que escuchó atenta y se fue colmando hasta llegar a un auspicioso 90 por ciento de ocupación cerca de la medianoche.
Después de Sobreviviendo, el clásico de Víctor Heredia en el día de su cumpleaños y en el que cambiaron Hiroshima por Malvinas, Illapu también contagió baile y se ganó una inolvidable ovación de pie. Ojalá vuelvan y también su presencia sea un puente para la llegada de más artistas chilenos y sudamericanos.
Y si hablamos de Malvinas, un momento conmovedor se vivió con las Postales de Tierra del Fuego, cuando un grupo de ex combatientes de esa dolorosa guerra se hizo presente en el escenario Atahualpa Yupanqui. El segmento había arrancado con un fuerte mensaje en el tema Patria sí colonia no, incluyendo un recitado que dejó impactó a varios.
Osadías y silencios
Otro que se llevó una gran ovación fue Pachi Herrera, que comenzó «calladito» (tal como se titula el tema que le da nombre a su último disco) y termino levantando la plaza sin grandes estridencias, con una banda bien ajustada y mucha actitud sobre el escenario empuñando su charango. La danza estuvo presente (Negro Valdivia y Walter Barco con sus respectivas parejas) el mensaje a favor del monte se hizo esuchar (Pachamama) y hay que destacar la osadía de presentar un tema instrumental (Músico) interactuando sin prejuicios con el público. Mereció el bis, pero extrañamente no se lo dieron.
También osada y profunda fue la presentación de Paola Bernal, acompañada por una potente banda y una propuesta estética única hasta aquí en el festival, que incluyó una notable intervención de dibujo digital a cargo del artista plástico Daniel Marín sobre fotografías de Federico del Prado y la original danza de Chiqui La Rosa. La coscoína también dijo lo suyo, generó nevesarios silencios y tuvo como invitada a la jujeña Micaela Chauque.
Bailando contra el frío
Si habrá sido una noche de matices y contrastes, que todos carnavalitos y sayas que se tocaron durante la noche (fueron bastantes) sonaron bien diferentes, de los caporales de Illapu y Los Kjarkas con mucha raíz y tradición, pasando por las renovadas lecturas del mencionado Herrera (en la conferencia de prensa el mismo destacó la variedad forma de abordar la música de una misma región) y Milena Salmanca, para desemborcar en el repertorio efectivo, aunque algo repetitivo de Los Tekis. Eso sí, la puesta visual fue ciertamente impactante y la devoción de su público está intacta. Ni el fresco que sorprendió a la Próspero Molina en la madrugada pudo evitar ese espíritu carnavalero que explotó sobre el final.
La noche se completó con las Postales de Salta, la Compañía de danzas Pucará (ballet revelación 2017 y que también tuvo a cargo la apertura) y el santafesino Leandro Lovato, quien comenzó su show tocando el violín en un subsuelo del escenario y se fue elevando sobre una plataforma redonda, dejando a la plaza perpleja de asombro. ¿Hacía falta?
Fuente: La Voz del Interior. La Voz del Interior