Gas: Habrá que pagar el doble que el año pasado
Más allá de las consideraciones ideológicas sobre la demagogia (o no) que suponía volver las tarifas de agua, de luz y de gas a los valores de diciembre del año pasado, como sancionó el Congreso, el veto del Ejecutivo confirmó una cosa: las boletas habrá que pagarlas.
¿Serán impagables, como afirmó la oposición? ¿Cuánto?
Hay varias consideraciones al respecto. Una, muy obvia, es que el precio de la boleta dependerá de cuánto sea el consumo de ese hogar y en esto es determinante la temperatura. Ya 2018 corre con una ventaja: los fríos empezaron tarde, recién en la segunda quincena de mayo. Un otoño benévolo hizo que en los meses de abril y de mayo, al menos, no se registraran saltos importantes. Igual, hay que tener en cuenta que el gas aumentó en diciembre pasado y volvió a subir en abril, por lo que de todas formas la factura será más cara.
El problema que tiene el gas es la estacionalidad: en cuatro meses del año se consume la mitad del gas del año. Así, las boletas de mayo, junio, julio y agosto son sustancialmente más pesadas que el resto.
Estacionalidad
Una propuesta técnica, que se barajó varias veces, es “planchar” la boleta y compensar: que en verano paguemos más y en invierno menos, de modo que el bolsillo no sufra con esos saltos y que quede una tarifa más o menos igual todo el año. Pero vienen ganando los argumentos del Ministerio de Energía de la Nación, que sostiene que una factura muy baja no alienta el ahorro. Y el problema que tiene la Argentina es que en verano le sobra algo de gas (recién ahora retomó exportaciones a Methanex, en Chile) y en invierno le falta mucho.
La Argentina tiene una demanda promedio diaria de 140 millones de metros cúbicos: pero son 110 millones en verano y 180 millones en invierno, cuando se exacerba el consumo residencial. Cuando no alcanzan los propios, se recurre a los hidrocarburos líquidos y se importa: hoy se paga a Bolivia 5,6 dólares por millón de BTU y los cargamentos que llegan en barco cuestan ocho, con regasificación incluida. Lo que el Gobierno quiere mochar es el pico del invierno y el único argumento que cree válido para lograr eso es el precio.
No fue casual que el propio Macri dijera que en abril, pese a que se sabía ya del tarifazo, el consumo de energía eléctrica residencial había subido ocho por ciento. Hablaba de la luz, pero la batalla que hay que librar ahora, en términos de ahorro, es la del gas.
Hay un estudio de Ecogas que confirma esto: con el abaratamiento de las tarifas de gas, que no se movieron casi nada desde 2002 hasta 2016, a igual temperatura promedio en invierno, mayor fue el consumo de gas. Es decir que los hogares tomaron nota del congelamiento del precio y gastaron más. Por ejemplo, en los años 2002 y 2003, la temperatura promedio del invierno fue de 13,2° y, en esos años, el consumo promedio (por cada usuario) de todos los residenciales se ubicó en 760 m3 anuales. En 2012, con una temperatura promedio de 14,1° (es decir, algo más cálido), el consumo promedio fue de 940 m3, 24 por ciento más. El argumento es que, así como el abaratamiento relativo del gas provocó un aumento específico de la demanda, un encarecimiento provocará el efecto contrario.
Este año no rige el incentivo al ahorro que sí regía en 2017, cuando se podía acceder a una tarifa entre 15 y 30 por ciento más barata si se ahorraba 20 por ciento o más de gas respecto de la misma boleta del año anterior. Ahora, la tarifa es plena siempre y 99 por ciento más cara en las categorías que consumen hasta mil metros cúbicos anuales (hasta la R2-3) y un 70 por ciento más en las que consumen arriba de 1.000 m3 al año.
Categoría de referencia
En Córdoba, el 58 por ciento de los usuarios gastan menos de 1.000 m3 anuales. La categoría de referencia es la R2-3, que consume entre 850 y 1.000 m3, correspondiente a una clase media moderada. Ese hogar, por un consumo anual de 966 m3, gastó en gas 3.279 pesos en el año 2016. En el invierno de 2017, a igual consumo, pagó 4.457 pesos y este invierno, si repite el consumo, habrá abonado 8.974 pesos. El aumento de la “era Macri” es de 173,7 por ciento y, entre el invierno pasado y este, será del 101,3 por ciento.
¿Es pagable? “Si se anualiza, el gasto en gas es menor al de luz, menor al de cable y menor al de teléfono e internet; pero, claro, nadie estaba acostumbrado a pagarlo”, dicen desde la distribuidora local.
En abril, antes de la corrida cambiaria y antes de que el Congreso Nacional decidiera sobre tarifas, Cambiemos había anunciado que el 25 por ciento del consumo del período mayo-agosto podía posponerse y pagarse en los meses de verano. Algo parecido se hizo en 2017, con la mitad de la boleta del invierno. Esta vez sería optativo, aunque la reglamentación de esa decisión todavía no llegó a las distribuidoras. Si bien es engorroso el mecanismo, se mantiene aquello de que el usuario verá en su factura todo lo que consumió, con la posibilidad de “patear” el pago de la cuarta parte para después.
Los aumentos de energía ya se ven (aunque Epec sigue pidiendo más), pero los de gas serán notorios recién cuando haga frío. Una parte del electorado acuerda con la decisión de Macri de vetar la retroactividad de los aumentos. Habrá que ver si, con la boleta en la mano, sigue pensando lo mismo.
Este año, no rige el incentivo al ahorro
Hasta 2017 se podía acceder a una tarifa de entre 15 y 30 por ciento más barata si se ahorraba 20 por ciento o más de gas respecto de la misma boleta del año anterior.
Fuente: La Voz del Interior. La Voz del Interior