El Gobierno impuso otro congelamiento de precios y cruzó a los empresarios que alertaron por desabastecimiento
El Gobierno nacional decidió finalmente imponer otro congelamiento de precios, que en esta oportunidad será sobre una canasta de 1.432 productos de consumo masivo y que se extenderá hasta enero, y cruzó con dureza a los empresarios que salieron a cuestionar la medida y a alertar que puede provocar desabastecimiento.
El secretario de Comercio Interior, Roberto Feletti, recurrió a una vieja y criticada receta para tratar de ponerle un freno a la inflación, que interrumpió su desaceleración y que terminaría el año con un salto acumulado del 50 por ciento.
El nuevo régimen se puso en marcha, con la publicación de la resolución 1050 en el Boletín Oficial, tras las tensas y frustradas conversaciones que llevó adelante Feletti con los empresarios del sector de los alimentos.
“Lamentamos mucho este tipo de amenazas que no son a un Gobierno ni a una política, sino al Pueblo argentino, completó Feletti.
La vocera presidencial, Gabriela Cerrutti, también salió a defender la medida al remarcar que “la disparada de los precios no tiene ninguna explicación macroeconómica ni política”.
“Al tema precios había que darle un corte en algún momento”, subrayó.
Y Grinman no fue el único que habló de desabastecimiento. En la consultora Ecolatina también se refirieron a los efectos adversos del congelamiento: “Este tipo de políticas puede contener transitoriamente la inflación de un grupo de bienes en el corto plazo, pero pierde efectividad a medida que pasan los meses”.
Advirtieron además que “la suba de costos de las empresas productoras, que no pueden trasladar al consumidor, tarde o temprano deriva en desabastecimiento, estrategias de evasión del programa (como cambios en el packaging, presentación o gramaje de los productos) o, directamente, incumplimientos”.
El flamante secretario de Comercio Interior se ocupó de quitarle crédito a los argumentos que esgrimieron los empresarios y economistas, y aseguró que el objetivo ahora es “bajar el precio de la canasta alimentaria en el salario promedio”. En la víspera, el Indec informó que los productos que integran esa canasta aumentaron 3,2% en promedio, en septiembre, por lo cual una familia tipo necesitó de ingresos superiores a los $70.000 para no ser pobre.
Y apostó, para tratar de calmar a los empresarios, que la expansión del consumo, y sobre todo la demanda vinculada con las primeras celebraciones de fin de año tras la pandemia del coronavirus, les permitirá a las empresas afectadas “ganar por cantidad y no por precios”.
El planteo del funcionario se enmarca en las preocupaciones que en el último tiempo comenzaron a exponer públicamente los líderes sindicales, quienes temen que la indómita carrera de la inflación frustre los esfuerzos para apuntalar la recuperación del poder adquisitivo. Por ello, recientemente el ministro de Trabajo, Claudio Moroni, no descartó la posibilidad de reabrir paritarias en aquellos sectores que queden rezagados.
Hasta el Fondo Monetario Internacional remarcó que la inflación es el gran problema que mantiene en vilo a la economía argentina. “Nosotros vemos que las expectativas inflacionarias de la Argentina siguen desancladas, en parte por la dependencia del financiamiento monetario en la Argentina. Esa es la situación en este momento. Nosotros seguimos trabajando de cerca en los niveles técnicos con el gobierno argentino para lograr soluciones para un crecimiento sostenido”, dijo Gita Gopinath, la economista jefe del organismo al presentar el informe del Fondo sobre la economía global.
Ante proyecciones poco alentadoras, el congelamiento constituye una olla de presión para ganar tiempo y tratar de mejorar el humor social de cara a las próximas elecciones y a los complejos últimos meses del año.
Por lo pronto, el Índice de Precios al Consumidor que elabora el Indec saltó 3,5% en septiembre, y registró una variación interanual del 52,5%. El próximo dato oficial se difundirá el 11 de noviembre, en la antesala de las legislativas.
Fuente: La Voz del Interior.