Inflación en la pandemia: hay productos que se venden al doble que antes del coronavirus
El índice de precios al consumidor (IPC) se calcula como un promedio ponderado de las variaciones de los valores de venta de una canasta de consumo predefinida. Si bien esta forma de visualizar la inflación goza de múltiples virtudes porque se basa en ponderaciones que reflejan la participación relativa de bienes y servicios en el consumo de una familia, también tiene defectos: aquellos que no consumen como los hogares promedio soportan “inflaciones” diferentes.
Por ejemplo, padecerán una inflación mayor los que comen más carne que la media si los cortes vacunos suben notablemente más que el resto de los precios. Si un hogar, por caso, depende exclusivamente de la energía eléctrica para calefaccionarse, la inflación de esa familia será más alta si la luz aumentara mucho más que el gas.
Hay casos, como el aceite comestible, la carne molida, algunas frutas, las zapatillas y los automóviles usados, que sufrieron aumentos que, incluso, superan el 100 por ciento.
Todos son parte de la canasta de precios de la que se nutre el Indec para confeccionar el IPC, aunque tienen distinto peso en la tasa final de la inflación promedio.
Mientras la carne vacuna en su conjunto incide en un 8,3 por ciento, la adquisición de autos impacta en un 2,7; los aceites comestibles, en un 0,28, y las zapatillas para adulto, en un 0,72 por ciento.
Vamos por partes
El aceite es un claro ejemplo de precio que se disparó en los 12 meses “pandémicos”. De acuerdo con los datos del informe mensual de precios, el valor de venta promedio de una botella de litro y medio de la marca Cocinero (girasol) aumentó 105 por ciento. Pasó de 135 pesos –en febrero de 2020– a 277 pesos, el mes pasado. Más del doble.
Fue, por lejos, el aumento más relevante entre los productos de almacén.
Más allá de la inercia inflacionaria, la principal causa del incremento del aceite hay que buscarla en los precios internacionales de la mayor parte de las commodities, en fuerte suba desde que empezó a impactar el Covid-19 en el mundo.
La tonelada de aceite de girasol cotizaba a 673 dólares en marzo de 2020 y, ahora, “vuela” a 1.527 dólares, un 126 por ciento más.
La carne también es un caso especial. Mientras el promedio de los cortes relevados por la Dirección de Estadística y Censos de la Provincia dice que la suba interanual fue del 64 por ciento (26 puntos porcentuales más que el nivel general del IPC local), hay variedades que aumentaron por encima.
Lo demuestra el relevamiento que realiza este medio en cuatro cadenas de supermercados de Córdoba: si bien la nalga de novillo aumentó 56 por ciento y la tira de asado, 39 por ciento, la carne molida común, por ejemplo, batió todos los récords hasta acariciar el 140 por ciento de una punta a la otra de la pandemia.
“El precio de la carne se mantuvo rezagado respecto de la inflación en la mayor parte de la cuarentena, fue recién en noviembre cuando se produjo el primer aumento por varios factores convergentes”, explica Daniel Urcía, presidente de la Federación de Industrias Frigoríficas Regionales Argentinas (Fifra).
Para el dirigente empresarial, la demanda, que se había mantenido en “muy buenos niveles” durante los meses más cerrados del aislamiento, siguió subiendo al final del año. “Fue después de la muerte de (Diego) Maradona cuando hubo como una vuelta de la gente a juntarse, como que se terminó extraoficialmente la cuarentena y se dio un repunte de la venta de asado y de cortes vinculados a las reuniones. No lo esperábamos en el sector porque la oferta que había era suficiente”, explica.
El segundo impulso en el precio se produjo en febrero, en este caso, “por escasez de oferta”, dice Urcía, y amplía: “Es un efecto habitual para esta época porque escasea la hacienda terminada, recién aparece la zafra grande de terneros, que son los que van a entrar a corrales, y ya es la cola de la invernada del año pasado”.
La buena noticia es que esta situación no debería durar más de dos meses, según el dirigente.
Respecto de la carne molida común y del fuerte aumento en los supermercados en relación con otros cortes, no hay coincidencia entre distintos carniceros consultados. Una fuente con varias carnicerías en Córdoba (una en el Mercado Norte) indicó que “siempre en las crisis crece el consumo de picada común”. “Sobran compradores, falta oferta, el precio aumenta, especialmente en los súper”, explica.
Frutas al rojo vivo
En la lista negra de los alimentos que se duplicaron en pandemia, la fruta es líder.
De acuerdo con el IPC Córdoba, el promedio de precios de las frutas relevadas por la Provincia subió un 105,8 por ciento entre febrero de 2020 y el mes pasado. Esto es casi el triple que el nivel general del mismo índice y 45 puntos porcentuales más que sus primas, las verduras.
Según el relevamiento, las manzanas rojas fueron las que más subieron: 139 por ciento en un año. De 79 pesos que valía el kilo en febrero de 2020, se fueron a 189 pesos el mes pasado.
También fue notable el incremento en el precio de las naranjas (+227%).
Entre las verduras, los aumentos interanuales más fuertes se manifestaron en el kilo de cebolla (+161%) y en el de anco (+137%).
Todo sube
Uno de los fenómenos durante el aislamiento fue el auge de las pequeñas obras en los hogares.
Aquellos que tuvieron la suerte de no perder el empleo y que mantuvieron sus ingresos, al tener menos gastos, se animaron a invertir en pequeñas ampliaciones en sus viviendas.
Si usted fue uno de esos, sabrá que la diferencia en los precios entre el inicio de la pandemia y los actuales es, en algunos casos, exorbitante.
Ricardo Morelli, expresidente y actual protesorero de la Cámara de Ferreteros de la Provincia de Córdoba, explica que buena parte del fenómeno tiene que ver con que “de los 10 mil artículos que vende una ferretería promedio, siete mil son importados”.
“Cuando el dólar subió, los precios se dispararon, pero, como pasa siempre, cuando bajó, nunca bajaron. Ahora, los proveedores dicen que los incrementos nuevos son por el aumento de los combustibles o por la misma inflación”, amplía. “Muchos de los aumentos se deben a los faltantes. Hay productos que se encargan ahora para dentro de seis meses y muchos no tienen otra alternativa que subir porque no saben a cuánto van a tener que reponer”, agrega.
El otro problema en el sector es recurrente: los oligopolios. “En cemento, hay tres marcas. Se ponen de acuerdo en el precio y no hay alternativa que pagar lo que piden. Con el acero pasa lo mismo”, explica Morelli.
Expectativas: presión inflacionaria
3,5%. Las consultoras privadas ubican la inflación de marzo en 3,5%.
29%. Inflación de 2021 según los objetivos trazados por el Gobierno nacional.
Los autos usados, 100% en un año
Otro de los sectores donde los precios “volaron” en los 12 meses de la pandemia es el de los autos usados.
Un Volkswagen Gol Trend cinco puertas de 10 años de antigüedad, por ejemplo, cuesta un 97 por ciento más ahora que en marzo de 2020.
El modelo 2010 valía 245 mil pesos hace un año y el modelo 2011 del mismo auto cotiza a 482 mil pesos en la tabla de Acara.
No es el único caso. Un Renault Sandero 1.6 de 10 años pasó de 250 mil a 488 mil pesos: 95 por ciento más caro.
Si bien los vehículos cero kilómetros subieron mucho más que el promedio de la inflación, lo hicieron por debajo de los usados.
Un Fiat Cronos GSE nuevo cuesta 1.564.000 pesos, 63 por ciento más que hace un año; y una Lifan Poison, 1.526.000 pesos, 82 por ciento más.
Ariel Ruiz, presidente de la Cámara de Comercio Automotor de Córdoba, explica que la escasez de oferta de autos nuevos impulsó la venta y el precio de los usados.
“El mercado de usados es mucho más estable que el de los 0 kilómetros porque la oferta y la demanda también lo son. En pandemia, se dio esta situación: al no haber oferta de suficientes autos nuevos, el usado pasó a ser, de una alternativa buscada, a una necesidad. La gente se volcó a los seminuevos al no conseguir un cero kilómetros; migró al usado porque no tuvo opción, y eso elevó el precio”.
Por otra parte, la demanda de usados se disparó porque, en términos nominales, el precio de los autos nuevos subió tanto que se hicieron inaccesibles. “Un auto que costaba un millón y medio pasó a valer dos millones y medio, pero los ingresos no crecieron en esa proporción, lo que obliga a los compradores a tener que buscar un usado que, nominalmente, costara menos”, amplía Ruiz.
Por otra parte, el dirigente aclara que el precio de lista de los autos nuevos “no está reflejando el verdadero precio” al que se están vendiendo los vehículos. “La oferta es tan poca que, aunque la guía de precios diga tres millones, en realidad al auto no lo sacás por menos de tres y medio. Lo que les pasa a muchos concesionarios es que no saben el precio al que lo van a tener que reponer en dos o tres meses”, explica Ruiz.
Fuente: La Voz del Interior. La Voz del Interior