La falta de dólares amenaza la recuperación económica pospandemia
Desde que explotó la crisis de deuda hace 41 meses la Argentina sufre la escasez de dólares y la pandemia fue un mazazo para el comercio exterior en 2020, mientras que este año están ayudando en cierta medida los elevados precios de los commodities. En ese contexto, el Gobierno restringe cada vez más el acceso a divisas con la idea de direccionar las que hay hacia la importación de insumos y bienes de capital, aunque ya ni para eso están alcanzando.
Las reservas brutas están en los 42.718 millones de dólares. El Banco Central no informa sobre las de libre disponibilidad o “líquidas”. Una estimación de Gabriel Rúbinstein y Asociados (GRA) las posiciona en apenas 2.089 millones de dólares. Por esto, el Central, Economía y la Comisión Nacional de Valores reajustaron el cepo esta semana: se redujo a la mitad los dólares financieros (MEP y CCL) que se permiten comprar con bonos de ley local. Y, también, se limitó hasta fin de mes la precancelación de importaciones.
La crisis es tan fuerte que hasta generó un consejo de Federico Sturzenegger, quien condujo el Banco Central en el macrismo, entre diciembre de 2015 y junio de 2018. “El cepo es patria financiera (por los “rulos” entre compras y ventas). El cepo es estancamiento (derrumba la inversión). El cepo es restricción externa (porque los dólares financieros solo salen). Para privilegiar la producción por sobre la especulación ¡levanten el cepo ya!”, escribió el economista en su cuenta de Twitter.
Para GRA Consultora, la dinámica entre la disponibilidad de divisas y la demanda de las mismas sigue siendo “insostenible” y el país podría “quedarse sin reservas líquidas muy pronto”. “Las nuevas restricciones podrán demorar algo una situación muy precaria e inestable que conlleva un severo riesgo de estrés cambiario”, advierten sus analistas.
En el frente bursátil, el analista y operador de Bolsa Daniel Osinaga cree que las nuevas restricciones sobre los dólares financieros eran “cien por ciento necesarias”, dado que por el mercado de bonos drenaban entre 20 y 40 millones de dólares por día. “Tenían que cerrar este grifo, no lo justifico, pero no les quedaba otra”, evaluó.
Para el economista Martín Vauthier, las nuevas medidas podrían complicar al propio Gobierno, dado que fueron “otro golpe duro” a un mercado de capitales que es muy chico y Economía necesita poder financiar al menos el 40% del déficit fiscal con deuda. “Sin mercado de capitales local es muy difícil crecer. El sector público no puede financiar déficits cuando lo necesita y el sector privado no puede convertir buenas ideas en salarios altos. Ojalá que las restricciones se reviertan pronto”, opinó.
¿TENSIONES ESPERABLES?
Martín Guzmán, el ministro de Economía, reconoce la gravedad del problema y entiende que las medidas que se van tomando son antipáticas y que en el futuro se deberán ir desarmando para que las mismas no terminen siendo un ancla para el crecimiento. Pero, dice, esto es imposible por ahora justamente porque no hay dólares. En la Cancillería, que está jugando un rol clave para el comercio exterior, estiman que las tensiones que se están dando eran esperables en un proceso de recuperación.
Fuentes diplomáticas consultadas por este medio indicaron que la disponibilidad de dólares “está lejos por ahora” de ser la ideal, pero advirtieron que lo que hay se administra en función de la reactivación y de incrementar el intercambio con los socios comerciales. Datos de la consultora Abeceb –del ex ministro del Producción del macrismo Dante Sica– indican que el intercambio de bienes con Brasil, por ejemplo, “consolida su recuperación tras más de dos años de fuerte retroceso”.
El flujo comercial con el principal socio ascendió a 1.976 millones en septiembre, un 28,8% más que un año atrás, creciendo por noveno mes consecutivo. “Si bien fue menor al del mes pasado (2.122 millones), se mantiene en niveles elevados, siendo el mejor septiembre desde 2017. De esta forma, se recuperó completamente del impacto de la cuarentena de 2020: acumula una suba del 46,1% interanual en 2021 y del 8,6% frente al mismo lapso de 2019″, señaló Abeceb.
Para lo que resta de 2021, Abeceb espera que el intercambio comercial con Brasil se mantenga en “registros elevados”. No obstante, indicó, emergen algunos focos de incertidumbre que deberán ser monitoreados. Y uno de ellos marca previsiones sobre un “mercado cambiario más estresado” en los próximos meses, lo cual “conduciría a potenciales dificultades adicionales para acceder al mercado de cambios y la aprobación de importaciones.
“Esto afectaría a las importaciones. En esta línea, una brecha cambiaria más elevada que la vigente en la primera parte del año junto a mayores expectativas de devaluación podrían inducir un adelantamiento de compras y postergación de ventas, profundizando el sesgo deficitario del intercambio”, evaluó Abeceb en su informe mensual.
¿HAY SALIDA?
Guzmán advierte que la escasez de dólares es “la principal restricción para poder crecer de forma sostenida en la Argentina”. Y dice que por eso impulsa leyes como las de Hidrocarburos, Agroindustria y Automotriz, entre otras, para dar “certidumbre a los inversores” con la idea de impulsar las exportaciones hasta un nuevo piso histórico de 90.000 millones de dólares, un 29% por encima del nivel en el que cerrarán este año.
¿Qué explicación oficial hay entonces al ajuste del cepo? En Economía entienden que la tensión sobre la importación se da por la alta demanda importadora debido a la dinámica de recuperación de la actividad económica. No obstante, también juega cierta expectativa de devaluación que impulsa a lo sectores con espaldas a anticipar el pago de compras que ingresarán al país más adelante.
“Si no crece la generación de divisas, nos chocamos contra la falta de dólares. Cuando faltan los dólares, el tipo de cambio termina teniendo presiones y subiendo, y termina presionando a los precios. Eso contrae el poder adquisitivo del salario y genera menor demanda y menos producción para el mercado interno”, dijo Guzmán sobre el problema de la Argentina.
El funcionario identificó un problema adicional: la crisis de deuda en la que está la Argentina desde abril de 2018. Esto “le quita al país la capacidad de tener las divisas para poder hacer frente a las importaciones que el crecimiento económico requiere”, según el ministro. Por eso, para el Gobierno, el acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI) es un capítulo central para que la recuperación económica pueda ser sostenible.
En un extenso análisis publicado en su página web, la economista Rosario Campos, advierte que el gobierno argumenta que “faltan dólares” y que hay un “déficit estructural de divisas” para justificar las restricciones a las importaciones pero, analizó, la evidencia muestra que las políticas oficiales son anti-exportadoras: desincentivan las exportaciones y el ingreso de divisas.
Campos señaló que el desempeño exportador argentino ha sido más pobre que el de América Latina y el mundo. Las cantidades exportadas de bienes en el primer semestre de 2021 se encontraban solo 6,3% por encima del mismo período de 2005, mientras que en el mundo aumentaron 55,7% y en América Latina, 71,5%. “El estancamiento exportador argentino se deriva de malas políticas, que generan desincentivos a invertir en actividades transables: derechos de exportación, brecha cambiaria y prohibiciones de exportación”, evaluó la economista.
UN CEPO A LA INVERSIÓN
Para la Cámara de Importadores de la Argentina (Cira), en Argentina la caída en las compras desde el exterior está debilitando especialmente y ya por varios años a la inversión. Sus economistas estiman que en los últimos diez años, el país se perdió un adicional inversor de 41.219 millones de dólares por las distintas restricciones sobre las importaciones.
La entidad que preside Obdulio Pérez y cuyo gerente general es Fernando Furci, entiende que las restricciones en el acceso a dólares para importar es un ancla para la recuperación económica en la pospandemia, y por ello lo es para el empleo y para la reducción de la pobreza. “Argentina destina más del 80% de todo lo que compra en el exterior directamente a la producción”, según Furci.
La participación de la inversión en las importaciones superó 40% en los registros en los años siguientes desde 1995, incluyendo 2010, pero cayó a menos de 40% desde 2011. Se recuperó aquel nivel por encima de 40% puntualmente en 2015, 2016 y 2017 y desde allí ha descendido nuevamente y llegó al bajísimo nivel de 35,33% de 2020.
Mirándolo desde otra perspectiva, las importaciones en 2020 (año de pandemia) fueron 42% más bajas que en 2011. Pero las importaciones dirigidas a la inversión cayeron en el decenio 48,2%. Y si se consideran específicamente los bienes de capital (que se dirigen a la nueva inversión) la diferencia entre los resultados del año 2011 y los del año 2020 (una década de diferencia temporal) es de casi 50% (49,21%).
Fuente: La Voz del Interior.