La incomodidad de la verdad
OPINIÓN – Por Eduardo Reina – Especial para DSF
El racismo en el fútbol no es un problema nuevo. Aunque Argentina se considera un país abierto y tolerante, con una notable diversidad cultural, no está exenta de actos racistas.
Son pocas las personas que admiten ser racistas. Sin embargo, muchos psicólogos aseguran que la mayoría de nosotros lo somos, sin darnos cuenta.
David Edmonds investigó el fenómeno del prejuicio implícito que refiere a los estereotipos y actitudes subconscientes que afectan nuestras acciones y decisiones sin que seamos plenamente conscientes de ello. A pesar de no ser abiertamente racistas, nuestras acciones pueden estar influenciadas por estos prejuicios.
Los festejos alocados en el deporte, y en particular en el fútbol, tienen una larga y diversa historia que refleja la evolución cultural y social de este ámbito. Desde las celebraciones más simples hasta las más elaboradas y coreografiadas, estas manifestaciones de alegría tienen raíces que pueden rastrearse en varias influencias históricas y socioculturales.
Los jugadores han expresado alegría de manera espontánea tras lograr una hazaña. Esto puede incluir saltos, abrazos y gritos de júbilo, acciones naturales que surgen de la emoción del momento. Con el tiempo, las celebraciones en el deporte comenzaron a incorporar elementos de la cultura popular. Gestos, bailes y canciones populares encontraron su camino en los festejos deportivos, reflejando la intersección entre el deporte y la vida cotidiana.
Durante la década del 70, los festejos comenzaron a ser más variados. Roger Milla de Camerún se hizo famoso por sus bailes cerca de la esquina del campo durante la Copa del Mundo de 1990. Las celebraciones se convirtieron en una marca personal. Jugadores como Éric Cantona de Manchester United comenzaron a usar posturas específicas, como su célebre parada desafiante después de marcar un gol. Luego se agregaron coreografías, involucrando a varios jugadores en una actuación conjunta que fortalecía el sentido de unidad y espectáculo.
En América Latina, el fútbol es casi una religión, y las celebraciones reflejan la pasión y la creatividad de la región. Las celebraciones se han vuelto aún más importantes debido a su potencial para viralizarse en redes sociales y ser replicadas por fans alrededor del mundo. Esto ha llevado a los jugadores a ser más conscientes y creativos con sus festejos.
Los festejos alocados son parte integral del deporte, añadiendo una capa de emoción y espectáculo. Sin embargo, es vital que los jugadores mantengan el respeto y la seguridad como prioridades para preservar la integridad del deporte y la experiencia de todos los espectadores.
El incidente protagonizado por Enzo Fernández, en el que se viralizó un video de los jugadores cantando una canción ofensiva contra Francia, ha desatado un debate profundo sobre el racismo y el comportamiento en el deporte. La letra de la canción («juegan en Francia / pero son todos de Angola»), contiene un contenido altamente inapropiado y ha llevado a la Federación de Fútbol de Francia (FFF) a presentar una queja ante la FIFA, que aceptó investigar el caso.
Enzo Fernández, consciente del error, cortó la transmisión cuando un compañero señaló la impropiedad de la canción. Posteriormente, publicó unas disculpas sinceras, reconociendo la falta y asegurando que no refleja sus verdaderos valores. A pesar de esto, el Chelsea ha anunciado que iniciará una investigación interna.
La respuesta en Argentina ha sido variada y en muchos casos, defensiva. Algunos argumentos intentan desviar la atención de la gravedad del acto, sugiriendo que la reacción francesa es una exageración o que forma parte de un contexto más amplio de debates sociales y políticos sobre el racismo («woke»). Otros apelan al nacionalismo, sugiriendo que los franceses no pueden hablar de racismo debido a su historia colonial.
Es crucial señalar que la canción en cuestión no es popular y ya había generado polémica desde su aparición en Qatar. Los jugadores mismos sabían que era inapropiada, razón por la cual se cortó la transmisión.
El racismo en el fútbol no es un problema nuevo. Aunque Argentina se considera un país abierto y tolerante, con una notable diversidad cultural, no está exenta de actos racistas. Este incidente es un recordatorio incómodo de que aún queda mucho por hacer en la lucha contra el racismo.
Históricamente, los Estados europeos dieron un paso significativo en la lucha contra el racismo en 1994, con la creación de la Comisión Europea contra el Racismo y la Intolerancia (ECRI). Más recientemente, el Protocolo No. 12 del Convenio Europeo sobre Derechos Humanos, que prohíbe la discriminación de manera general, entró en vigor en 2005. Sin embargo, sólo una parte de los Estados miembros del Consejo de Europa lo ha ratificado, lo que subraya la complejidad y la resistencia en esta lucha global.
El incidente con Enzo Fernández y la posterior reacción argentina ponen de relieve una cuestión fundamental: el racismo no es un problema de un país específico, sino una cuestión global que todos debemos enfrentar. La reacción defensiva y nacionalista no ayuda a resolver el problema, sino que lo perpetua.
En lugar de buscar excusas, es esencial que tanto los jugadores como los aficionados reconozcan el error y trabajen activamente para erradicar cualquier forma de discriminación del deporte. En última instancia, la verdadera medida del progreso en la lucha contra el racismo será nuestra capacidad para asumir la responsabilidad y tomar medidas concretas para fomentar la inclusión y el respeto en todos los ámbitos de la vida, incluido el fútbol.
Enfrentar fuertemente al racismo en una sociedad es crucial ya que impacta tanto en el bienestar de los individuos como en el funcionamiento y cohesión de la comunidad en su conjunto. Toda persona tiene derecho a ser tratada con igualdad y dignidad, sin importar su raza, etnia, o color de piel. Combatir el racismo es una cuestión de responsabilidad moral y ética. Es fundamental que las sociedades defiendan los principios de justicia, igualdad y humanidad. Al hacerlo, establecemos un precedente positivo y un legado de justicia e igualdad para las futuras generaciones.
«El cambio no vendrá si esperamos a otra persona o si esperamos otro momento. Nosotros somos aquellos por los que hemos estado esperando. Nosotros somos el cambio que buscamos.» Barack Obama