La increíble historia del Capitán Arca y su vínculo con San Francisco
Arca, que actualmente recorre el país dando charlas, nació en Corrientes, en 1950. Cursó allí la secundaria y decidió que quería seguir la carrera militar. Viajó a Buenos Aires, donde se preparó e ingresó a la fuerza en 1969.
A los 33 años participó de la guerra en el Atlántico Sur, donde se desempeñó como piloto de la Armada Argentina, como integrante de la Tercera Escuadrilla Aeronaval.
“Mi papá nos hizo volver de Europa para irse a pelear a Malvinas”
En una nota realizada en una oportunidad a un medio correntino, el capitán relataba: “Cuando se produjo en desembarco en Malvinas yo estaba en Francia. No fui convocado, pero sí mi compañero que era señalero. A mí no, porque hacía ocho meses que no volaba”, señaló. Sin embargo, Arca no se amilanó e intentó ir como voluntario.
“Pregunté en la Embajada si estaba convocado y me dijeron que no, al otro día volví y me volvieron a decir que no, y al tercer día, cuando le dije al Embajador que iba a ir a Malvinas, me dijo que no podía. Yo le respondí: No, no me debería ir, pero sí me puedo ir. Abandoné el curso y me vine de manera voluntaria”, contó.
Y así emprendió el regreso a la Argentina, con su esposa y sus tres hijos, de 6, 4 y 3 años. Como no tenía lugar donde quedarse, su familia se instaló en Entre Ríos, de donde es oriunda su cónyuge, y el voló hacia el sur.
Pelea de perros con los Harrier
Aquel 21 de mayo de 1982 ocurrió el desembarco de las tropas británicas en el estrecho de San Carlos. En el lado argentino comenzó el alerta para mandar la oleada de aviones para el ataque y evitar aquella el desarrollo de aquella operación.
A las 14.25 despegaron seis aviones argentinos, de tres en tres, cada uno de los grupos con el objetivo de destruir una fragata ubicada en el estrecho de San Carlos, la misma proporcionaba protección al desembarco inglés.
La primera sección (foto) en despegar fue la integrada por el Cap. Phillipi, los Tenientes. Márquez y el Capitán Arca (a bordo del 312). Debieron partir con un mínimo de combustible para realizar la misión.
En camino al objetivo les ordenan que regresen ya que había 10 Harrier (Aviones de caza y ataque de las fuerzas inglesas) protegiendo el desembarco, aun así juntaron valor y continuaron para cumplir con su misión.
Localizan a la fragata HMS Ardent y la atacan, logrando impactar 2 bombas MK-82 Snakeye en su popa y hundirla.
Durante el escape son interceptados por una sección de Harrier. En este combate se debe eyectar el Cap. Philipi luego de ser alcanzado por un misil. El Tte. Marquez muere al explotar su avión a causa de los impactos recibidos.
Arca continuó en combate. Logró burlar con bruscas maniobras evasivas otro misil, cuando ya exhaustos de combustible, los Harriers se replegaron al HMS Hermes.
Con el tiempo se conocieron relatos de los pilotos ingleses que sorprendidos indicaban como Arca los encaraba y les tiraba el avión encima cuando ya se había quedado sin proyectiles para disparar.
Ahí entró en acción la segunda sección con los otros 3 Skyhawks rezagados. Con asepsia casi quirúrgica y el campo de batalla despejado, los pilotos Benito Rótolo, Carlos Lecour y Roberto Sylvester terminaron de masacrar a la Ardent.
De las 24 bombas de 500 libras lanzadas por los seis aviones, al menos 5 sellaron definitivamente la suerte la fragata. En el último ataque, el sector de babor quedó diezmado y las llamas consumían la popa cuando el capitán Alan West ordenó el abandono. Veintidós de los 170 tripulantes perecieron.
Averiado por los disparos y sin tren de aterrizaje
El Cap. Arca había sido alcanzado en 10 oportunidades por el cañón de 30 mm de un Harrier a pesar de sus maniobras evasivas.
«Así no puede aterrizar. No tiene tren de aterrizaje y se ve el cielo desde el otro lado del avión por los agujeros de los proyectiles. Si no se eyecta dejará la pista sin servicio. ¡Eyéctese!», le impusieron. El piloto buscó un área alejada del trajín aéreo y obedeció.
Cayó al mar y en una maniobra de profesionalismo excepcional el piloto de un Bell, el capitán de Ejército Alberto Svendsen, sin una liga para arrojarle y levantarlo, ubicó el patín de aterrizaje de su helicóptero debajo del piloto y prácticamente lo pescó en medio de un oleaje furibundo.
En un mar embravecido, con olas de más de dos metros y casi en estado de hipotermia, Arca estuvo más de 30 minutos luchando para trepar al helicóptero (que no tenía equipamiento de rescate). Finalmente en una maniobra de gran peligrosidad y pericia el piloto metió en el agua el patín de su helicóptero y allí Arca logró colgarse del mismo y es llevado a tierra firme.
El relato de Martín Balza sobre el operativo rescate
Ex Jefe del Ejército Argentino y Veterano de Malvinas, en una nota publicada en diario Perfil, en abril del año pasado, relataba con precisión lo realizado en el heroico rescate que le valió al piloto Svendsen (en la foto junto a Arca en un acto posterior) ser condecorado con la medalla «La Nación Argentina al Valoren Combate».
“Cuando parecía que lograría consumar mi ansiado sueño, un suboficial me despertó en forma violenta: “¡Mi teniente coronel, un avión sobrevuela en círculos nuestras posiciones y cada vez lo hace más bajo! ¡Se nos va a caer encima!”.
«Salté, salí de precario refugio y vi un avión Douglas A-4 Q (Skyhawk) de nuestra Aviación Naval que, averiado, intentaba aterrizar en el aeropuerto próximo a nosotros. El piloto, teniente de navío José Arca, se había eyectado en su paracaídas, pero en perfecto planeo, la máquina sobrevoló en círculos cada vez más abajo por sobre nuestra zona de responsabilidad».
«Finalmente se impartió a la artillería antiaérea propia la orden de derribarla y cayó sin consecuencias en el extremo de la península del aeropuerto».
«El teniente Arca cayó al mar a unos 1.000 metros de la costa, y fue rescatado por el capitán Jorge Rodolfo Svendsen, al mando de un helicóptero UH-1 H del Batallón de Aviación de Ejército».
El rescate fue difícil y arriesgado, y todos estábamos pendientes de él. Así lo relata el capitán Svendsen:
“Al tocar agua nos acercamos, observando que el piloto estaba consciente. Entonces le ordené al sargento primero Santana, que era mi copiloto, que controlaba la parte del instrumental, y al cabo primero San Miguel, que se desempeñaba como artillero de puerta, que cuando me acercara al piloto en el agua tratara de tomarlo para introducirlo en la cabina».
“En esta acción, tratando de sacarlo del agua, hubo varios intentos en vano, durante unos 15 minutos, pues el salvavidas que llevaba puesto el piloto no le permitía el movimiento de los brazos y el reflujo producido por el rotor lo alejaba de la aeronave o lo empujaba debajo de ésta».
“Con mucho acierto y luego de muchos intentos, el piloto me hizo una seña para que me alejara y poder así sacarse el chaleco salvavidas. Con los brazos libres pudo, en el siguiente intento, y con la ayuda del cabo primero San Miguel, parado en el esquí del helicóptero, tomarse con su brazo de éste, quien lo llevó “colgado” hasta la costa, donde personal de las posiciones próximas nos ayudó a acostarlo dentro del helicóptero; rápidamente, lo llevamos al Hospital Militar de las Fuerzas Armadas para que recibiese la atención médica adecuada”.
La importancia del legado y la esperanza de volver
A sus 71 años José Cesar Arca recorre el país contando su experiencia, con la misma convicción con la que aquel día de 1982 subió a su avión: «Yo soy un defensor de la historia, y del valor que tiene poder contar lo que viví en esa gesta histórica. Algún día ya no estaremos, y otros transmitirán lo que nosotros (los otros héroes) les contamos. Eso no puede perderse y la única manera de conservarlo es seguir con estas actividades», detalló.
Antes del final, la pregunta obligada: ¿Volvería?. «Sí, porque estoy mucho más preparado que entonces. Pero nuestro deber hoy es otro. Somos centinelas de las negociaciones para que se recupere lo que era nuestro. Y los mayores centinelas, quedaron allá enterrados».
Maximiliano, su hijo que hoy tiene 41 años, por esas cosas del destino reside desde hace años en San Francisco. Aquí se desempeña profesionalmente y formó su hermosa familia. Cultor del bajo perfil y muy respetuoso de la envestidura de su papá, prefiere que la historia sea contada por los verdaderos protagonistas, pero no pierde las esperanzas que cuando la pandemia lo permita, el Capitán de Navío José Cesar Arca visite nuevamente la ciudad y nos cuente, en primera persona, esta parte tan importante de la historia de nuestra querida Argentina.
Fuentes:
nortecorrientes.com
elentrerios.com
perfil.com
infobae.com
Fotos: Gentileza familia Arca