La industria automotriz espera políticas concretas para reactivarse
La producción de automóviles es una actividad central de la industria manufacturera del país. La confección de bienes complejo de elevado agregado de valor implica la constitución de una cadena conformada por cientos de autopartistas, proveedores de herramental, acero y de instrumentos de medición, quienes, junto a las terminales automotrices radicadas en Buenos Aires, Santa Fe y Córdoba, hacen que el complejo automotriz sea intensivo en mano de obra. Los trabajadores de las terminales automotrices realizan las tareas de estampado, soldadura, pintura, montaje, más la producción de algunos elementos que componen el automóvil. Mientras que, en otras unidades productivas, las autopartistas fabrican piezas específicas para la carrocería, chasis o sistemas más complejos, que requieren mayor nivel de sofisticación, tecnología y diseño.
Desde este semanario, frente al cierre de diversas autopartistas multinacionales, advertíamos sobre la frágil situación que atraviesa a las mismas, al depender su producción de la estrategia de comercialización de las terminales automotrices. Esto implica que la proyección empresarial de las autopartistas esté enlazada a decisiones que se toman en Europa, Asia o EEUU, dependiendo de la firma en cuestión. La lógica de producción post fordista y la fabricación de bienes complejos mediante cadenas globales de valor, hacen que el complejo automotriz se encuentre asentado sobre arenas movedizas. Si a la extranjerización de los segmentos más importantes de la cadena de valor le sumamos total desregulación económica, apertura indiscriminada de las importaciones, destrucción del mercado interno, impredecibilidad económica y la posibilidad de girar remesas en la cantidad que dispongan, como ocurrió en los últimos cuatro años, los resultados estarán lejos de la reinversión productiva y el empleo.
El 2019 terminó con caídas del 32% en la producción y 16% en exportaciones
El año pasado concluyó con una merma en la producción de automóviles del orden del 32% respecto al acumulado en los doce meses del 2018. Estos números están muy lejos de los que se había propuesto el anterior gobierno nacional. Vale recordar que el 15 de marzo de 2017, el por entonces presidente de la nación Mauricio Macri había anunciado un plan que proponía producir para el año 2019 750 mil vehículos hasta llegar a 1 millón en el año 2023. El fracaso del programa fue total al producirse el año pasado 314.787 automóviles, según relevó la Asociación de Fábricas de Automotores (ADEFA), es decir, unos cuatrocientos mil autos menos de los que proponía el Plan 1 millón para el año pasado.
En los últimos cuatro años, la industria manufacturera perdió más de 125 mil puestos de trabajo formales y el empleo en el sector automotriz evidenció una retracción importante, en efecto. Según información oficial, la industria manufacturera no para de contraerse desde mayo del 2018, hasta octubre del año pasado (último mes relevado por Indec), lo cual suma 18 meses de contracción consecutiva. Por su parte, los informes de ADEFA evidencian que la industria automotriz vivió un año crítico al concluir el 2019 con una merma en la producción y una caída en las exportaciones de 16% en comparación con las acumuladas durante todo el 2018 (también un mal año para la industria).
El programa de Smata propone un aumento de la capacidad instalada actual que oscila en poco más de un millón de vehículos, para llegar a producir 1,8 millones de autos constantes y sonantes en 2030.
Fuentes de la industria automotriz reconocen que por las desregulaciones económicas de la anterior gestión y la baja de aranceles para las importaciones, no solo incrementaron la partida de autos traídos de afuera en el mercado, sino que algunas compañías dejaron de comprar el acero a forjadores locales, rompiendo el acuerdo logrado en el año 2012 entre las terminales con la ministra Débora Georgi y el secretario de Comercio Interior Guillermo Moreno para sustituir importaciones de acero por u$d120 millones al año. Así, las terminales aprovechaban el flete para traer autos, más autopartes y acero. Producto de la apertura, el único año de la gestión anterior en que hubo demanda no se fortaleció el sector porque se vendieron autos traídos de afuera, principalmente.
Smata, con el objetivo de duplicar los puestos de trabajo en 2030
Frente a un contexto recesivo para el complejo automotor, desde el Sindicato de Mecánicos y Afines del Transporte Automotor propusieron un programa que pretende plantear reformas para incrementar la productividad del sector. El programa propone un aumento de la capacidad instalada actual que oscila en poco más de un millón de vehículos, para llegar a producir 1,8 millones de autos constantes y sonantes en 2030. Lo cual significa más que duplicar el record de patentamientos del año 2011, en donde se produjeron 845.580 automóviles.
La iniciativa, que también cuenta con el apoyo de las terminales automotrices nucleadas en Adefa, las autopartistas y las concesionarias, tiene por objetivo duplicar la cantidad de puestos de trabajo directo, al pasar de los 200 mil actuales a más de 400 mil, en una década. En consecuencia el trabajo indirecto generado por esta industria también se expandiría. Uno de los aspectos centrales de la propuesta es incrementar las exportaciones para superar el record alcanzado en 2011, cuando se despacharon 506.713 vehículos.
Tras los impuestos a los autos de alta gama incluidos en la Ley de Solidaridad Social aprobada por el congreso, muchas automotrices salieron al cruce del gobierno y plantearon que con estos gravámenes internos dificultaban el programa 2030. Por otro lado, el vocero de Smata Córdoba Leonardo Almada le dijo a La Nueva Mañana que es aventurado sentenciar si el programa 2030 funcionará o no. Sobre los nuevos impuestos, relativizó el efecto que pueden tener en el sector al aclarar que “los autos que se venden, los que mantienen el mercado funcionando, son los autos baratos, no los que le cargaron el impuesto”.
Almada: Desde el gobierno no permitirán que se importe a “mansalva”
La adquisición de modelos fabricados afuera significó la importación de mano de obra. Para el vocero del sindicato “la instalación de marcas sin plantas radicadas en el país” es uno de los factores que explica la crisis de la industria, “sumado al contexto internacional con caída de las ventas de vehículos a nivel mundial, apertura indiscriminada de importaciones y la desigualdad social cada vez mayor que hace que disminuya la gente que pueda comprar un auto”. Si bien el cambio de gobierno se realizó en medio del receso de la industria por vacaciones, y, al estar paradas las plantas, es prematuro hablar de producción, Almada tiene expectativas en que el nuevo gobierno aporte políticas productivas que le permitan a la industria automotriz expandirse y a los trabajadores ganar estabilidad y mejores salarios.
Desde el sindicato reflexionan que al necesitar el nuevo gobierno recaudar dólares “para enfrentar la deuda desastrosa que dejó Macri”, no permitirán que se importe a “mansalva”. Entonces, la necesidad de cuidar las divisas protege al sector del principal problema de los últimos años, las importaciones indiscriminadas. En consecuencia, se respetaría el “flex” del acuerdo con Brasil que regula la balanza del comercio de automóviles entre los dos países, al estipular que por cada dólar que Argentina exporta al socio del norte, puede importar u$D1,5.
Fuente: La Mañana. La Mañana