La inflación no cede, incluso con la nafta congelada hace cinco meses
El fuerte incremento de los precios de los últimos meses tiene un agravante: se está dando en un contexto con precios regulados casi sin modificación. Puntualmente, los combustibles no suben desde el 16 de mayo, cuando operó la última actualización en los surtidores.
Dos días antes de esa fecha, tanto el presidente de YPF, Pablo González, como el CEO, Sergio Affronti, aseguraron que luego del aumento de mayo el valor de venta de los combustibles no se volvería a tocar “hasta fin de año”.
La promesa, hasta ahora, se ha cumplido, pero se generan serias dudas respecto de cómo se resolverá el “nudo” después de las elecciones del 14 de noviembre.
Es que al mismo tiempo que el litro de nafta súper –en Córdoba– está en 99 pesos desde mayo, el petróleo ya subió 26 por ciento (en dólares) y el tipo de cambio oficial se incrementó en un 5 por ciento. En idéntico lapso, hasta septiembre, la inflación arrastra un 12,3 por ciento.
De ser así, por lo menos, el litro de nafta debería irse a 110 pesos luego de los comicios.
“No está claro a qué plazo se refirieron [el Gobierno] cuando hablaron de ‘hasta fin de año’, pero por lo que se puede inferir en el decreto de diferimiento de la aplicación de los impuestos a los combustibles, sería el 1º de diciembre, que es la fecha en que deberían actualizarse los tributos y podrían también ajustar la petroleras sus números”, analiza Bornoroni.
Por ahora, no falta producto en las estaciones de bandera, porque están obligadas al reaprovisionamiento por contrato, pero “ya está faltando combustible en algunas estaciones blancas”, dice el dirigente que entiende que esa es una de las primeras señales que evidencian que las petroleras “no están conformes con el precio”.
El petróleo, mucho más caro
Al mayor problema para la idea del gobierno de sostener el precio de la nafta hasta después de las legislativas es que el principal insumo, el crudo, no deja se subir. En efecto, el valor internacional del petróleo viene aumentando sin freno desde enero de 2020, cuando los contratos a futuro del Brent tocaron el mínimo en años: 25 dólares.
Con esta variable descalzada, la estrategia del ministro de economía Martín Guzmán de anclar el precio de los combustibles se complica, y mucho.
Descontando las retenciones y los costos de transporte, con el barril en 70, el valor de paridad de exportación del crudo extraído en Argentina se situaba en alrededor de 61 dólares. Como en el mercado local las petroleras reciben un promedio de 57 dólares por cada barril. Esa diferencia era mínima y con algunos llamados entre el gobierno y la petrolera que lidera el mercado, esa variable se podía sostener.
Sin embargo, con el barril a 80 dólares, la paridad de exportación salta a más de 73, lo suficiente como para tensar la cuerda en el presente, porque inyecta presión en los precios, y a futuro, porque desalienta inversiones.
A la tirantez la reconoció el propio secretario de Energía, Darío Martínez, la semana pasada, cuando fue consultado en una entrevista televisiva y habló de “tensión permanente”, de que “las petroleras siempre van a tensar para arriba” y el gobierno va a “tensar para abajo porque debe haber relación con el bolsillo de la gente”.
“No se puede mirar el precio internacional permanentemente, no hay margen para ir al precio internacional del crudo, de ninguna manera”, agregó.
Petróleo: datos que preocupan
U$S 25 en enero de 2020. Cuando comenzó la crisis de la pandemia en China, eso valía el Brent.
U$S 67,1 en mayo de 2021. El precio internacional estaba en U$S 67 cuando se congelaron las naftas.
U$S 83,7 en octubre de 2021. Los futuros del Brent aumentaron 26% desde el congelamiento.
Fuente: La Voz del Interior.