La OMS señala que la mortalidad por la Covid-19 puede ser «engañosa» y «difícil» de comparar entre países
Según resalta la OMS en un informe publicado este martes, una muerte por COVID-19 se define como «un fallecimiento resultante de una enfermedad clínicamente compatible en un caso probable o confirmado, a menos de que exista una clara causa alternativa de muerte que no pueda relacionarse con la enfermedad (por ejemplo, un traumatismo)».
Sin embargo, apuntan que distintos países «pueden estar utilizando definiciones de casos y estrategias de prueba diferentes o contando los casos de manera diferente (por ejemplo, con casos leves que no se someten a prueba ni se cuentan)».
«Las variaciones en la tasa de mortalidad también pueden explicarse en parte por la forma en que se manejan los desfases temporales. Las diferencias en la calidad de la atención o las intervenciones que se introducen en las distintas etapas de la enfermedad también pueden influir. Por último, el perfil de los pacientes (por ejemplo, su edad, sexo, origen étnico y comorbilidades subyacentes) puede variar de un país a otro», argumentan.
La OMS añade, además, que en el caso del COVID-19, como en el de muchas enfermedades infecciosas, el verdadero nivel de transmisión «suele subestimarse porque una proporción considerable de personas infectadas no se detectan porque son asintomáticas o solo tienen síntomas leves y, por lo tanto, normalmente no se presentan en los centros de salud».
«También puede haber segmentos de la población desatendidos que tienen menos probabilidades de acceder a la atención sanitaria o a las pruebas. La subdetección de casos puede exacerbarse durante una epidemia, cuando la capacidad de realizar pruebas puede ser limitada y restringida a las personas con casos graves y a los grupos de riesgo prioritarios (como los trabajadores sanitarios de primera línea, los ancianos y las personas con comorbilidades). Los casos también pueden ser diagnosticados erróneamente y atribuidos a otras enfermedades de presentación clínica similar, como la gripe», argumenta el organismo sanitario internacional.
La gravedad del COVID-19 está influida por la edad, el sexo y las comorbilidades subyacentes, y hay algunas pruebas de que otros factores, como el origen étnico, son también factores de riesgo independientes. Al respecto, la OMS señala que «todo intento de captar una única medida de la mortalidad en una población no tendrá en cuenta las heterogeneidades subyacentes entre los diferentes grupos de riesgo, ni el importante sesgo que se produce debido a sus diferentes distribuciones dentro de las poblaciones y entre ellas».
Por consiguiente, desde la OMS instan a calcular las estimaciones del riesgo de mortalidad específicas de cada grupo de riesgo «a fin de describir mejor los verdaderos patrones de mortalidad que se producen en una población».
POSIBLE SESGO EN LA DETECCIÓN DE CASOS Y MUERTES
La OMS detalla cuáles pueden ser los posibles sesgos en la detección de casos y muertes. En primer lugar, indican que, al comienzo de un brote, «es más probable que los casos detectados sean graves o mortales». «Los pacientes con enfermedades graves son más propensos a acudir a los centros de salud y a realizarse pruebas de laboratorio», agregan.
Igualmente, insisten en que «los retrasos en la notificación de las muertes pueden llevar a una subestimación de la tasa de mortalidad». «Los casos de COVID-19 y las muertes que ocurren en la comunidad que no se detectan o se notifican tarde porque se atribuyeron incorrectamente a otras causas» es otro de los motivos esgrimidos por la OMS.
«Es poco probable que todas las muertes se detecten y se asignen correctamente, aunque la detección de las muertes puede estar sujeta a menos sesgo que la detección de los casos», concluye el organismo liderado por Tedros Adhanom Ghebreyesus.
Fuente: La Voz del Interior. La Voz del Interior