Las medidas de Alberto no fueron de emergencia, fueron de desesperación
El panorama venía complicado incluso antes de los anuncios. El gobierno realiza plan de vacunación sin vacunas además de venir rezagado en la carrera por la vacunación por cantidad de vacunas por habitante, mientras los nuevos casos de COVID no hacen más que aumentar.
A la falta de vacunas se suma la ansiedad causada en parte por el propio gobierno, que desde diciembre anunciaba una campaña de vacunación rápida y sencilla.
Por qué no se alcanzó este objetivo responde a una serie de factores. En primer lugar, es cierto que en todo el mundo hay problemas para el abastecimiento de vacunas. Muchas son miradas con precaución por algunos casos indeseables que se vieron en algunos países, luego de su aplicación y por ello fueron apartadas.
Los países industrializados, como siempre, corren con cierta ventajas, que nosotros no tenemos. Además, sin necesidad, el gobierno argentino apostó a la politización. Jugando a la Guerra Fría, pidió el auxilio de Rusia y de China y le dio la espalda a los países de Occidente.
Esto fue un paso fundamental en el inicio de una pésima gestión de un trasnochado ministro que pensaba que el dengue era más importante que el covid 19.
Hoy solo un 10% de la población argentina está vacunada con una dosis, y apenas el 1% con dos dosis. El pánico aumenta de la mano de algunos casos impactantes – como el del periodista Mauro Viale, que murió inesperadamente solo 4 días después de recibir la Sputnik.
Cabe preguntarse: ¿pecó el gobierno de optimista? ¿O siempre se supo que la situación iba a terminar en esto?
Si dejamos de lado la infinidad de pronósticos desacertados del ahora ex ministro Ginés y su grupo de asesores «cientçificos», si suponemos que lo que hubo fue un exceso de buena voluntad y de buenos deseos, aun así se trató de un error de cálculo.
Ningún gobierno puede hablar de arcoiris y mariposas y esperar que todo sea así sin ningún plan de contingencia. La falta efectiva de vacunas dejó en evidencia la desnudez del plan de vacunación sin vacunas.
En los últimos días, se llegó a contactar a empresarios de alto nivel para pedirles que mediaran en la adquisición de vacunas. Muchos, efectivamente, activaron gestiones con sus casas matrices y contactos en el exterior, con resultados negativos.
Incluso las empresas de medicina prepaga intentaron hacer un pool para conseguir vacunas, también sin efecto. Por ahora, no hay vacunas para los privados, y esto sigue dejando a los gobiernos en la encrucijada. Un poco demasiado tarde para pedir ayuda o intentar desligar responsabilidades mediáticamente a los gobiernos locales diciéndoles que ellos podrían haber hecho la gestión para la compra, mientras el gobierno vacunaba y armaba un plan funcional para jóvenes militantes de la Cámpora.
Las nuevas medidas anunciadas anoche no son medidas de emergencia, sino medidas desesperadas. Ante la imposibilidad de vacunar, y la situación límite del sistema de salud, se apuestan todas las fichas a un nuevo aislamiento a medias tintas, que llega tarde, que cae muy mal, y que probablemente no tenga ningún efecto duradero en la ya descontrolada dispersión del virus.
Lo que es peor, muestra que no hay, ni nunca hubo un plan. Que las decisiones se toman ad hoc, de acuerdo a lo que vaya ocurriendo.
Hoy la encrucijada es muy grande. Se siguen privilegiando las necesidades de la política antes que las de la ciudadanía. Las PASO se corren, lo que era una preocupación insistente del gobierno y también de una oposición mediocre, desorganizada y con peleas internas.
El único plan que funciona es el de la impunidad, tanto para los funcionarios que cometieron errores y siguen atornillados en su lugar, como Victoria Donda y su empleada doméstica, los que quedan en libertad como López, que pasó del ridículo de los bolsos al olvido, Cristina Kirchner, Axel Kicillof y la causa del dólar futuro. Otros son reivindicados, como Boudou, que ahora es referente universitario en la UBA.
Alberto Fernández siempre presumió de ser un hombre pragmático. Pero hay una línea (delgada, quizás) entre el pragmatismo y la pura improvisación. El paquete de medidas de Alberto incluye la vuelta atrás con las clases presenciales, y un toque de queda de 10 horas al día.
Hubo tiempo para pensar un plan de transporte que apoye a los a los trenes y los descomprima, un plan educativo que verifique y reasigne espacios, hubo tiempo para suspender la huida de buenos aires en semana santa, hubo tiempo para mucho, pero no se hizo nada.
A muchos funcionarios les sobró tiempo y les faltó estar a la altura. Es todo muy mediocre y empobrecido de ideas y creatividad para sortear la crisis que vino para quedarse por mucho tiempo; pero claro: es lo que ocurre cuando vemos el árbol y no vemos el bosque.
Estaban todos pensando en la interna y el propio ombligo, más que un país con ciudadanos hartos de mentiras y fantasías, planes que nunca existieron ni soluciones que nunca fueron pensadas. Sobrellevamos la crisis de milagro y aferrándonos al “famoso Dios es Argentino”.
El gobierno ha perdido credibilidad, y sin credibilidad no hay posible construcción a futuro, además sin el apoyo de gobernadores propios y ajenos es cosa muy compleja
Mahatma Gandi dijo sobre los factores que destruyen a la sociedad:
“Política sin principios, el Placer sin compromiso, la Riqueza sin trabajo, la Sabiduría sin carácter, los Negocios sin moral, la Ciencia sin humanidad y la Oración sin caridad. La vida me ha enseñado que la gente es amable, si yo soy amable; que las personas están tristes, si estoy triste; que todos me quieren, si yo los quiero”
Nota publicada también en: Perfil.com
(*) Consultor especializado en Comunicación Institucional y Política, Asuntos Públicos y Gubernamentales, Manejo de crisis y Relaciones con los Medios. Magister en Comunicación y Marketing Político en la Universidad del Salvador (USAL). Postgraduate Business and Management por la Universidad de California Ext. Berkeley, EEUU. Es docente universitario en UCA y USAL. Columnista de Diario San Francisco, Perfil.com y FM Milenieum, entre otros medios del país y del mundo.