Lenin ganó en Ecuador: “La Rocafuerte” toma cuerpo
Desde el próximo 24 de Mayo, Lenín Moreno tendrá la responsabilidad de gobernar Ecuador, un país que lo votó en agradecimiento a los cambios generados en la última década, pero también con grandes expectativas y reclamos para el futuro. Entre ellos, el imperativo urgente de cerrar la grieta que esta campaña dejó en la sociedad ecuatoriana.
Moreno, de 63 años, tiene una reconocida trayectoria en política, cuyo punto más saliente fue ocupar la vicepresidencia de su país entre 2007 y 2013, como compañero de Rafael Correa. Fue fundador, asimismo, de la Misión Solidaria Manuela Espejo, que provee información, asistencia y apoyo psicológico a las personas con discapacidad, y que se encuentra presente, en la actualidad, en otros seis países de Latinoamérica. Por este trabajo, Moreno fue propuesto en 2012 como candidato para el Premio Nobel de la Paz.
Su último cargo en la función pública fue el de Enviado Especial sobre Discapacidad y Accesibilidad de la ONU, en el que se desempeñó desde diciembre de 2013 hasta el pasado noviembre. Fue entonces que, cuando Rafael Correa decidió no buscar un cuarto mandato, su partido Alianza País (AP) postuló a Moreno como candidato oficialista, acompañado en la fórmula por Jorge Glas, quien fue a su vez el último presidente de Correa.
Lenín (cuyo “alarmante nombre de pila”, según The Economist, comparten 18 mil ecuatorianos) se impuso tras una campaña en la que primó la incertidumbre y la sensación de que el destino del país se definía entre el cambio de rumbo absoluto y la continuidad de un modelo con muchos aciertos, pero también con cuentas pendientes.
Los últimos años de Correa estuvieron marcados por el distanciamiento de la gente, el “amiguismo”, algunos casos de corrupción y la confrontación con los medios. Moreno, con un perfil más conciliador, fue el elegido para suceder al gran líder y enderezar el rumbo. Después de un traspié en la primera vuelta, que encendió todas las alarmas, Lenín pudo corregir los errores e imponerse ayer a su rival, el ex banquero Guillermo Lasso, por poco más del 51% de los votos.
La tarea que le espera es delicada. Después de estos resultados, han aparecido nuevos actores de peso que alterarán el equilibrio de poder en el país, y Lenín deberá confiar en su capacidad de generar consenso, esgrimiendo un estilo de poder propio y muy diferente del que caracterizaba a Correa. ¿Cómo ser ahora un digno sucesor, y al mismo tiempo desarrollar una identidad propia? Ciertamente, no es la primera vez que un político se halla en una situación similar, y un vistazo a los libros de historia (o a Wikipedia) nos muestra que, así como muchos fallaron en el intento, algunos lograron imponerse y ser líderes más significativos todavía que sus antecesores.
La pregunta, claro, es cómo hacerlo. El primer paso político para el nuevo presidente, será establecer su propio armado. Alianza País es el partido de Correa, y seguirá identificado con él y su historia, por más que el fundador se aleje de la política local (según aseguró, sus planes son instalarse en Europa cuando su mandato concluya).
Para Lenín es importante y fundamental que esa agrupación responda a él. Que lo represente como líder. Esta es la agrupación hipotética que me permito llamar, hipotéticamente también, La Rocafuerte, un nombre con punch que es también el de el héroe nacional ecuatoriano, y que ahora empieza a tomar cuerpo. Ecuador sin Correa
Esta organización, además, puede pensarse como un “laboratorio” de modernización política. Es muy difícil modificar las estructuras partidarias ya establecidas después de muchos años; en cambio, un partido nuevo puede incluir cambios radicales y ser la punta de lanza para modificar todo el sistema.
Aprendiendo de los errores cometidos por AP, se trata de crear un partido fresco, abierto, moderno y que dé prioridad a las agendas nacionales sobre las personales. También, uno que no esté anclado en la historia, en las glorias del pasado (pero tampoco en sus errores) y que permita el surgimiento de una nueva dirigencia basada en el mérito antes que las alianzas.
La comunicación será uno de los grandes desafíos para el nuevo gobierno, después de la política errática y a menudo confrontativa que tuvo en esta área la gestión anterior. La ciudadanía eligió un cambio de rumbo particularmente en este aspecto, hacia un modelo más consensuado y conciliador.
También aquí “La Rocafuerte” puede ser un elemento del cambio, si afina los canales de comunicación, poniendo especial atención en el área de la militancia digital y las herramientas de transformación que ofrecen los nuevos medios disponibles, incluyendo un contacto más directo e inmediato entre el gobierno y su pueblo.
Sin duda, es una tarea enorme la que el nuevo presidente tiene ante él, al mando del destino de su país, pero también del suyo propio. Lenín debe darle forma a su gobierno, pero también a la Rocafuerte y a sí mismo.
La campaña fue la parte más simple de ese proceso. Ahora es el momento de estar a la altura de las circunstancias y de hacer historia.
(*) Magister en Comunicación y Marketing político Universidad del Salvador. Postgraduate Business and Management. Universidad de California Ext. Berkeley, EEUU. Dirección y Realización Televisiva. Buenos Aires Comunicación BAC. www.eduardoreina.com
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