Los centennials argentinos revisan tanto su celular que nada cambió desde la última vez que lo vieron
El smartphone es la tecnología más valorada por los centennials, los nacidos entre 1997 y 2010. 9 de cada 10 argentinos entre 10 y 19 años revisan tantas veces su celular que nada cambió desde la última vez que lo vieron.
Es algo así como mirar el teléfono, chequear redes sociales y chats, apagarlo. Volver a encenderlo en menos de un minuto, o tal vez un rato más, pero encontrarse con los mismos posteos, los mismos chats.
Nada cambió pero el smartphone se volverá a prender en otros próximos minutos. En loop, como un Boomerang en Instagram.
Solo un 3% de chicos asegura no estar muy pendiente de su teléfono. El 60% dice que le pasa siempre o muy frecuentemente. Son datos de una encuesta a 2.500 centennials (55% hombres y 45% mujeres), realizada en el marco de la campaña Phone Life Balance (sobre el uso saludable del celular) de Motorola, a la que accedió Infobae en exclusiva.
No hay dudas de que, como nativos digitales, el smartphone es la «gran pantalla» en sus vidas. Tampoco llama la atención saber que la mayoría de los adolescentes argentinos, según la encuesta, tiene encendido el celular las 24 horas.
Habría que entender entonces cuál es la diferencia con los adultos conectados. Roxana Morduchowicz, doctora en comunicación, especialista en cultura juvenil y consultora de Unesco, colaboró con el estudio. Al ser consultada por Infobae, plantea, en primer lugar, la necesidad de contextualizar.
«Los hogares argentinos tienen más pantallas que medios gráficos, es decir, libros, diarios y revistas en papel. Esto no obedece a temas económicos, los hogares del siglo XX tenían más medios gráficos», señala.
Si bien los adultos también tienen un vínculo intenso con las pantallas, la especialista plantea que los principales usuarios de las redes sociales son los adolescentes, de 13 a 17 años.
«Están en edad de formación, por eso hay que ocuparse, disponer la mayor variedad y diversidad de bienes culturales posibles», dice.
Continúa: «Abren todo el tiempo muchas ventanas, soportes. 1 de cada 10 chicos adolescentes hoy en la Argentina utiliza un medio de comunicación a la vez. Es el gen de lo simultáneo, la inmediatez. El gen anterior, el de los adultos, es lineal».
¿Qué hacer?
El tiempo de exposición a las pantallas es un tema de preocupación para los adultos. «No queremos que monopolicen el tiempo de ocio, tienen que estar en contacto con otros bienes culturales o industrias, para tener otra experiencia. Esto va a fortalecer el capital cultural de los chicos. Si solo miran pantallas, su capital cultural se empobrece», expresa Morduchowicz.
Por eso, siempre aparece el consejo de salir del hogar, el espacio principal donde se usan las pantallas. Ir a una plaza, club, museo, centro cultural o hacer deporte, son alternativas.
El debate de siempre, celular en la escuela, ¿sí o no?
«Existe el preconcepto y el prejuicio de que, por presencia de pantallas, baja el rendimiento escolar o se reprueban más exámenes», asegura Morduchowicz. Internet y la tecnología podrían potenciar el aprendizaje, señala.
El tema es cómo se usen. «¿Celular sí o no en la clase? En principio sí, pero depende, porque si es para que los chicos copien información del primer link que les aparece ante una pregunta del docente, prefiero que no lo usen. El tema no son las tecnologías, el tema son las prácticas», finaliza.
Por su parte, Melina Furman, doctora en educación, profesora de la universidad de San Andrés y autora del libro «Guía para criar hijos curiosos», dice a Infobae: «Está bueno que las familias sepan que lo que nos pasa con el celular, cuando hay recompensas, como likes o pasamos de pantallas en un jueguito, es que se activa el circuito de recompensa».
«Es un área que libera un neurotransmisor que se llama dopamina. Cuando el cerebro está inundado de dopamina sentimos placer, ganas de más. Lo mismo que nos pasa con las papas fritas o una torta de chocolate. Las pantallas son adictivas. Hay que buscar otras recompensas desenchufadas», continúa.
Respecto del uso del celular en las escuelas, Furman destaca la importancia de que los chicos muestren lo que aprendieron haciendo videos pensados para audiencias auténticas. Es una herramienta que se llama metacognición, es decir, reflexionar sobre lo aprendido.
Fabio Tarasow, coordinador del Proyecto de Educación y Nuevas Tecnologías (PENT) de Flacso (Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales), expresa a Infobae: «En el aula, el desafío es encontrar usos significativos del celular dentro de una secuencia de aprendizaje, poder integrarlo en un proyecto».
Concluye: «El dispositivo se puede convertir en una extensión de las capacidades cognitivas de los alumnos. Lo que importa es la creatividad que pueda encontrar el docente para darle al dispositivo, un uso significativo».
Experiencias en el aula
Furman destaca el proyecto Planea de Unicef Argentina llevado a cabo en escuelas públicas de Tucumán, en uno de los proyectos de matemática, los chicos tienen que grabar un video de lo aprendido. «El formato de video, grabado en el celu, ayuda a que la propuesta sea más atractiva», concluye.
También menciona el proyecto Lab4U de Unicef Argentina, que están desarrollando desde Chile. Es un laboratorio virtual convertido en una app. «Permite medir, por ejemplo, la velocidad, la aceleración de algo, el pulso. Son sensores que luego a través de gráficos, donde vas viendo cómo cambian las cosas que medis a lo largo del tiempo», expresa.
Fuente: Infobae