Si los médicos hicieran paro… ¿Podría ofrecerme para operar un hígado?
Un vecino de Yang Zi, que había perdido una oveja, llamó a muchos amigos para que lo ayudaran a encontrarla. Cuando regresaron sin la oveja, Yang Zi preguntó qué había pasado.
-Había demasiados senderos- contestó Xindu Zi -y esos se dividían en otros senderos, y no supimos cuál tomar. ¡No hemos conseguido nada!
-¡Qué lástima! Cuando hay demasiados senderos, un hombre no puede encontrar a su oveja. Cuando un estudiante se dedica a demasiadas cosas, malgasta su tiempo y pierde su ruta. (Cuento tradicional chino)
Si los médicos hicieran paro, ¿podría ofrecerme mañana para ir a operar un hígado? ¿O para cuidar de un paciente, si fueran los enfermeros? ¿O para pilotear un avión, si fueran los pilotos? ¿Cuánto puede un banquero común y corriente saber de pedagogía? Estas preguntas pueden parecer absurdas, pero no están muy lejos de la realidad.
El voluntarismo, o sea suponer que es suficiente con la voluntad para hacer algo, puede nacer de la buena fe, pero sin excepción conduce al desastre.
Cada vez más se hace política en y desde las redes sociales. En los últimos días, ante el paro decretado por los gremios docentes de la Provincia de Buenos Aires, tomó fuerza en Twitter una campaña de usuarios que se ofrecen como profesores y maestros voluntarios para que las clases comiencen en tiempo y forma.
Dejemos de lado por un momento la especulación sobre el origen de la campaña, que algunos no vacilan en atribuir al propio gobierno. Supongamos que quienes se ofrecen como voluntarios lo hacen de buena fe, cansados de los manejos gremiales, de los paros que parecen más una tradición que una medida de fuerza. Esta gente, preocupada por la degradación institucional, lejos de aliviarla, está contribuyendo a ella.
En primer lugar, porque el paro es un derecho y fue convocado por los representantes legales y legítimos de los trabajadores. Más allá de que la medida sea más o menos justificada (en este caso, todo apunta a que lo es, ya que el aumento ofrecido está muy por detrás de la inflación), no se solucionan los problemas de una institución (la educativa) destruyendo otra (la laboral).
Lo que la campaña de los voluntarios hace es degradar el rol del docente. La idea que subyace a ella es que “enseñar, enseña cualquiera”, y eso también contribuye a destruir nuestras instituciones. No es fácil pararse todos los días frente a una clase, dominar los métodos de enseñanza, llevar adelante un grupo de veinte estudiantes cada uno con sus necesidades, capacidades y personalidades… ¿Los voluntarios creen que sí? ¿Les enseñarán a sus hijos que esta tarea es simple, y que el hombre o la mujer que le da clases es nada más que un oportunista y un haragán?
Pensemos en esto al hablar de degradación institucional. Yo, mientras tanto, voy a entrenarme, por las dudas el fútbol amenace con no empezar el 3 de marzo, y yo pueda ofrecerme voluntario para cumplir mi sueño de jugar en Racing.
(*) Magister en Comunicación y Marketing político Universidad del Salvador. Postgraduate Business and Management. Universidad de California Ext. Berkeley, EEUU. Dirección y Realización Televisiva. Buenos Aires Comunicación BAC. www.eduardoreina.com