Policiales

Octubre fue el mes con mayor cantidad de denuncias por delitos sexuales

Cuando el 11 de diciembre pasado el colectivo de Actrices Argentinas hizo pública la denuncia de Thelma Fardin al actor Juan Darthés por presunto abuso sexual durante una gira de “Patito Feo” por Nicaragua, se generó una catarata de consultas en las líneas de asesoramiento a víctimas.

El impacto, el respaldo público y la sensibilización en torno al abuso sexual infantil de la mano del hashtag #MiráCómoNosPonemos pareció dar un impulso a quienes no habían encontrado hasta entonces la manera de exteriorizar padecimientos pasados.

¿Tuvo esa efervescencia un correlato en las denuncias?

Durante el bimestre diciembre de 2018 – enero de 2019 ingresaron a la Unidad Judicial especializada en Delitos contra la Integridad Sexual de Córdoba 453 denuncias; mientras que en el mismo bimestre del año anterior habían sido 372 denuncias, lo que marca un incremento del 21,77 por ciento.

Asimismo, según los datos aportados a La Voz por la Dirección de Análisis Criminal y Tecnologías de la Información del Ministerio Público Fiscal, se receptaron durante 2018 un total de 2.182 denuncias en esa unidad, aunque –aclaran– no todas fueron por delitos sexuales.

Octubre fue el mes con mayor cantidad de denuncias de todo el año que pasó: 239; seguido por diciembre con 218; noviembre con 216; y marzo con 208. En enero de 2019 se iniciaron 235 sumarios. Es decir que la tendencia “en alza” se sostuvo desde octubre hasta enero, con todos esos meses con más de 200 denuncias. Entre los meses que registraron menor cantidad de sumarios figuran junio, con 133, julio con 147 y enero, con 165.

Más conciencia

La psicóloga y legisladora Liliana Montero aporta que el fenómeno se percibe en materia de denuncias, pero no respecto de la cantidad de casos. “El verdadero fenómeno es que cada vez más mujeres y niños han empezado a hablar de lo que les pasa en el cuerpo: por un lado, porque los padres están ahora más informados y más alertas a los síntomas; y por otro, hay redes que ayudan a quien ha sido víctima para que no sienta que está sola”, precisa Montero.

“Más que vinculado a una denuncia resonante en particular, lo que creo que influye es que al haber cada vez más voces hablando de este tipo de hechos se va rompiendo la barrera de creencia de que los abusos eran algo del ámbito privado, y con ello se activan más redes de contención para las víctimas: nos estamos animando más a hablar sobre sexualidad”, describe la psicóloga.

El exjuez y promotor de la incorporación de las Cámara Gesell como método para entrevistar a niños víctimas en un contexto que evite su revictimización, Carlos Rozanski, considera que casos como el de Fardin tienen incidencia en las víctimas, aunque “es muy difícil de medir”. “Lo que sucede es que muchas veces la respuesta estatal a ese tipo de denuncias no es la adecuada, y termina habiendo gente que se animó a denunciar y se frustra”, apunta.

Especializado en delitos contra la integridad sexual, Rozanski considera que es “muy grave” que el Poder Judicial no pueda dar respuestas acordes a quienes han padecido situaciones de violencia sexual. “Hay una lucha enorme de la víctima con su propio dolor hasta que puede tomar la decisión de denunciar, motivada por otros casos o por lo que sea. Pero afrontar ese esfuerzo y no encontrar respuestas es muy grave”, describe.

“Principalmente, cuando pasó mucho tiempo entre el delito y la denuncia, se incrementa la posibilidad de que desconfíen de ese relato, y eso aumenta la vulnerabilidad de una víctima ya vulnerable”, explica Rozanski.

“La capacidad de rastrear delitos en los que no hay secuelas físicas va a depender de cada equipo, de la capacitación técnica que tenga para realizar una intervención adecuada, y de cuán atravesado esté por el patriarcado, porque este último factor es responsable del fracaso de muchas intervenciones”, precisa el exjuez.

Rozanski describe como “respuesta adecuada” a aquella que sea integral, y que contemple no sólo la investigación judicial sino la contención psicológica de la víctima y su salud física. “Las leyes argentinas son de avanzada, pero si no hay decisión política de responder con intervenciones adecuadas, no sirven”, sentencia.

Menor tolerancia

Tanto Rozanski como Montero coinciden en que los movimientos feministas han promovido una mayor consciencia sobre los alcances y las formas de abuso sexual. “Los manoseos estaban naturalizados, porque durante muchísimo tiempo a nadie se le hubiera ocurrido denunciarlos, pero últimamente se han empezado a denunciar”, señala, y asegura que es algo que se percibe no sólo en Argentina, sino en el mundo.

En igual sentido, Montero apunta que hasta hace algunas décadas se entendía por abuso sólo a una violación. “Hoy eso ha cambiado, y tiene que ver con que cualquier conducta que invada mi cuerpo frente a mi negativa, como un tocamiento, ya es considerada abuso”, concluye.

Fuente: La Voz del Interior. La Voz del Interior