PASO 2021: Una campaña tramposa y bastante trucha
El ministro de Universidades de España, Manuel Castells, por pedido de los propios estudiantes y docentes, ha transformado la copia de un examen, que pasó de ser una falta leve a ser vista como un plagio y un fraude y ser juzgada como una falta grave.
El Gobierno ha dado el primer visto bueno a un texto que viene a derogar el Reglamento de Disciplina Académica, que data de 1954 y que todavía permanecía vigente y en el cual no se regulaba la copia ni el fraude. A partir de este nuevo proyecto, en las universidades públicas se pasaría a considerar como una falta grave el plagio de una tesis, de un trabajo de fin de grado o de máster y esto sería castigado con desde dos meses a tres años de suspensión.
Este gesto de madurez que se ve en España, está en la dirección opuesta en la que parece ir nuestra sociedad.
Nosotros, lejos de condenar la trampa y dar oportunidades para quien quiera enmendar el mal hecho, premiamos a los tramposos o aceptamos unas disculpas mentirosas.
Pese a que seguimos escuchando las mismas frases de que somos un país rico y lleno de oportunidades de cuando podíamos soñar que alguna vez seríamos grandes, cada día parece más imposible ese futuro. La prosperidad que auguraba el trabajo de nuestros abuelos para el futuro de la Argentina parece haberse esfumado en algún lugar de la historia.
Los políticos discuten largamente sobre quién es el culpable de que no exista ese presente para nosotros, pero lo único en concreto es que el pueblo no tiene trabajo en donde poner el esfuerzo para construir un futuro.
Nunca llegamos a ser un país tan grande como el que nos prometieron, sino que aprendimos a contar historias memorables. Aprovechamos nuestras glorias efímeras para alimentar estas historias, glorias como los Nobeles: César Milstein, Luis Federico Leloir, Bernardo Alberto Houssay, entre otros.
Personajes destacados como el Papa Francisco, Favaloro, Reutemann, Fangio, Manu Ginóbili, Guillermo Vilas. En este relato llegamos hasta a bromear con que Dios es argentino, pero sabemos que el poner excusas también.
Picardía criolla y gobierno de astrólogos
La famosa «picardía criolla» se transformó paulatinamente en lisa y llana truchada que de picardía no contiene nada porque, como hasta para truchada es berreta, se tradujo en errores y papelones permanentes. Adaptada a esta realidad, la gente justifica todo lo que hacen ellos y sus amigos con excusas superficiales.
El principal exponente de esto son los políticos que viven justificando permanentemente las pruebas contundentes de sus errores: sea en fotos, audios, videos o testimonios.
Tuvimos pruebas que nos hicieron verlos contando billetes, escondiéndolos en un convento, informes en la tele que mostraban los más diversos escondites donde estuvieron alojados esos mismos billetes (estatuas al lado de una pileta, techos falsos, sótanos rápidamente convertidos en bodegas).
Son numerosos los videos de sindicalistas «prepoteando», agrediendo, insultando o amenazando, tanto en público como en privado. Funcionarios procesados, condenados y que, aun siendo de un accionar dudoso comprobados, tienen todavía la aspiración de volver a la política.
Pero esto trasciende el ámbito de la política para llegar al del deporte. En realidad más específicamente del fútbol, un deporte que, a diferencia de otros, está contaminado con la política.
Los dirigentes en este deporte no son los mejores sino los que les convienen al gobierno de turno y a la mafia del fútbol. La trampa es una marca distintiva del fútbol, para ver esto basta recordar “el bidón de Bilardo”, el gas pimienta usado para suspender un partido, o el bochornoso acto de violencia que llevó a la paradoja de que la Copa Libertadores de América se jugara en España, es decir, la metrópoli de la que esos libertadores buscaban independizarse.
El más reciente de estos papelones se dio esta semana, cuando, de prepo, escondimos jugadores para poder jugar, porque nos creemos vivos, piolas y rápidos pero los demás “que son todo boludos” se terminan por dar cuenta y mostrar que los boludos somos nosotros.
Podemos ya decir con seguridad que la campaña política no solo fue tramposa sino también bastante trucha. Las campañas buscaban captar el voto de determinados sectores por el camino corto. Las principales fuerzas parecen haberse copiado los eslóganes y las campañas que se estructuraron en base a las preguntas: ¿Cómo llegar al voto joven? ¿Cómo llegar al voto del pobre? ¿Cómo llegar al voto del rico?
Pero la búsqueda era para convencer con trampitas publicitarias y sin ninguna propuesta. Como si se esforzaran por vender un producto, pero cuando el cliente llega a averiguar qué es lo que produce esa marca, se encuentra con una etiqueta sin producto que la sustente.
¿Será que ya no existen las propuestas porque donde se permite hacer trampa el que sigue las reglas pierde? Si todos toman atajos para captar votos, el que se toma el trabajo de elaborar propuestas, queda muy atrás en la competencia.
Pese a que muchos se apuran a decir que la forma de ser de los argentinos tiene que ver con el ser tramposos, esto es un espejismo que nos sirve para conformarnos y no hacer nada. Es verdad que no podemos cambiar mientras los que nos dirigen sean siempre los mismos.
Los mismos que buscan reciclarse pidiendo unas disculpas apresuradas y que un poco nos echan la culpa a nosotros por ofendernos. Los mismos que dicen que aprendieron la lección, y que prometen que ahora volvieron más humildes, más buenos, o mejores.
Los dirigentes se intercambian con un discurso que permanentemente levanta la vara sin llegar a cumplir ni con las promesas del gobierno anterior. Se dan títulos rimbombantes: gobierno de científicos, gobierno de CEOs, gobierno de astrólogos y gobierno de sexólogos… todo del pico para afuera.
Pero lo que está faltando son gobiernos para la gente, en los que los servidores públicos se pongan a disposición de la gente y no que usen a la gente para que se ponga a disposición de ellos.
Pero podemos hacer algo para cambiar. Estamos a horas de votar, utilicemos como corresponde esta herramienta y sobre todo, busquemos nuevas alternativas. Si nos gusta una propuesta realmente nueva votémosla. No hay que dejarse llevar por el argumento de que la elección es un asunto de vida o muerte que se debate entre dos opciones.
El único campeón moral posible de esta campaña es el votante que con su elección sincera puede levantar la vara de la política nacional.
Pensá en que la única vida puesta en juego es la que vos te venís jugando hace años apostando a construir un país con gobiernos que no estuvieron a la altura de sus promesas ni de la voluntad popular.
Es hora de que te despabiles y que decidas renovar la política según tus propias convicciones y no solamente votando al menos malo, porque si vos no decidís, van a seguir decidiendo por vos.
En definitiva, para algo tiene que servirnos tanta desilusión y tanta derrota:
“La derrota tiene algo positivo, nunca es definitiva. En cambio la victoria tiene algo negativo, jamás es definitiva. Hay que recuperar, mantener y transmitir la memoria histórica, porque se empieza por el olvido y se termina en la indiferencia.” – José Saramago
Nota publicada también en: Perfil.com
(*) Consultor especializado en Comunicación Institucional y Política, Asuntos Públicos y Gubernamentales, Manejo de crisis y Relaciones con los Medios. Magister en Comunicación y Marketing Político en la Universidad del Salvador (USAL). Postgraduate Business and Management por la Universidad de California Ext. Berkeley, EEUU. Es docente universitario en UCA y USAL. Columnista de Diario San Francisco, Perfil.com y FM Milenieum, entre otros medios del país y del mundo.