Policiales

Presentan libro

Rodolfo Gustavo Gallardo y Nora Graciela Peretti fueron secuestrados en San Francisco el 12 de mayo de 1976. Eran autoridades del Frente de Izquierda Popular (FIP), fueron candidatos en los comicios municipales, actuaron en apoyo de la candidatura de Perón el 23 de septiembre de 1973 y en el rechazo al golpe de estado en marzo de 1976. Mucho antes de producida la asonada cívico-militar, este partido legal denunció que “el triunfo de Perón había desencadenado la furia de la oligarquía que comenzó a conspirar y que las acciones de los grupos terroristas habrían de proporcionar el pretexto para justificar un nuevo golpe de estado”.

La percepción política de estos dirigentes, puesta de manifiesto en debates y documentos públicos, resultó anticipatoria de situaciones dolorosas que aún pesan en la conciencia de la sociedad argentina. Por caso, la confrontación pública de Gustavo Gallardo con el Secretario General del MSTM (Movimiento de Sacerdotes para el Tercer Mundo) quien llegó a la ciudad para rechazar la participación en elecciones, acto que calificaba como una práctica burguesa incompatible con la lucha por la liberación.

Ambos eran abogados y patrocinaban legalmente a unos veinte gremios. Su firme e incorruptible actuación en distintos conflictos los hizo acreedores de simpatías y también de la animadversión de algunos sectores. Esto último, puede explicar que se pretendiera sindicarlos como gente violenta, mal vista en la ciudad e instigadores de los graves sucesos producidos en el estallido popular que se denominó El Tampierazo.

Hace cuarenta años que la patota clandestina del Batallón de Inteligencia del III Cuerpo los arrancó de su hogar; los condujo a la prisión de La Perla empleando los recursos del estado para aplicar métodos aberrantes bajo la responsabilidad directa de los jefes militares que decían estar combatiendo en la 3ª. guerra mundial, mientras desde el gobierno cívico-militar se implementaba una política de desmantelamiento de la industria nacional, la caída de los salarios y la privación de los derechos elementales de las personas.

Al evocar sus nombres, que ya ingresaron en la historia de San Francisco, nos proponemos que no caigan en el olvido. El tiempo transcurrido sin noticias sobre su paradero permitió que mucha gente conozca la verdad de su trayectoria y la honestidad con que encararon sus actos públicos, cualidad que no podrán exhibir sus captores, ni quienes lo denunciaron.

Con su ausencia quedó un enorme vacío, pero sepamos que dejaron cien luces encendidas. Son sus ideales que alumbran un camino de triunfo.

Carlos Alberto Del Campo nació en San Francisco, en 1944. Cursó estudios primarios en la Escuela “Rafael Nuñez” y secundarios en el Colegio Nacional “San Martín”. Es Químico Industrial recibido en la UNC, donde se desempeñó como Secretario General del Centro de Estudiantes. Es editor de libros y durante varios años librero. Fue presidente de la Junta Provincial del FIP (1979/89), miembro de la Junta Nacional y candidato varias veces. En la Convención Nacional Constituyente de 1994 ocupó una banca. Fue Director de Municipalidades y Comunas del gobierno de Córdoba (años 2003 a 2006). Editó varios títulos referidos a la historia de San Francisco.

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